Sam Uley, el imponente lobo negro, patrullaba incansablemente los bosques de La Push en medio de la noche. Cada paso resonaba con un eco de frustración y deseo reprimido. La distancia de su impronta, Mavis, comenzaba a cobrar factura. Era como si una parte esencial de su ser estuviera ausente, dejándolo incompleto y desganado.En la forma humana, Sam estaba igual de irritable. Sentado alrededor de la hoguera con los demás de la tribu, sus cejas estaban permanentemente fruncidas y sus respuestas eran cortantes.
-Hey, Sam, relájate un poco -intentó bromear Paul, pero el alfa solo le lanzó una mirada fulminante.
-¿Relajarme? ¿Y cómo se supone que haga eso, Paul? -gruñó Sam, su voz cargada de una mezcla de enfado y agotamiento.
Paul, no siendo uno que retrocediera fácilmente, se encogió de hombros con una sonrisa desafiante.
-No es mi culpa que tu chica te haya dejado colgado. Pero, oye, alguien tiene que ser el chivo expiatorio, ¿no?
Sam se levantó de golpe, sus puños cerrados a los costados. La tensión en el aire era palpable, y los otros miembros de la manada observaron con cautela.
-No te atrevas a hablar así de Mavis -advirtió, sus ojos brillando con una intensidad peligrosa.
Paul levantó las manos en un gesto de rendición, pero la sonrisa seguía en su rostro.
-Tranquilo, alfa. Solo digo que tal vez Jared debería haber llevado una buena paliza antes de irse. Así aprendería a no dejarnos a todos aquí aguantando tu mal humor.
Sam resopló, su enojo transformándose en una determinación fría.
-Cuando Jared regrese, más le vale tener una buena explicación. Y si no, ten por seguro que va a lamentar haberse ofrecido voluntario para este viaje.
Los otros miembros de la manada intercambiaron miradas incómodas, conscientes de que la tensión no disminuiría hasta que Mavis estuviera de vuelta.
Más tarde, durante una de las patrullas nocturnas en su forma de lobo, Sam se detuvo en un claro, levantando la cabeza hacia la luna llena. Un aullido largo y melancólico escapó de su garganta, un lamento por la ausencia de su otra mitad.
Sam necesitaba a Mavis. Cada segundo sin ella se sentía como una eternidad, y su corazón latía con la esperanza de que el día de su regreso llegara pronto. Hasta entonces, seguiría siendo un gruñón enojado y desganado, descargando su frustración en las patrullas y en los pobres miembros de la manada que tuvieran la mala suerte de cruzarse en su camino.
[...]
La noche en el templo de Zorah estaba envuelta en un silencio solemne, interrumpido solo por el suave susurro del viento entre los árboles, como no sentía el frío de la noche ni del tiempo. Mavis se encontraba sentada en la entrada del templo, mirando al cielo estrellado. La charla con Rei y Jared le había dejado un nudo en el estómago, pero sabía que debía ser fuerte. De repente, un sonido familiar rompió la tranquilidad de la noche: un aullido largo y melancólico que resonó en el aire, penetrando profundamente en su corazón.
Era él. Sam.
Mavis cerró los ojos, permitiendo que el sonido la envolviera. Podía sentir la desesperación y la necesidad en su llamado. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas de sangre, opacos y ligeras como si fueran lágrimas normales. y una sensación de aflicción la embargó. Quería estar con él, quería consolarlo y asegurarle que pronto estarían juntos nuevamente.
Suyo. Él era suyo, y ella era suya. Esa conexión era inquebrantable, pero la distancia la hacía sentir como si una parte de su alma estuviera perdida.
Con los ojos cristalizados, Mavis susurró al viento, esperando que de alguna manera sus palabras llegaran hasta Sam.
-Pronto estaremos juntos, mi amor. Resiste un poco más. Estoy aquí, siempre contigo.
Las lágrimas rodaron por sus mejillas, brillando a la luz de la luna. Deseaba poder comunicarse con él directamente, para que supiera cuánto lo extrañaba y cuánto ansiaba estar a su lado.
Al escuchar el aullido, Jared salió del templo y se acercó a Mavis, colocando una mano reconfortante en su hombro.
-Mavis, él lo sabe. Sabe que lo amas y que volverás a él pronto -dijo Jared en un tono suave, tratando de consolarla.
Mavis asintió, tomando una profunda respiración para calmarse.
-Es solo que... duele tanto. Quiero estar con él ahora mismo. -Su voz temblaba, cargada de emoción.
Jared la atrajo hacia él en un abrazo reconfortante.
-Y lo estarás. Muy pronto. Hasta entonces, él estará esperando, sabiendo que lo amas más que a nada en el mundo.
Mavis se aferró a Jared, permitiendo que su consuelo la envolviera. El aullido de Sam aún resonaba en sus oídos, y ella cerró los ojos, imaginando que sus brazos estaban envueltos alrededor de él, dándole la fuerza que necesitaba para soportar la distancia. Pronto, muy pronto, estarían juntos de nuevo.
ESTÁS LEYENDO
Una Impronta diferente
FanfictionCRÓNICAS DE AMOR Y MAGIA SOBRENATURAL - TOMO#1 Mavis Drácula emprenderá una nueva aventura, lejos del Hotel Transylvania. Su instinto dicta un lugar perdido del mundo, un pueblo pequeño llamado Forks, Washington. ¿Qué encontrará siguiendo su instint...