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Jaekyung se encontraba en la sala de estar de su infancia, con su uniforme escolar impecablemente planchado.

En sus manos sostenía una hoja de papel, su examen de matemáticas más reciente, con un 99 marcado en rojo en la parte superior. Frente a él, su padre, con una expresión severa y despectiva, lo miraba fijamente.

— ¿Un 99? ¿Por qué no obtuviste un 100? ¿Es que no eres lo suficientemente inteligente o simplemente no te esfuerzas lo suficiente? — sonó aquella voz, fría y cortante, cada palabra una daga que se clavaba en el corazón de Jaekyung — ¿De qué sirve que yo y tu madre nos estemos partiendo el lomo para que tú tengas una educación de más alto nivel si me entregas este... Bodrio de número? Esto... Debería ser un 100... Solo espero que seas el número 1 de calificaciones, y te las vas a ver conmigo si no.

Su madre, de pie a un lado, no decía nada, pero su mirada estaba llena de decepción, lo que dolía aún más.

— Esperábamos más de ti, Jaekyung. Me da vergüenza decir que eres mi hijo.

Jaekyung intentó explicar, pero su garganta estaba seca y ningún sonido salió de sus labios. Se sentía pequeño, insignificante, atrapado en un ciclo interminable de expectativas inalcanzables.

— No hay excusas. Eres un fracaso.

Fracaso

Fracaso

La palabra resonó en su mente, y en ese momento, el sueño se volvió aún más sombrío. Su padre se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a Jaekyung con un sentimiento aplastante de insuficiencia. Su madre simplemente lo miró un momento más antes de seguir a su esposo, dejando a Jaekyung solo en la vasta sala de estar.

Y ahora se vio a sí mismo, en el suelo, mirando a Junmin.

— Pobre de ti, te dije que nunca podrás vencerme, tu reinado ha terminado Emperador, que patético... Termina el trabajo — dijo Junmin en este flashback, viendo una bota estrellarse en su hombro lesionado.

Jaekyung se despertó de golpe, jadeando, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. El sudor frío perlaba su frente, y su primer pensamiento fue el dolor punzante en su hombro. El dolor era tan real como el sentimiento de insuficiencia que había experimentado en su sueño.

Cerró los ojos con fuerza, tratando de apartar el recuerdo de su infancia y el dolor reflejo que ahora sentía.

El sonido de la puerta del cuarto abriéndose le hizo abrir los ojos. El entrenador Park entró, con una expresión de preocupación en su rostro, acompañado por un doctor.

— Jaekyung, ¿cómo te sientes?

Jaekyung intentó incorporarse, pero el dolor en su hombro lo detuvo. Con un esfuerzo visible, se apoyó en la almohada, tratando de no mostrar debilidad.

— Bien, señor Joo... Hemos revisado tu reporte de cirugía. La operación fue exitosa, pero tu hombro quedó muy lastimado. — dijo aquel doctor — Necesitarás seguir un programa de rehabilitación intensivo para recuperar la movilidad completa... Y estoy hablando de... Un año de recuperación, sin entrenamiento, sin peleas.

La noticia cayó sobre Jaekyung como una losa. Aún afectado por la anestesia, su mente estaba nublada, pero la gravedad de la situación era clara. Sus músculos se tensaron y sintió una oleada de ira y frustración.

— Me tengo que ir... En unos minutos regresaré para revisar sus signos vitales — dijo el doctor para finalmente salir de la habitación.

Los ojos de Jaekyung se llenaron de lágrimas, pero se negó a dejar que rodaran por sus mejillas. Mantuvo la mandíbula apretada. El entrenador Park, notando la lucha interna de su pupilo, se acercó y puso una mano reconfortante en su brazo no herido.

— Es por tu propio bien Jaekyung... Ahora intenta descansar, tengo que calmar a los reporteros que están ahí fuera.

Jaekyung asintió lentamente, incapaz de hablar. Secretamente, dejó que una lágrima solitaria cayera mientras se enfrentaba a la cruda realidad de su situación cuando el entrenador salió de la habitación.

Jaekyung sentía un peso aplastante se posaba sobre él, uno que no puede simplemente sacudir y continuar como antes. La noticia era un goleó que te saca el aire de los pulmones de forma tosca y contundente, la identidad que había construido meticulosamente como un luchador invencible y audaz finalmente se había desmoronado. Se sentía impotente, como si estuviera atrapado en un cuerpo que ya no le responde de la manera que está acostumbrado.

La frustración lo consumía mientras reflexionaba sobre todo lo que ha sacrificado para llegar hasta aquí: las horas interminables de entrenamiento, los sacrificios personales y los innumerables obstáculos que ha superado. Todo fue en vano.

Al mismo tiempo, el miedo se filtraba en su mente, temiendo lo desconocido y preguntándose qué será de él durante este año de inactividad forzada.

Estaba perdido, sin rumbo, sin un propósito claro que lo motive a seguir adelante. El pensamiento de estar fuera del ring por tanto tiempo lo llena de ansiedad y dudas sobre su capacidad para recuperarse y regresar más fuerte que nunca. Ahora que lo están obligando a alejarse de eso, de la efímera satisfacción de la victoria, tal vez esas palabras fueron correctas, se acabó para él.

Sabía que el camino hacia la recuperación sería largo y doloroso, pero también sabía que, a pesar de todo, no podía darse por vencido.

— Dan... — dijo en un hilo de voz, y finalmente se quedó dormido, probablemente solamente había dicho eso por la anestesia, ya no sabía si era consciente de lo dicho. Pero estaba seguro que el dolor regresaría en unas horas, así que aprovecharía para descansar sin problemas.

[FANFIC/AU] Prometo Hacer Las Cosas Bien: ACTO I (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora