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Mientras sollozaba y el sol se ponía, el sonido de pasos suaves sobre la arena que se detuvieron cerca de él, llegó a sus oídos. Levantó la vista y vio a la señora Kang. Su rostro mostraba preocupación y ternura.

—Dan, hijo ¿qué haces aquí? —preguntó con suavidad, su voz acariciaba el aire como una brisa cálida.

Dan intentó secarse las lágrimas, pero el dolor en su corazón era demasiado profundo, no podía parar de llorar, y se levantó en su lugar.

—Lo siento, señora Kang... Solo... necesitaba un lugar para pensar — respondió con la voz quebrada — Solo eso

La señora Kang se acercó y se sentó a su lado, su presencia tranquila y reconfortante.

— He escuchado algunos rumores en el pueblo — dijo — Dicen que alguien intentó saltar del puente anoche... ¿Fuiste tú, Dan?

Dan asintió con la cabeza, incapaz de hablar, dejando salir más lágrimas.

— Es solo que... Mi vida ha estado llena de dolor... quería y todavía quiero que esto termine — sollozó Dan, simplemente no podía parar — Ya... estoy... estoy cansado... quiero morir para estar con mi abuela, tal vez muerto seré feliz de una vez por todas y acabar con esta tragedia que llamo "mi vida".

La señora Kang suspiró y puso una mano sobre su hombro.

— No deberías estar solo en momentos como este — dijo con firmeza pero con cariño — Mira... tengo una casita cerca de aquí, justo en la playa... No la uso desde que me fui al hospicio, y está vacía. ¿Por qué no te quedas allí un tiempo? Podrías ayudarme a mantenerla en orden, y no estarías solo.

Dan levantó la vista, sorprendido por la oferta.

— No quiero ser una carga, señora Kang — murmuró Dan, logrando contener un poco sus lágrimas.

—No serías una carga, hijo... De hecho, me harías un favor... Me sentiría más tranquila sabiendo que alguien cuida de la casa — dijo la señora Kang, notando como la mirada apagada de Dan la miraba — Y tú también necesitas un lugar donde puedas sentirte seguro.

La sinceridad en los ojos de la señora Kang le dio a Dan una sensación de calidez que no había sentido en mucho tiempo. Asintió lentamente, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, alguien realmente se preocupaba por él.

— Gracias, señora Kang... acepto su oferta — dijo, su voz apenas era un susurro.

— Vamos hijo, te mostraré la casa... Es un lugar algo pequeño pero es muy acogedor, y la vista del mar es hermosa... Creo que te gustará.

Juntos, anciana y adulto, caminaron por la playa. Mientras avanzaban, Dan sintió una chispa de esperanza encenderse en su corazón. Tal vez, solo tal vez, había encontrado un pequeño rayo de luz en medio de su oscuridad, pero ya no quería creer en utopías pintadas de rosa.

El sonido de las olas era un murmullo constante que acompañaba sus pasos. Llegaron a una pequeña casa de madera, enclavada en la arena, con vistas directa al mar. Parecía acogedora, como si esperara pacientemente a que alguien la llenara de vida nuevamente.

— Aquí es — dijo la señora Kang con una sonrisa cálida, abriendo la puerta y dejándola entrar primero.

Dan miró a su alrededor escudriñando el lugar, notando la sencillez y el encanto del lugar. Había una pequeña cocina equipada, una sala de estar con un sofá cómodo y una mesa, y dos habitaciones. Todo estaba en perfecto orden, como si la casa hubiera estado esperando su regreso.

— Es... es hermosa, señora Kang — murmuró Dan, sintiendo una mezcla de agradecimiento y duda.

— Fue nuestro hogar durante muchos años — respondió ella, caminando hacia una de las habitaciones y abriendo la puerta — Esta era la habitación de mi hija, puedes usarla, afortunadamente todo está en perfecto estado.

Dan negó con la cabeza, dando un paso atrás.

— Es demasiado... Ya he causado muchos problemas con mucha gente...

— No digas eso, hijo — lo interrumpió la señora Kang con una voz firme pero amable — Esta casa necesita a alguien que la cuide, y tú necesitas un lugar para sentirte seguro... No es demasiado... Es lo justo... Y si necesitas irte... Lo comprendo, pero por ahora... Quédate aquí.

Ella se acercó a él y puso una llave en su mano, cerrándola suavemente alrededor de ella.

— Por favor, acepta esto — dijo la señora Kang — No estás solo, y no tienes que enfrentarte a todo esto sin ayuda.

Dan sintió sus ojos llenarse de lágrimas nuevamente, y sin pensarlo, abrazó a la señora Kang. Era un abrazo desesperado, necesitado, que parecía aligerar un poco el peso en su pecho. La anciana lo abrazó con fuerza, transmitiéndole toda la calidez y el consuelo que podía.

— Y prométeme una cosa, Dan — dijo ella, la voz de aquella mujer estaba quebrándose un poco — No intentes hacer lo que hiciste anoche... Mi hija saltó del mismo puente hace muchos años, y el dolor de perderla es algo que nunca desaparece, yo no quiero que nadie más pase por eso.

Dan se quedó en silencio, sintiendo el dolor en sus palabras y la verdad detrás de ellas. Se apartó lentamente del abrazo, mirando a los ojos de la señora Kang y asintiendo.

—Lo prometo — dijo con sinceridad — Haré lo posible por seguir adelante.

La señora Kang sonrió, con los ojos llenos de lágrimas de alivio.

— Gracias, Dan... Ahora, vamos a arreglar todo para que te instales... — dijo la señora Kang, quien traía consigo una bolsa — Dejaron unas cosas tuyas en la comisaría del pueblo... Esta casa está hecha para ser un hogar, y espero que encuentres algo de paz aquí.

Hora y media después, Dan regresó con las pocas cosas que se encontraron los policías en el puente y cuando detuvieron a los asaltantes, y regresó a la casa. Con la ayuda de la señora Kang, ambos comenzaron a organizar las pocas cosas que Dan tenía, preparándose para su estancia en aquel lugar.

[FANFIC/AU] Prometo Hacer Las Cosas Bien: ACTO I (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora