Capítulo 55

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Los tres nativos Quileute pudieron ver como Mavis se había retirado bruscamente hacia el bosque, justo después de que Sam estacionara la camioneta negra.

—¿No irás tras ella, Sam?

El Alfa frunció y tensó la mandíbula.

—No.

—¿Qué?—exclamó Jared.

Paul tomó los nervios a modo de ataque, agarrando a su Alfa por la orilla del cuello de la remera blanca.

—¿Cómo que no? ¡Ella te necesita! —gruñó enfurecido.

—Sé perfectamente lo que mi impronta necesita, Paul. Y por eso no iré tras ella.

Jared y Paul se miran incrédulos, hasta molestos por la forma tan apática de Sam, totalmente desconcertados.

—¡Me exigiste tanto cuidarla como un igual y ahora me dices esto!—brama Paul totalmente enfurecido.

Jared trata de alejar a Paul del Alfa, no era bueno que lo enfrentaran.

—Y estoy agradecido infinitamente por esa oportunidad que le diste, pero debo irme —empuja Sam a los dos, yendo directamente a la camioneta, aunque apenas estira la puerta abriendola, Paul la cierra de golpe.

—Dame una mísera explicación del porque no iras a por ella.

Sam sonríe agradecido porque el mal carácter de Paul vaya dirigido hacia el bienestar de su mujer.

—Debo tomar cartas en el asunto con los ancianos de la tribu, esto no puede esperar más.

Jared se queda estático del otro lado de la camioneta, mientras que Paul le cede el paso, boquiabierto.

—Hmp, entonces vete. La cuidaremos.

Sam asiente, entra a la camioneta y retrocede, para luego redirigirse hacia la dirección de la cabaña Black.

—¡Mierda Paul, date prisa!

Ambos se dirigen rápidamente a cumplir con la palabra, aunque se habían olvidado el detalle importante, si Mavis se convertía en murcielago no tendrían oportunidad de alcanzarla.

Siendo así como ambos transmutar en un solo salto por el leve rastro de su aroma por el bosque.

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Una gran roca se estrella contra el risco de Beach Push, creando que las simultáneas caidas de pequeñas piedras creen ondas en el mar. Una y otra vez, las rocas hacían temblar el suelo y mar. El vuelo siendo murciélago había logrado darle bastante espacio para dejar salir la ira del momento sin ningún daño colateral.

Realmente ni siquiera sabía como había podido morderse la lengua para no reventar en enojo frente a la humana ni siquiera en camino dentro del auto.

«Gracias papá por enseñarme a ser mejor que los demás»pensó con un orgullo, mirando al cielo.

Pero luego retomó su caminata ansiosa, de un lado a otro. Totalmente molesta, con los ojos rojos.

—Odio tener la razón, pero se lo dije.

Gruñó frustrada agarrándose el cabello al recordar la charla con la hija de Charlie, de solo recordar el minusculo roce de su piel queriendo conseguir respuesta acerca de su naturaleza la hacía sentir tantas ganas de hacer que se pierda.

—Pero si hago eso, Charlie sufrirá. Es buen hombre, lástima que tenga una hija estúpida. —se queja deteniendo su caminata de pisadas pesadas que movían la arena roja con tanta facilidad— ¡Agh! ¡Maldita curiosidad humana! —blasfemó iracunda con sus colmillos fuera.

Una Impronta diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora