Capítulo 38

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—Es simplemente una maravilla este pueblo, saber que recién a partir de junio debo preocuparme por el sol...

Sam la observa divertido, recostado sobre la puerta de su camioneta. Justo a tiempo habían llegado al horario escolar. Aunque en estos momentos, se encontraban esperando un poco al receso, debido a que su impronta se encontraba con mucha energía que liberar por la gran emoción de haberle ido bien las dos primeras materias.

—De igual forma, encontraría la forma para que todo te fuera bien. —dice Sam, mientras la atrae hacia él, para besarle la mejilla cariñosamente.

—Jijiji, es bueno saberlo.

Se acurruca a su novio. Mavis estaba demasiado contenta, había quedado con algunos profesores en que sería la profesora auxiliar en caso de emergencias o ausencia de las materias de: Biología, Historia y Educación Física. Pero que, por mientras podía estar de oyente ayudando a los alumnos que estuvieran lentos entre las explicaciones en materias de cálculo práctico como: Matemáticas o Física. Por lo que, ahora que bien era receso. Todos estaban disfrutando de la libertad, aunque la única diferencia con Forks que tenía la escuela de la Reserva podía ser que tenían receso entre las materias de la mañana y a pocas horas despues se daba la hora del almuerzo. Todos contaban con horario continuado hasta las cuatro de la tarde.

—Ya parad, tortolitos.

Dijo una voz varonil, a modo de queja. El rostro de Jared Cameron asqueado con tanto romanticismo había cortado el rollo ameno entre ambos.

Jared. —gruñó por lo bajo, Sam.

Mavis se sobresaltó en su lugar. Nerviosa por el cambio en el humor de su novio.

—No te esponjes, viejo. —responde fastidiado el nativo Quileute adolescente bastante fisicoculturista de unos aproximadamente un metro ochenta, ojos y cabello carbon.

—Cachorro. No tientes tu suerte. —pide Mavis colocandose mejor frente a la visión de su clic. Como impronta podía calmar a su lobito, pero tampoco podría hacer demasiado frente a muchos jovenes.

Jared la mira indignado por el apodo.

—Me sigue ofendiendo que me digas cachorro, Mavis —aclara resoplando.

—Pero si es lo que eres...

Sam ríe divertido. Aflojando su molestia hacia su hermano de manada. Ya le había explicado porqué ninguno tenía permitido atacar a Mavis, por más vampiro que fuera, ella era una impronta y es ley clara, no dañarla. Más si es su mujer. La mujer del Alfa.

—Mavis, eres malvada.

La joven de ojos celestes ríe divertida.

Sin embargo, el ambiente se tensa un poco, en cuanto Paul llega junto a ellos mirando con cierta aspereza en dirección a Mavis.

—Sam, me largo de aquí. —anuncia el moreno evitando mirarla.

El mencionado lo nota. Molesto se prepara para arreglar el problema.

—Pero si las clases no han terminado aún, quédate un poco... —intervino Mavis— si te sientes incómodo, puedo ayudarte en el problema que tengas.

—No necesito de tu ayuda, sanguijuela.

Sam enseguida lo agarra de la orilla de la remera, con una molestia creciente.

Jared se tensa, y trata de calmar a ambos, ninguno sabía lidiar con los problemas. Aunque ya tenían meses de haber despertado el gen, aún costaba bastante estar cerca de un vampiro como lo era Mavis o cualquier tipo.

—Sam, recuerda, cariño... No pueden pelear aquí. Vayan a solucionar sus problemas al bosque pero aquí no. —pide Mavis suplicante.

Paul gruñe por lo bajo ante la cercanía de ella hacia ellos. Inconforme. Aún no la aceptaba cerca, no veía la diferencia que Sam podía observar en ella.

Vamos Paul. —ordenó Sam.

El mencionado parecía haber logrado su objetivo por lo que, encaró a Mavis con la mirada de astucia. Sin embargo, por instante corto Mavis usó uno de sus dones, la hipnosis.

Irás a clases, serás buen chico y en cuanto termines, buscaras a Sam para ir al relevo. Puedes retirarte—pronunció Mavis con un ápice de molestia en su voz.

Estaba claro que ninguno de los dos iba a llevarse del todo bien. Mavis respetaba a quién le respetara, pero este cachorro iracundo no llevaría la misma manera de convivencia con ella. Jared y Sam tuvieron escalofríos en cuanto escucharon esa voz aterciopelada, seria y ruda.

Paul una vez terminó de escuchar, sintió como su cuerpo cobraba vida propia, intentó evitarlo pero la mirada serial de Sam le dio motivos para callar.

—Iré con él. Jared, cuida de Mavis. —pide Sam a sabiendas que probablemente no estaría para recoger a su impronta luego de las horas academicas. Se acerca a su novia, y besa su sien, susurrandole:— Nos vemos en casa, y si me es posible, vendré por ti con este asunto solucionado...

—A la orden mi capitán —bromean Jared y Mavis, intentando liberar tensión del ambiente entre ellos.

Sam asintió con una sonrisa de soslayo. Para seguido ir detrás de Paul.

—Diablos señorita. Usted si que me da escalofrios como esas historias de terror de monstruos —expresa Jared burlón, mientras se abraza a sí mismo.

—Jajaja Santa rabia, y usted es un buen observador. Vamos, Joven Cameron, también debemos volver a clases —sugiere Mavis.

Jared asiente y la sigue también. Hasta que ambos se separan entre el pasillo en dirección a sus respectivas aulas. Ese día anunciaba seguir siendo aventurera, llena de emociones.

Una Impronta diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora