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Al día siguiente, Yoongu emprendió viaje de vuelta a la ciudad, tomando el tren de la tarde.

Tras su intento fallido de convencer a Dan para que regrese, el pelinegro llevaba un peso en el corazón. Tenía un manojo de diferentes emociones en ese momento, su expresión reflejaba preocupación y un atisbo de desaliento. A pesar de su persistente esfuerzo, no logró persuadir a Dan de volver, y esto lo atormenta.

Con el sobre que Dan le entregó firmemente entre sus manos, Yoongu se preguntaba sobre que fue lo que tuvo  que ocurrir para él tener que deberle dinero a Jaekyung... No era de su total incumbencia, pero tenía esa semilla de curiosidad empezando a germinar en su interior. Y así se iba a quedar, finalmente guardó aquel sobre en su mochila.

Mientras el tren avanzaba por los rieles, Yoongu miraba a través de la ventana los cambiantes paisajes con una mirada perdida. Aunque la belleza del entorno podría traerle comfort y calma en otro momento, su mente estaba totalmente ocupada con pensamientos sobre Dan y sobre cómo ayudarlo.

La firmeza de Yoongu se hacía fuerte con cada kilómetro que pasa. Aunque el camino para ayudar a su amigo parezca incierto, él estaba más que decidido a encontrar una solución. En su interior, sabe que no descansaría hasta demostrar a esos idiotas que Dan es completamente inocente.

Yoongu, después de unas horas, se bajó del tren en la estación con un suspiro de alivio.

La familiaridad del bullicio de la estación contrastaba bruscamente con la serenidad de los campos que dejó atrás. Caminando por el andén, observaba a las personas apresuradas que se mueven de un lado a otro, cada una con un destino propio y urgente.

Tomó un taxi hacia el gimnasio, durante el trayecto, Yoongu se sumió en la vida agitada de la ciudad. A través de la ventana del taxi, observa los altos edificios y las calles llenas de automóviles y luces, un paisaje tan distinto al apacible entorno rural en el que creció y del que hace unas horas partió. El ruido de los motores y el constante murmullo de la ciudad envolvían sus sentidos, recordándole lo lejos que está de su hogar.

A medida que el taxi avanza, Yoongu no puede evitar sentir una sensación de nostalgia por la tranquilidad de su pueblo natal. Los recuerdos de campos verdes y aire fresco llenan su mente, ofreciéndole un respiro momentáneo en medio del caos urbano.

Finalmente, llegó al gimnasio, donde el ajetreo y el bullicio de la vida citadina parecen desvanecerse por un momento. Mientras entra por la puerta, una sensación de familiaridad lo envuelve, recordándole que, a pesar de las diferencias, siempre hay un lugar al que puede llamar hogar, incluso en medio del ajetreo de la ciudad.

— Ja... Miren quién llegó... Y el traidor viene atrás... Supongo ¿No? — dijo uno de los que notó que Yoongu había entrado al recinto.

— Sí, lo encontré, se encuentra relativamente bien... Intenté convencerlo de que nvolviera, y contara su version, pero no piensa volver a un lugar donde ya no es bienvenido nuevamente — comentó Yoongu, cortando de raíz cualquier expectativa de alivio entre los presentes.

— ¡Mejor! ¿Quién querría tener a ese idiota cuidándonos? —  se burló uno de los luchadores, desatando risas entre algunos, incluído Jaekyung.

¿Y qué esperabas, que viniera arrastrándose de vuelta? — otro comentó con sarcasmo.

La ira empezaba a burbujear dentro de Yoongu, pero se obligó a mantener la calma

— Suficiente ¿No?... No dejaré que ustedes, gran bola de p*ndejos, se burlen de Dan hyung en mi presencia — advirtió, su voz resonando con una autoridad sorprendente para alguien tan joven.

— Vaya, parece que la papa está caliente... defendiendo al caído — comentó Jaekyung, con su habitual aire de superioridad, no podiendo evitar una sonrisa mordaz con desdén.

Yoongu apretó los puños, sintiendo la necesidad abrumadora de demostrar su valía.

— No tengo miedo de enfrentarme a ninguno de ustedes... Incluído tú, Jaekyung sunbae — declaró el chico, sonando muy firme — Dan es mi amigo, y lo defenderé con mi vida si es necesario.

El gimnasio quedó en silencio por un momento, sorprendido por la ferocidad de las palabras de Yoongu. Algunos se miraron entre sí incómodos, mientras que otros parecían más intrigados que intimidados.

Después de una pausa tensa, Yoongu se dirigió a Jaekyung en privado y le entregó el sobre que Dan le había dado. Jaekyung lo tomó con cautela, observando el papel con curiosidad.

— Y... esto es para ti — dijo Yoongu a Jaekyung, su voz estaba llena de seriedad — Dan me pidió que te lo entregara... No me dijo más — dijo Yoongu, finalmente retirándose el lugar,

Jaekyung, expectante de lo que pudiese tener por dentro el sobre, abrió este con precaución, encontrando una suma de dinero y una nota escrita a mano en su interior. Sus ojos se deslizaron por las palabras, su expresión pasando de la curiosidad al desdén mientras leía.

— ¿Que mierda? — murmuró Jaekyung, sintiendo una oleada de irritación crecer dentro de él.

La nota explicaba que aquel dinero era el primer pago de una deuda, como Dan había prometido en su carta de despedida. Pero en lugar de sentir gratitud, Jaekyung lo interpretó como una burla cruel.

¿Cómo podía Dan atreverse a ofrecer dinero después de todo lo que había pasado y no darle la maldita cara?

Con un suspiro frustrado, Jaekyung guardó el sobre en su bolsillo, sintiéndose más confundido y enojado que nunca, tomó sus cosas y se fue del gimnasio, emprendiendo camino hacia su penthouse.

[FANFIC/AU] Prometo Hacer Las Cosas Bien: ACTO I (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora