Capítulo 35

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[FEBRERO — 2 O O 5]

Sam miró con una sonrisa a su impronta que se encontraba trayendo algunas cajas sin drama alguno. Parecían pesadas pero no por como Mavis lo llevaba, sobre sus manos como si fueran plumas. Habían decido tras volver de Transylvania, hacer oficial su mudanza "temporal" de las cosas importantes que ella necesitara para iniciar en perfectas condiciones las prácticas auxiliares en la escuela de la Reserva, aunque para eso ya solo faltara una semana y media.

A finales de enero habían vuelto, y las cosas se habían solucionado tanto como se pudiera haber dado. Oficialmente eran pareja, con la aceptación de sus tíos y Drácula, aunque según Mavis: "Aun te falta conocer al abuelo, sé que querrá dar su bendición o maldición en relación a nuestra relación. Es muy protector y me adora." Así que, probablemente en las próximas fiestas conocería al abuelo Vlad.

Sam sonríe aliviado. Había logrado lo mejor de dos mundos, literalmente hablando. Tener una amistad con un hombre con cabeza de lobo, ser salvado y traumatizado en ambas partes por Blobby de Drácula. Y ser apretujado hasta la medula por los abrazos del Tío Frankie, como también ser atendido por vendajes por parte de la Momia.

—¿Y esa sonrisa?—pregunta curiosa Mavis, ya sin cajas en sus manos.

—Las fiestas que compartimos me hicieron sentir tan diferente. Fue divertido, aunque hubiera sido bueno que me advirtieras un poco de la característica física de Blobby. —expresa Sam, recordando aquello con una acidez estomacal. Seguía sintiendo la fea sensación de aquella mucosidad entrandole a sus orejas y boca, después de ese día, estaba seguro que seguía sintiendo cosquillas de aquella mucosidad verde y resbaladiza, saliendo de sus orejas tras dormir.

—Upsi... Jijiji —fue la primera reacción de Mavis, luego se pone de puntitas para besarlo— No tenía tiempo, pero... A la próxima si lo haré. Lo prometo.

—Con ese beso de consolación... Uff, me paga el trauma que ocasionaste, cariño —expresa Sam, disfrutando aún de ese beso que le llena el alma de felicidad.

—Estoy tranquila de que todo haya terminado bien, me preocupaba que tuvieramos que volver con el mal encima de nuestros hombros. —murmura con un brillo especial Mavis— Gracias por seguir optimista.

—Por no huir, querrás decir. Tus tíos saben espantar tal cual, recordaba de las películas —expresa rozando sus narices en un dulce gesto de cariño— Aunque no iba a irme sin ti, eres el vínculo, la criatura mas bella y la vida, que me mantiene sobre la tierra.

Mavis sonríe como una tonta enamorada. Encantada de serlo.

—Me gusta que seas un sol que no quema, y sé que nuestra vida a partir de hoy en más, será una grandiosa aventura —afirma segura, mientras se voltea como para mirar la cabaña— Viviremos juntos, y espero que todo salga bien.

—Sino funciona a la primera, lo haremos funcionar juntos con ingenio, cariño y respeto. Es lo que te mereces y me merezco —expresa Sam.

—Que así sea. ¡Bien! Vamos, ¡Debes darme un tour a detalle de tu casa!—exclama entusiasta.

Sin embargo, Sam la detiene y la atrae como si fuera un paso de tango.

—Lo haré, pero, ya no es solo mi casa, cielo. Es nuestra casa. —corrige con cariño, mientras besa la punta de su nariz, notando como los iris de su impronta se dilatan con emoción.

—Cierto, nuestra... Casa —murmura Mavis, con una voz entrecortada con la emoción ahogando a tope.— Vamos a conocer juntos nuestro hogar.

Y con esa sentencia. Afirmación. Decreto. Ambos entran a la casa con las ultimas cajas, con la camioneta estacionada y asegurada, sintiendo por primera vez. Como la vida, empieza a tomarse un ambiente diferente al cerrar las puertas en intimidad.

Como pareja habían vuelto.

Oficialmente, Mavis Dracula, se mudó a la casa de Sam. Y las cosas, no serían tan color de celeste y mar calmo, sino que un poco turbias vendrían las corrientes de este punto en adelante.

Una Impronta diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora