Capítulo 36

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Acostarse en esa cama, era una experiencia diferente, estar acurrucada en la cama de Sam sabiendo que no había motivo alguno por la que escaparse a hurtadillas hacia su hogar a media noche. Antes de mudarse a esa casa, era el nativo Quileute quién iba a dormir a su casa, donde no tenía problema de compartir cama con él. Pero estar en la cama del hombre de su existencia, sentirlo dormir profundamente tras estar ordenando sus cosas en esa acogedora cabaña era una sensación curiosa.

Verlo dormir, no se podría catalogar como acoso. Ella es su novia, vivían ahora exactamente en la misma casa, compartían cama y aunque quisiera, algún día compartirían heladera. Pero, eso aún estaba en un: próximamente. Le daba miedo de que su novio pudiera tomarse su botella de sangre pensando que posiblemente fuera algun jugo de arándanos o frutilla, sabiendo que no podría serlo a menos que ella lo dijera.

Se abstuvo el suspirar. Acurrucó su cabeza sobre ese pectoral desnudo y cálido, sonrió feliz.

«Nunca antes hubiera pensado dormir en la cama de un hombre. Claro, que no fuera en broma con papá.»pensó chistosa ante lo diferente que podría ser compartir una casa con alguien mas que no fuera su familiar fraternal.

Escuchando el suave sonido de los latidos de ese corazón fuerte y sexy. Besa dulcemente en esa zona particular, encantada de ese calor diferente a su temperatura.

«Si alguna vez me hubieran dicho que iba a poder tocar el sol sin que me quemara. Hubiera sido un problema grave para papá pero ahora, ya soy lo suficiente lista como para saber que esto no es peligroso para mi.»pensó graciosa.

En definitiva. Esa noche no podría siquiera intentar dormir, aunque aquello no fuera expresamente necesario para ella. Iba a despegarse de Sam para ir en busca de algo que hacer, sin embargo, unos grandes brazos la atraparon y ocultaron bajo su cuerpo.

—Desde hace rato que llevas inquieta. —susurra Sam con voz raspoza y adormilado— ¿Necesitas algo cariño?

No, no, vuelve a dormir. Shh, por favor. Ni siquiera me he movido —susurró nerviosa, mientras intentaba hacerse de casi la dormida, más por vergüenza de haber sido pillada.

—Mavis, si no te duermes y quedas quieta buscaré una forma para relajarte. Y no sé si nos convenga, en unas horas debes...—se le escapa un bostezo— entrar a la jornada estudiantil, y presentarte...ah... a la escuela de la Reserva.

Escuchar cada frase ronca, rasposa y somnolienta le hizo sentir demasiada pena que hasta pudo percibir que era contagiada. Bostezando por reflejo poco después del suyo. Lo cual si que era un caso... ¡inedito! Ella no podía tener sueño, o era acaso la ¿Magia del bostezo? Lo había leído en libros pero no que fuera cierto, sino que un mito.

—Durmamos. En otra vez me muestras eso del otro método para dormir... —murmura resignada a quedar en ese abrazo posesivo de su novio.

Sam sonríe de soslayo al escucharla. Ella lo nota, pero decide ignorar la curiosidad para hacerlo descansar un poco más, una vez despertaran las actividades propuestas para la mañana serían puestan en pie.

Sin embargo, un pequeño sonido emergió entre aquella habitación de cortinas oscuras cubriendo la ventana.

Blah blah blah~

Blah blah blah~

Blah blah blah~....

Sam resopló y evitó con mucho más ímpetu que no se salie de entre sus brazos. Besandola en su cuello.

—Duerme conmigo, mañana verás qué fueron esos mensajes...

Mavis soltó una risita al escuchar su ringtone de su papá diciendo: Blah Blah Blah. Ese era la mejor grabación del mundo, Gracias a Murray.

—Concuerdo contigo, ahorita estoy muy cómoda aquí. —admitió mientras se acurrucaba aún mas hacia él.

Sam la había abrazado así para evitar que el amanecer la quemara. Aunque el sol fuera muy perceptible, era un elemento que podría lastimar a su compañera y eso no se permitiría a experimentar.

—Dulces sueños mi cielo...

—Dulces sueños...

Y así, ambos cedieron al sueño.

Mientras tanto en el celular de Mavis se notaba la notificación por la pequeña ventana del nokia.

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Cleo de Nile.

Una Impronta diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora