84

487 80 9
                                    

Dan, después de 2 horas de viaje, llegó y entró a su pequeño apartamento en el dúplex y cerró la puerta. La confusión y el remolino de emociones lo abrumaban.

Estando ya dentro, tiró su mochila al suelo y se dejó caer sobre el sillón. Las escena de los besos y el sexo tan... tan... apasionado con Jaekyung se repetían en su mente una y otra vez, como una película que no podía detener.

Finalmente, se levantó, agarró una almohada y la apretó con fuerza contra su pecho. Sin poder contenerse más, lanzó un grito ahogado contra la tela suave. Sentía la frustración burbujear dentro de él, mezclada con un profundo conflicto interno.

— ¡¿Cómo diablos terminé enrollado de esa forma con él?! — murmuró con rabia, mientras golpeaba la almohada torpemente. Sentía que sus pensamientos eran una maraña imposible de desenredar.

— Dios mío Kim Dan, no quería volver a tener ese tipo de tacto con él... — se dijo en voz alta, tratando de convencer a su propio corazón de lo que su mente le decía. Pero la forma en que se besaron, la intensidad en cada toque y embestida y la conexión que sintió, era algo que no podía negar.

— Pero no es lo correcto... — continuó el castaño, levantando la cabeza y mirando al vacío.

Se dejó llevar por la tensión del momento, y aunque en el fondo sabía que debía mantenerse firme, la cercanía y los sentimientos que aún tenía hacia Jaekyung lo habían desbordado.

—¡Maldita sea, Kim Dan! — dijo Dan, quien se estaba regañando a sí mismo, lanzando la almohada contra la pared — Te dejaste llevar... Dicen arriba los fáciles, y puff, te estampas en la luna... Sabes que no deberías, pero... se sintió tan bien...

Se quedó allí, en el silencio, intentando reconciliar sus emociones encontradas. Sabía que debía ser más fuerte, mantener la distancia, pero lo ocurrido la noche pasada con Jaekyung había reavivado algo dentro de él que pensó que estaba muerto.

— Me gustó... y... Aún recuerdo como... ¡Ya cállate Dan!, nada más escucha la barbaridad que estás diciendo... esto no puede seguir así — dijo Dan finalmente, levantándose del cómodo asiento — Tengo que enfocarme en mi trabajo, en pagar mi deuda y en seguir adelante.

Con esa resolución en mente, Dan se dirigió a la cocina para preparar algo de comer, intentando distraerse y encontrar un poco de paz en medio de su caos emocional.

Al día siguiente...

Dan estaba sentado en las gradas del centro de entrenamiento, observando el ensayo final del equipo de nado sincronizado junto a Alex y los demás entrenadores.

Las nadadoras se movían con una gracia impresionante, sus cuerpos creando patrones fluidos en el agua. La música se entrelazaba perfectamente con sus movimientos, y Dan no podía evitar sentirse asombrado por la precisión y la belleza de la rutina.

Cuando el ensayo llegó a su fin, todos en las gradas se pusieron de pie para aplaudir. Los aplausos resonaban en el amplio espacio, reflejando la emoción y el orgullo de todos los presentes. Dan sonreía ampliamente, satisfecho de ver el progreso del equipo.

El entrenador Mark se acercó a Dan, señalando a una de las chicas que había estado ausente por una lesión.

—Daniel, ¿puedes venir un momento? —le pidió el entrenador.

Dan asintió y se levantó, bajando las escaleras hasta la orilla de la piscina. La nadadora en cuestión, Sophie, se acercó a él con una expresión ansiosa.

—Hola, Sophie — saludó Dan con una sonrisa amable— Vamos a ver cómo te encuentras hoy.

La chica asintió nerviosa, en parte de que si Dan daba el visto bueno, podría volver a entrenar, y también porque se le hacía muy guapo Dan. El fisioterapeuta comenzó a hacerle una serie de preguntas sobre su lesión, asegurándose de que no sintiera dolor ni incomodidad. Le pidió que realizara algunos movimientos específicos para evaluar su movilidad y fuerza.

Mientras Sophiee seguía sus instrucciones, Dan notó que Alex y los demás entrenadores observaban atentamente. Él siempre había sido meticuloso en su trabajo, y más porque estaba bajo supervisión y quería asegurarse de que Sophie estuviera completamente recuperada antes de darle el visto bueno para competir.

Después de unos minutos, Dan se enderezó y sonrió.

— Parece que has hecho un gran trabajo en tu recuperación. Creo que estás lista para competir — dijo el ojimiel, recibiendo una sonrisa de alivio y gratitud de la chica.

Los entrenadores asintieron con aprobación, y el entrenador principal le dio una palmada en la espalda a Dan.

—Gracias, Daniel. Sabemos cuánto significa esto para el equipo.

Dan asintió, sintiendo una profunda satisfacción al ver a Sophie unirse a sus compañeras, todas abrazándose y celebrando. Este era el tipo de momentos que hacían que su trabajo valiera la pena.

Volvió a su asiento junto a Alex, quien le dio un codazo amistoso.

— Buen trabajo, Doc Dan — dijo Alex con una sonrisa.

—Gracias, la verdad es que es un placer ver a estos atletas volver a hacer lo que aman —respondió Dan, sintiéndose lleno de orgullo y gratitud por poder contribuir a sus sueños.

— Te entiendo perfectamente

El entrenador Mark se acercó nuevamente a Daniel, con una sonrisa en el rostro.

— Daniel, tenemos algo especial para ti — anunció en entrenador, llamando la atención de todos en la sala.

Oscar, Sam y Valerie se acercaron a Dan con una caja en las manos. Dan los miró con curiosidad y un poco de nerviosismo. Oscar fue el primero en hablar.

— Doc, has sido una parte increíblemente importante de nuestro equipo desde que llegaste, y en nombre de los que entrenamos y trabajan en el centro, queremos agradecerte por todo lo que has hecho y darte la bienvenida oficial al centro — dijo Oscar con una sonrisa.

Sam abrió la caja, revelando un conjunto de trajes de baño oficiales del centro: un speedo y un short, junto con una gorra y unos goggles. Valerie tomó el conjunto y se lo entregó a Dan.

— Esto es para ti, Daniel, es una tradición que tenemos aquí para dar la bienvenida a los miembros oficiales del equipo — dijo Valerie, abrazándolo cariñosamente.

Dan, visiblemente emocionado, aceptó los artículos, sintiéndose profundamente honrado. Alex aplaudía y sonreía, uniéndose a los aplausos de todos los presentes.

— Gracias, de verdad. Esto significa mucho para mí — dijo Dan, su voz llena de emoción.

Oscar, Sam y Valerie lo abrazaron, y Dan sintió una oleada de calidez y pertenencia. Era un reconocimiento no solo de su trabajo, sino de su lugar en la comunidad del centro.

— Eres uno de nosotros ahora, Doc Dan —d ijo Sam con una sonrisa.

—¡Bienvenido al equipo! —añadió Valerie, abrazándolo nuevamente, y recibiendo una ronda de aplausos.

Dan sonrió ampliamente, sintiéndose más conectado con todos los presentes. En ese momento, sintió que no solo estaba ayudando a los atletas a alcanzar sus sueños, sino que también estaba encontrando un hogar y una familia en el centro de entrenamiento.

[FANFIC/AU] Prometo Hacer Las Cosas Bien: ACTO I (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora