Capítulo 34

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[ ENERO ]

Sam se sentía muy cansado, agotado y hasta se sentía bastante gordo aunque se cuerpo lo consumiera al estirar las patas por los alrededores. Las semanas volaban literalmente por encima de sus hombros, desde las continuas pruebas que su suegro le ponía en el día hasta las salidas de desahogo con sus nuevos amigos. En el corto lapso de tiempo, hablar con Frankenstein era bastante llevadero saber lo que hacían durante todo el año y por donde se paseaba con su esposa por el mundo, sus consejos y sus bromas risueñas pero por sobre todo el humor tan extrafalario que como monstruo se llevaba en sangre.

—Estos días han sido de fábula. —murmuró en voz alta.

Mavis se encontraba sentada en el marco de piedra del ventanal. Observándolo curiosa.

—¿Como así, precioso lobito? —preguntó interesada en ese nativo de buenos biceps. Toda una barrita de chocolate deliciosa.

—Hoy salí a estirar las patas con Wayne en una carrerita de velocidad. Y Frankie me salió con varias cuestiones que me hicieron sentir doméstico, un perro domestico —confesó Sam, lejos de estar molesto, aquello de cierta forma le causaba gracia.

—Mmm, ¿A qué te refieres, Sam?

—Me agarró entre sus grandes brazos y acarició como si fuera un husky siberiano, un perro literalmente. Me dijo que mi pelaje era hermoso y me rascó detrás de una oreja, el reflejo era obvio, ese rabo peludo cobró vida propia y no es porque me dejara mimar sino que solo pasó. Hasta me quedé en shock, ninguna persona existente o conocida me había tratado así —respondió Sam avergonzado.

—jijijiji~ —las risas de Mavis salieron sin poder evitarlo— Vaya, hubiera estado super estar allí para verlo.

—Entonces te divierte mi estado vacacional...—dice Sam, sentandose en la orilla de la cama en un ataque de adrenalina y felicidad dada por su impronta con su sonrisa.

—Así mismo. Soñaba con verte libre, me alegra que mis tíos se apiadaran de tus buenas intenciones. —expresó Mavis, mientras se acercó en un parpadeo a él. Sentandose en su regazo.

—A mi también me alegra, aunque sea estando de lobo por estos lares me dejan disfrutar con su compañía. —comenta mientras acaricia suavemente la mejilla de su impronta y cabello— Aunque aún sigo sin entender el idioma de Blobby.

—Oh, es que debes aprenderlo a través de sus clases veraniegas de idioma slime, que los da al cumplir un siglo más de vida. Se asiste a un pantano especifico para aprender del idioma, no es uno sencillo por lo que se requiere años de experiencia para entenderlo, aunque Wayne dice que solo hay que imaginar que podría decir entre tanto balbuceo —explica Mavis mientras sonríe encantada con las caricias de su cariñoso lobito.

—Eso es interesante. Sería bueno asistir en algun momento—admite Sam. «si me sobrara tiempo como lo tenemos ahora sería de lujo asistir»pensó, recordando que faltaba poco para volver a Forks y su estadía en la tribu.

—En algún momento podremos. Solo habrá que tener paciencia, se nota perfectamente que tu trabajo como líder de la manada de lobitos de la Reserva te consume todo el tiempo libre que tienes, por lo que, calma, ya llegará el tiempo perfecto de entender por tu cuenta a Blobby —Mavis le palmea suavemente el pectoral a su pareja, a modo de consuelo. Besando un poco esos labios que tanto ama sentir cálidos.

—Gracias por entenderme tan bien, erea muy intuitiva y detallista, Mavis. Me encantas, preciosa —agradece Sam correspondiendo el beso en un gruñido suave de disfrute. Las caricias siempre serían un placer.

—La fiesta de navidad pasó tan rápido. Aunque se entiende que al disfrutar en familia y divirtiendonos, este tiempo nos pase veloz. —admite recordando la cena familiar donde todos festejaban la nieve caer por Transylvania, adornando los techos del hotel. Al igual que la hermosa experiencia de armar un muñeco de nieve con Sam.

—Es así cuando se disfruta. Aunque creo que tu padre puede ser un excelente ejemplo a seguir. Si algún día tenemos una pequeña igual de hermosa que tu, sé perfectamente que la protección y refugio nunca le faltara ni en nuestros brazos ni en los de su abuelo —admite agradecido. A pesar que había sido hostigado, cuestionado y puesto a prueba innumerables veces por Drácula, en cada una de ellas demostró ser lo que en verdad es: humano que sabe aceptar su error, lobo que protege a su hembra y consigue su alimento para ambos, y finalmente la criatura sobrenatural que es para batallar peleas de enemigos que eran una nimiedad para él.

Había fallado y sido victorioso, pero sabía perfectamente que nunca le caería exactamente bien a su suegro porque la existencia de un hombre en pocos meses de conocerse no era común ni para nada fiable. Se ganaría la confianza y la oportunidad de vivir junto a su impronta y compañera en cada visita, lugar y tiempo.

—Sé que mi papá quiere lo mejor para mi, por lo que sé cuan duro ha sido contigo y me apena no poder evitarte tanta tensión pero siento que es algo que por el orgullo de hombres deben luchar. Pero, por favor, no se pasen de los límites, si se pelean ambos quedaran derrotados. No se los perdonaré, no me pondré de ningun lado, me iré a Suiza sin ninguno —expuso seria, Mavis.

Sam tragó saliva ante esa advertencia pasiva de su impronta, aceptando que en cuanto se le fuera de las manos esto, debiera parar siendo roto su ego o no.

—He captado el mensaje, cariño. Prometo retirarme si la cuestión se pone tensa.

—Perfecto. Ahora descansa, iré a mi habitación y nos vemos pronto.

—No veo el momento en que lleguemos a mi casa... —murmura besandola cortamente, necesitado de más amor.

—Calma, pronto pasará las festividades de año nuevo y volveremos a nuestra vida cotidiana —ella contesta risueña.

Sam sonríe en paz.

—Buenas noches, y que así sea pronto.

Mavis salió volando de la habitación convertida en murciélago, perdiendose en la espesura de la noche. Y Sam cayó rendido a la cama, soñando tantas cosas que anhelaba tener pronto.

Una Impronta diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora