Capítulo 77

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Había pasado una semana desde la boda de Bella y Edward Cullen. El recuerdo del evento aún era fresco en sus mentes, y la luna de miel había sido todo lo que Bella había soñado. Sin embargo, en esos días posteriores, Edward había comenzado a notar algo inquietante en Bella.

Una noche, mientras Bella dormía profundamente a su lado, Edward escuchó sus balbuceos entre sueños. No era raro que Bella hablara dormida, pero esa noche sus murmullos eran diferentes. Sus palabras eran fragmentadas, pero Edward pudo distinguir algunos nombres y frases sueltas.

Cleo... no... Jacob... no te acerques...

Edward frunció el ceño, intentando entender. Sabía que Bella había tenido ciertos roces con Cleo en la boda, pero no había pensado que esos encuentros superficiales pudieran afectarla tanto. Además, cualquier mención de Jacob siempre le generaba incomodidad y molestia. A través de los años, los rumores en el instituto, particularmente los comentarios de Jessica, le habían dejado claro que Jacob se sentía atraído por Bella y que habían pasado tiempo juntos en la playa.

Mientras Bella seguía hablando en sueños, Edward permaneció en silencio, escuchando atentamente.

Edward... no la quiero cerca... ella... algo... no confío...

Las palabras se desvanecieron en murmullos ininteligibles, pero el mensaje era claro para Edward. Bella estaba lidiando con sentimientos rencorosos e incómodos hacia Cleo, aunque no fuera plenamente consciente de ello. Además, la mención recurrente de Jacob encendía una chispa de celos y desconfianza en Edward, sentimientos que intentaba mantener bajo control.

A lo largo de las semanas siguientes, Edward comenzó a notar otros indicios. Bella hablaba ocasionalmente de planes para el futuro, dejando escapar comentarios que denotaban su incomodidad con Cleo. No siempre era directo, pero Edward captaba la sutilidad en sus palabras. También notaba que Bella estaba más distraída de lo habitual, perdiendo el hilo de las conversaciones y mirando al vacío con una expresión de frustración contenida.

Una tarde, mientras paseaban por el bosque, Bella mencionó casualmente:

—Quizás deberíamos organizar una cena con nuestros amigos... pero tal vez sería mejor no invitar a Cleo. No quiero que Jacob se sienta presionado a traerla.

Edward se tensó ligeramente al escuchar el nombre de Jacob, pero intentó mantener la calma.

—¿Jacob? ¿Y por qué estaríamos invitando a Jacob? —preguntó, tratando de no dejar que su molestia se filtrara en su voz.

—No, es solo que... bueno, ella tiene una manera de... —Bella se detuvo— no sé, provocarme. Siento que está tratando de demostrar algo —pero al final respondió sorprendida por la pregunta directa.

—Bella, ¿hay algo más que quieras decirme sobre Cleo y Jacob? Parece que esto te afecta más de lo que pensaba. —Edward la miró fijamente, su preocupación mezclándose con una pizca de celos.

—No, es solo que Cleo es... diferente. No quiero que Jacob esté cerca de nosotros si ella está presente. Es como si ella tuviera una vida oculta. —Bella suspiró, sabiendo que había tocado un tema sensible.

—Entiendo, amor. No tienes que preocuparte por Cleo ni por Jacob. Lo importante es que estemos bien nosotros. Si algo te molesta, siempre podemos hablarlo —Edward asintió, abrazándola.

Pero la verdad era que Bella no podía dejar de pensar en Cleo.

«¿Cómo podía esa chica, con su aire de superioridad y misterio, ser la impronta de Jacob? Bella no podía aceptarlo. Sentía que Cleo le estaba robando la atención y el cariño de Jacob, algo que, aunque nunca admitiría abiertamente, aún deseaba tener. Recordaba los momentos en la playa, las risas compartidas, y cómo Jacob siempre había estado ahí para ella. Ahora, todo eso parecía estar siendo arrebatado por Cleo.»

En sus pensamientos más oscuros, Bella se sentía envidiosa.

«No podía soportar la idea de que Jacob pudiera amar a otra persona tan profundamente. Era una conexión que ella nunca podría romper, y eso la llenaba de una frustración silenciosa.»

Su comportamiento comenzó a reflejar sus pensamientos. Se mostraba más distraída, a veces distante, perdiendo el hilo de las conversaciones y mirando al vacío con una expresión de frustración contenida. Edward lo notaba, pero no quería presionarla. Sabía que Bella necesitaba tiempo para procesar sus sentimientos.

Esa noche, mientras Bella dormía nuevamente, Edward reflexionó sobre lo que había aprendido. Sabía que los sentimientos de Bella hacia Cleo no desaparecerían fácilmente, y la mención de Jacob solo complicaba más las cosas. Sin embargo, estaba decidido a apoyarla y protegerla de cualquier incomodidad. A medida que su relación se fortalecía, Edward comprendía que, aunque su amor era eterno, aún debían enfrentar juntos los desafíos cotidianos y humanos, incluyendo las inseguridades y rencores que surgían en el camino.

Una Impronta diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora