Capítulo 70

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ZORAH CHINANTSU, un nombre con un gran significado por el cuál debía hacerlo valer en su alta y gloriosa frase: Amanecer del verano milenario

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ZORAH CHINANTSU, un nombre con un gran significado por el cuál debía hacerlo valer en su alta y gloriosa frase: Amanecer del verano milenario.

Hace cien años atrás había podido escuchar a voces de un lugar concurrido donde todo monstruo iba a tomarse unas vacaciones del mundo humano, del estrés que generaba enfrentarse o tener un encuentro con uno, y hace más de casi novecientos siglos que estaba buscando un lugar donde caer en descanso, su trabajo como guardana de su templo en Canadá era tan agotador que ya nada parecía animarle a disfrutar de su puesto.

Tal vez en culturas orientales su especie de Kitsune fuera venerada, protegida y respetada pero para otros lugares, solo era un lugar embrujado más. Aún con las especies distintas de seres inmortales que también existían en la ignorancia del ser humano o tal vez la estupidez misma. Zorah con tan solo 818 años, existiendo y protegiendo su hogar dejó a su compañero por un tiempo, este zorro la dejó marchar compasivo por el gran peso que ella misma sobrellevaba a diario. Proteger a los seres vivos en Canadá se había vuelto un caos total desde que una familia de vampiros se hospedó cerca al igual de su antinatural forma alimenticia. Esto tenía que tener un motivo, y para ello mínimo debía conocer un poco a cerca de los seres vampiricos para entender la absurda situación que enfrentaba últimamente.

Seguir el camino a esa aventura y el hospedaje a ese lugar fue sencillo, sus orejas sensibles y agudas lograron seguir a una familia hasta Transylvania, Rusia, lugar donde yacía el Hotel vacacional para monstruos. Lo tenso fue sentirse observada al punto que debió sacar sus nueve colas para mantener su postura altanera.

—¿Qué eres?

Esa voz infantil, aterciopelada y repentina fue la primera de muchas que se llevó el sobresalto perpetuo de los latidos de su corazón. Esa piel palida, ojos azules como el cielo y sentada a la pared como si fuera magia.

No eres humana.

La afirmación había sido tan contundente que la hizo tragar saliva, nadie que dijera eso reaccionaba tan tranquila como esa jovencita frente a ella, su apariencia juvenil era similar al de ella, ¿La edad se podía notar? No, no a menos que hablara demasiado cortes y educada para el siglo presente.

—¿Por qué dices que no lo soy?—se aventuró a preguntarle, mientras su cabello pelirrojo ondulado y orejas pelirrojas tiesas demostraban su seguridad e imponencia calmada.

Porque ningún humano puede pisar mi hogar, y por supuesto, el hotel Transylvania. —aclaró la joven de piel pálida y ojos celestes, tranquilamente.

—¿Y tú eres?—preguntó a la defensiva.

Yo soy...

—¡Maravilloso! Un kitsune nos visita. Soy Vlad Drácula, y ella es mi hija Mavis. Somos los anfitriones de este establecimiento vacacional. ¿Cómo ha sido su viaje hasta aquí?—intervino com cortesía un hombre mayor alto trajeado a la antigua y con una capa interna roja y externa negra, zapatos y cabello negro estirado hacia atrás, pálido de ojos azules.

Una Impronta diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora