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Pasados unas semanas, Dan seguía viviendo mientras el tiempo, sus compañeros de trabajo y algunos clientes eran testigos del como su luz interna se iba apagando gradualmente. Ahora, se encontraba todavía más delgado con ojeras en sus ojos, parecía que en las noches no podía conciliar el sueño.

— Dan... ¿Estás comiendo? Pareces más flaco que la semana pasada — dijo Jongho, el chico con el que se llevaba mejor en la gasolinera.

— Sí, Jongho — Dan mintió, la última vez que intentó comer, terminó vomitando... Ninguna comida tenía sabor alguno, apenas sobrevivía con agua y pequeños bocados de onigiris que toma de la tienda... Uno duraba dos días, pero no servía de nada, terminaba vomitando — No te preocupes, estoy bien... lo estoy, lo prometo.

— Bueno... Si eso dices... — dijo Jongho, notablemente preocupado por el estado e su compañero de trabajo.

Pasadas unas horas, el turno de Dan terminó, lo que significaba que tendría que correr hacia la tienda de conveniencia para poder dormir en su escondite improvisado en la bodega del lugar. Lo bueno es que la tienda no estaba tan lejos, solo unas cuantas calles.

Su turno en la gasolinera terminaba a las 3 de la mañana, Entró por la puerta de atrás, y se dirigió a su escondite nuevamente para dormirse.

Hoy su turno en el taller era de tarde-noche, esa noche no debía ir a la gasolinera, era su día libre allí. Entonces, iría al cementerio del pueblo para hacer una pequeña visita a la tumba de su abuela. Necesitaba un consejo... Los acontecimientos recientes en su vida de muerto viviente ahora eran un desastre ya que todos sus amigos en el gimnasio habían venido para hacerlo querer volver al gimnasio.

El cementerio se hallaba colina arriba, por lo que Dan caminó cuesta arriba por una hora, hasta llegar allá. Se podía sentir paz y tristeza a lo largo de los pasillos delimitados por las tumbas, nichos, criptas, columbarios, etc.

El día era soleado pero frío. El sonido de los pájaros y el viento moviendo las hojas de los árboles llenaban el lugar carente de sonido. Dan camina lentamente por un sendero de piedras, llevando un ramo de flores blancas y rosas frescas.

Después de caminar un rato, llegó a la tumba de su abuela, Kim Hyejin, y se arrodilla, colocando las flores con cuidado sobre la lápida.

— Hola, abuela. Te traje tus flores favoritas.

Dan se sienta en la hierba junto a la tumba, mirando la lápida con una expresión de tristeza y añoranza. Saca una pequeña foto de su bolsillo, una foto de él de niño y Hyejin sonriendo juntos, y la última foto de ellos juntos, el día que llegaron al hospicio.

—Te extraño tanto...

Se queda en silencio por un momento, recogiendo sus pensamientos.

— Últimamente ha sido difícil. Compañeros de mi antiguo trabajo vinieron a buscarme, querían que volviera a trabajar con ellos — dijo Dan, haciendo una pequeña pausa, su voz empezaba a temblar — Pero... no puedo olvidar lo mal que la pasé después de las acusaciones. Todos pensaron que era yo el que había saboteado al equipo. Me sentí tan traicionado, tan solo...

Dan baja la cabeza, sus ojos mostraban un dolor indescriptible.

— A veces siento que les fallé a todos, que te fallé a ti. Sé que me dijiste que siempre mantuviera la cabeza en alto, pero es tan difícil, abuela. Sin ti aquí... me cuesta adaptarme a una vida en la que no estás... Desde ese día, mi mundo se vino abajo.

Flashback...

El hospicio estaba en silencio, apenas iluminada por la luz tenue del amanecer. Dan, medio dormido, se levantó de la cama, se colocó su pijama quirurgica del Team Black, de la cual, la filipina, un anciano le ayudó a quitar el bordado del logotipo del equipo y caminó hacia las habitaciones de los ancianos.

— Buenos días, ya va amaneciendo, hoy es café literario, así que es mejor que se preparen con su libro, no tardan en servir el desayuno  — dijo Dan, en un tono de voz suave, abriendo las cortinas de las ventanas, haciendo que algunos señores se empezaran a levantar de sus camas.

Así hasta llegar a la cama donde yacía su abuela, que parecía seguir dormida.

— Abuela, buenos días, ya es hora de despertarse...

Se acercó más a la cama y toca suavemente el hombro de Hyejin. Ella no se mueve. Dan frunce el ceño y la sacude un poco más fuerte.

— Abuela... ¿Abuela?

Se inclina sobre ella, y al tocar su mano fría, un escalofrío recorre su cuerpo.

— Abuela... No es gracioso... Es hora de almorzar

Su rostro se tiñe de pánico y terror.

— No... no, abuela... por favor... No me juegues una broma pesada, vamos despierta... — la voz de Dan sonaba alarmada.

Dan tocó su frente, sus mejillas, sus manos nuevamente, estaba helada. No fue hasta que colocó el dorso de su mano en su nariz, y fue cuando dio con la desgarradora e impactante noticia.

Su abuela ya se había ido.

Dan se desplomó junto a la cama, abrazando a su abuela y llorando desconsoladamente. Otros cuidadores e incluso señores mayores se acercaron a ver que ocurría tras escuchar un grito de desesperación, dolor anunciando la fatídica noticia.

Fin del flashback...

Dan bajó la cabeza, sus ojos mostraban lagrimas y una expresión de dolor completamente pasmada en su rostro. Se quedó en silencio, dejando que sus palabras y pensamientos se asienten en el aire. Mira la foto una vez más antes de guardarla en su bolsillo.

Se seca una lágrima que rueda por su mejilla y toma aire profundamente.

— He intentado seguir adelante, encontrar algún tipo de tranquilidad. Trabajo en la gasolinera y en la tienda, pero nada parece llenar el vacío que dejaste — dijo Dan, llorando mientras la gente iba y venía por el camino de piedra detrás suyo — A veces, solo quiero rendirme, pero entonces recuerdo tus palabras. Recuerdo cómo me dijiste que siempre luchara, que nunca me rindiera... Pero es muy difícil... Me está costando aprender a seguir sin tu guía, tu cobijo, tu consejo, me siento varado en el oceano, no sabiendo que hay arriba o abajo... Ya no sé que es lo que vaya a hacer con mi vida de ahora en adelante...

Dan lloró en silencio, dejando que sus palabras y pensamientos se difuminaran en el aire. Miró la foto una vez más antes de guardarla en su bolsillo. Se levantó lentamente, dándole una última mirada a la tumba antes de alejarse. Mientras se marcha, el sol se asomaba entre las nubes, iluminando el cementerio con una luz suave y cálida, cosa que alguien sumergido en dolor y depresión añora, pero no la siente.

[FANFIC/AU] Prometo Hacer Las Cosas Bien: ACTO I (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora