Capítulo 62

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MARATÓN 3/6

El tiempo que tomó volver a Forks, fue el suficiente como para notar la diferencia de desgaste por la distancia del lazo físico con Jacob. Le costaba comer, socializar y hacer sus actividades diarias. Visitar a su padre era un gran peso, ser alojado en la cabaña del Alfa Uley no era de su agrado, más cuando la impronta de este fuera un chupasangres.

Jacob había agarrado un odio hacia Bella, y un repudio increíble hacia los Cullen, tal vez no se había llegado a cruzar más de un minuto con alguno de esa familia pero que hayan logrado arrebatarle a su amada fue tal que generó un odio auténtico en su instinto y moral. Controlar a su temperamento era un caos, odiaba a todos, le dolía respirar y vomitaba todo lo que podría consumir en un día. Se odiaba por haber lastimado tan gravemente a su padre y se odiaba por ser el monstruo en el que se había convertido.

Pero lo más pelea le daba a diario, era ver con repugnancia como Paul se comía la boca a su hermana mayor Rachel, quién había resultado ser impronta del maldito.

—¿Podrían ir a comerse la lengua a otro lado? Me dan arcadas —gruñó molesto Jacob.

—Hermano, quieras o no, en esta casa ahora vivo yo. Y Paul es mi novio, deberías entenderme más que nadie —replicó Rachel con una expresión molesta, mientras quedaba sentada sobre el regazo del mencionado—¿Ya sabes cuándo podré conocer a mi cuñada?

—¡Ella no será tu cuñada! Bella debía serlo, pero todos confabulan en mi contra —bufó totalmente molesto empujando la silla del comedor.

—Cuidado con tus acciones Jacob, tu hermana es una impronta y lastimarla no será ni lo primero ni último que verás este día, juro por nuestros ancestros de que si la tribu no te condena, yo lo haré —gruñó en advertencia Paul.

Jacob bufa harto de esas amenazas en su propia casa. Había logrado salir de la casa del Alfa para llegar a la suya y no poder ser libre ni en la suya. Se levantó y salió debilmente de la casa hacia el bosque, odiaba sentirse tan mal sin esa chica de Nile.

Fue pateando cada roca que se encontraba por su camino.

Hasta que sintió un escalofrío en su pies y quedó estático al percibir un aroma dulce, acompañado de cedro, azafrán y un toque suave de incienso de Ámbar. Así como también una tela suave y suelta cubrió sus ojos, deteniendo su caminata por aquella oscura espesura del bosque.

Tenso y nervioso, la sintió dominarlo con solo su cercanía.

—Regresaste.

—Tal como lo juré.

Ambos se mantuvieron en un silencio cómodo, escuchando el viento fresco de la noche envolverlos. Hasta que ella estornudó rompiendo el momento.

Jacob intentó voltearse y quitarse el velo de sus ojos, pero la mujer detrás suyo lo estiró como cuerda.

—Devuelveme la vista —gruñó molesto.

—Sht! A mi no me gruñas, cachorro de lobo —regañó la voz con potencia entonación y clara. Casi melódica a sus oídos.— Lo haré en el momento en que accedas a mi orden, a mi necesidad.

Jacob tembló molesto y quiso deshacerse del velo, pero la mujer lo empuja como si fuera una pluma contra el tronco de un pino cercano. Haciéndolo jadear de pánico y molestia.

—¡Eres abusiva! Déjame en paz.

Sintió el aliento de la mujer muy cerca a su rostro, haciéndolo tragar saliva al olfatear mucho más intensificado el aroma de esa fragancia exquisita que exigía bajar la guardia.

—Eres un terco. Soy Cleo de Nile, hija del Faraón y exijo que me respetes. —susurra delineando su nariz contra el cuello y mandibula del preadolescente con mucha masa muscular.

Jacob sonríe tras las cosquillas que le produce, incomodo intenta empujarla con sutileza.

—Seas hija de alguien o no. No me interesa... —reniega caer bajo su yugo.

Y tras ello percibe como la mujer jadea con molestia. El tiembla bajo esa expresión sonora, más cuándo la mujer parece deslizar algo contra su cuello, este parece encajar como anillo al dedo tras un clic!

—¿Q-qué me has puesto?—gruñó Jacob ante el escalofrío frío invadir y cerrarse muy justo a su cuello.

—Un collar de castidad. Desde hoy en más, me harás caso Jacob Black, porque soy tu imprimación y porque sé como sacarte de este yugo familiar. ¿quieres salir de estás tierras? Accede a mi condición. —sugiere Cleo con una voz tan hipnotizante.

Jacob traga saliva al sentirse sediento.

—Supongamos que tienes razón, ¿Cuál sería la condición?

Percibió tan cerca la sonrisa de su impronta, que supo que había caído en sus redes sin siquiera poder evitarlo.

—Muere para mi. Es lo único que necesito, cumple con lo que necesito, Jacob Black —ordenó Cleo mientras mordía el labio inferior del chico, mientras ahogó el grito del mismo al sentir la punzada horrible en el corazón tras encajar su daga.

—¡Agh! D-duele...

—Lo sé, pero sé que sobrevivirás porque soy inmortal cariño...—susurra mimosa mientras desliza su lengua por la zona sangrante— Cálido y nervioso. No te mataré como crees cariño, solo te modificaré para que puedas sobrevivir sin morir débil.

—¡Y-ya estoy débil por tu distancia! ¡¿que... Que mas quieres?!—exclamó queriendo escapar.

—Quiero erradicar cosas de ti, malas mañas y para eso, deberás ceder a este dolor, es un sacrificio a Isis —contesta Cleo mientras nota como se va curando rápidamente la herida, sonríe encantada— Tu regeneración curativa será muy util.

Jacob con ojos llorosos siente como su cuerpo se debilita completamente bajo el merced de esa mujer egipcia. El temor lo estaba consumiendo, no quería morir joven.

—¿Isis...?—susurró miedoso.

Gran Isis, madre de los dioses, protectora de los enfermos y heridos, te invoco en este momento de necesidad. Concede tu poder sanador para restaurar y curar, pero por sobre todo... Eliminar la maldad de su sangre contaminada, si necesitas erradicar el mal, hazlo. Te ofrecemos su vida para revivir como un fénix especial en esta vida, Oh Diosa Isis —expresó el hechizo que había hecho con la intención clara y oculta para todos.

—¡Espera...! ¡agh!—gimió nuevamente ante el escalofrío horrible que lo hizo escupir sangre de su boca.

—Tu sangre está maldita, cariño... Y para eso debemos bendecirla. Y el método que utilizo no es una común —susurra al besarlo suavemente para ahogar sus quejidos de dolor que se intensifican en esa noche.

Jacob cae de rodillas al suelo. Y lo último que es capaz de escuchar es su corazón dejar de latir. Seguido de una profunda oscuridad engullirlo.

Cleo realizó un sacrificio: derramó sangre envenenada de los Black en ofrenda a la Gran Isis, pidiendo la restauración a la sangre pura. Sacrificó ella a su primer bisnieto con el objetivo de revivir como fenix a su concubino y proximo esposo del Nilo.

Tan solo esperaba que el efecto secundario no fuera tan malo para su concubino, a ella no la afectaría como tal, con sueño atrajo el cuerpo frío de su concubino a sus manos. Al mismo par de introducir el coagulante necesario para el veneno y efecto secundario del sacrificio: el gen momificado de su antiguo amante.

—Dulces sueños, mi pequeño concubino... Cuando despiertes tendrás un nuevo resurgir, ya lo verás.

Una Impronta diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora