Capítulo 68

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Leah no conocía esta parte tal decidida y detallista pero de actitud severa en Griffin, bien sabía que era unos años mayor que ella pero nunca antes lo había visto actuar de esta forma. Ya hace una hora que había agarrado tomado toda la sobreprotección del mundo para llevarsela a un establecimiento hospitalario pero no era uno especialmente humano.

Claramente no lo iba a admitir, pero aunque se haya imprimado en el hombre invisible y que de paso haya ingresado al verdadero mundo sobrenatural del que vivían los monstruos, eso no significaba que había olvidado por completo la molestia, incomodidad, o ira hacia su ex-prometido, y estar sentados en la sala de espera junto a él, no era su especial agrado aquella noche.

—Leah ya sé cuánto me odias, pero ahora mismo fija tu mirada en otro punto, no estoy de humor —bramó Sam con una actitud tan gélida, arisca y desinteresada hacia ella.

La ira calentó su piel.

—No te soporto.

Sam dirije su mirada fija en ella.

Quédate en silencio.

Leah abrió su boca con total indignación al escucharlo pronunciar esa frase con la voz Alfa, induciendo a su cuerpo a seguir la ordenanza. Si las miradas ahorcaran en vez de las manos, ahora mismo Sam estaría ahorcado entre sus manos.

Ambos se quedan estáticos y tensos en cuánto ven pasar a un tipo con gorgoñas en la cabeza, parecía ser un doctor por la bata y estetoscopio que llevaba colgado. Este parece entrar a la sala donde estaban en espera Mavis y Griffin, cuando cierra la puerta vuelven a quedar mas calmados.

—Tenía serpientes formando parte de su cabello... —dijo Leah en un murmullo fascinada.

—¿Será algún doctor de cabecera de Mavis?—se preguntó intrigado Sam, al notar como el alivio cruzó los rostros de Griffin y su impronta en cuánto lo vieron entrar en el consultorio.

—Probablemente así lo sea. Después de todo ellos conocen más este lugar particular que nosotros mismos —opinó Leah, viendo distraídamente el final del pasillo por donde pequeños niños fantasmas pasaban en compañía con una mujer de vestido blanco.

Sam suspira aceptando esa probabilidad contundente, sin embargo, entre sus pensamientos aún está la única duda que lo mantiene tenso y molesto: «¿Porqué no puedo estar en la consulta con mi novia? Maldito seas hombre invisible»

Las horas pasaban tan lento fuera en el pasillo, comparado a lo que se desarrollaba dentro del consultorio. Mavis se encontraba mordiéndose la uña de sus mano derecha, nerviosa.

—Gracias por disponernos la ayuda, Deuce. Esto me tiene demasiado tenso —agradece Griffin mientras se rasca la nuca bastante nervioso.

—Tranquilo amigo —responde con voz relajada el doctor con gorgoñas en la cabeza, manzas y tranquilas. El hijo de Medusa actualmente era el mejor doctor del hospital Monstradamus, un hombre hecho y derecho.— ¿Podrían contarme qué los trae hoy con tanta preocupación?, para empezar digo.

—He vomitado.

El doctor Deuce anarca la ceja al escuchar aquello.

—¿Y qué más?—pregunta mientras escribe en su recetario.

—En mi opinión fue por disgusto. Y he estado usando los condones humanos y condones de la tienda Monstree Market. —comenta Mavis con tranquilidad.

—¿Has tenido otros síntomas? ¿Se ha repetido o es la primera vez que ocurre?—pregunta el Dr. Deuce.

—Solo fue una vez. Osea hoy. Pero no, no he sentido otros síntomas.

—Los condones humanos pueden fallar ¿no? Puede estar embarazada, ¿Verdad?—pregunta Griffin tenso, mientras reubica su lente mejor en el puente de su nariz.

Una Impronta diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora