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La suave brisa del lugar acariciaba el rostro de Dan mientras él y su abuela se sentaban juntos en la playa, admirando la vastedad del océano que se extendía ante ellos. El sol dorado del atardecer pintaba el cielo con tonos cálidos de rosa y azul.

La abuela miró a Dan con una suave sonrisa en su rostro arrugado y extendió su mano hacia él.

— Dan, cariño, ¿podrías ayudarme a quitarme los zapatos? — la abuela pidió con voz suave.

Dan se sorprendió por un momento, sintiendo una oleada de temor y duda recorriendo su interior. No estaba seguro de poder manejar la situación, de enfrentarse a la realidad del deterioro físico de su abuela. Pero en los ojos de ella vio una confianza tranquila y una fe inquebrantable en él.

— ¿Segura, abuela? — dijo Dan.

— ¿Cuándo no he estado segura, hijo? — dijo la mujer.

Con manos temblorosas pero determinadas, Dan se levantó de la banca y se inclinó para quitarle suavemente los zapatos a su abuela.

— Gracias, Dan — susurró la abuela, su voz llena de gratitud y ternura — Ahora... ¿Podrías ayudarme a levantarme y caminar un poco por la orilla del mar? Quiero sentir la arena entre mis dedos de los pies una última vez — Pero hijo... También quítate sus tenis... No querrás que se mojen ¿o sí? — hizo reír a su nieto.

Dan rápidamente se quitó tus tenis y sus calcetas, la del pie derecho tenía una pequeña descostura en la parte del pulgar. Después de unos segundos, Dan se quedó delgado, dejando sus tenis a un lado de la silla de ruedas. 

Después, se inclinó para quitarle suavemente los zapatos a su abuela. Cada movimiento era lento y cuidadoso, como si estuviera manejando un tesoro frágil y precioso. La abuela cerró los ojos y suspiró de alivio cuando finalmente se liberó de la opresión de los zapatos. 

 La abuela apoyándose en Dan, logró levantarse, y empezaron a sus primeros pasos vacilantes hacia la orilla del mar.

A medida que avanzaban por la suave arena, Dan sentía una mezcla de emociones abrumadoras. Había miedo y tristeza en su corazón, pero también había amor y una nostalgia indescriptible por este momento precioso que compartía con su abuela. Y en medio de todo, encontró una fuerza renovada para enfrentar lo que sea que el futuro le deparara, sabiendo que siempre tendría el amor y el apoyo incondicional de su abuela a su lado.

— Recuerdo cuando eras solo un niño y jugabas en los areneros de los patios de juegos — dijo la abuela con cariño, mientras caminaban por la arena dorada — Siempre estabas tan feliz, imaginándote que eras un aventurero en una isla desierta.

Dan sonrió, recordando esos días con cariño.

— Sí, lo recuerdo bien... siempre me encantaba jugar en la arena — dijo el fisioterapeuta con una risa suave — Nunca pensé que estaría caminando contigo por una playa de verdad.

La abuela le devolvió la sonrisa, su corazón lleno de gratitud por este momento especial con su querido nieto. A medida que se acercaban al agua, el sonido calmante de las olas rompiendo en la orilla llenaba el aire, creando una melodía tranquila que envolvía sus corazones.

Con cada paso, la abuela se sentía más viva que nunca, recordando los días de su juventud cuando caminaba por esta misma playa, sintiendo la suave arena entre sus dedos de los pies y el frescor del agua acariciando su piel.

Finalmente, llegaron al borde del agua, donde las olas se mecían suavemente en la orilla. La abuela cerró los ojos y respiró profundamente, dejando que la sensación de paz y serenidad la envolviera por completo.

— Gracias, Dan — susurró la abuela, sus ojos llenos de lágrimas de gratitud — Por hacer realidad este hermoso sueño para mí.

Dan la abrazó con cariño, sintiendo el amor y la conexión entre ellos más fuertes que nunca. En ese momento, en medio de la belleza natural que los rodeaba, ambos encontraron una paz y una alegría que nunca olvidarían. Era un momento de pura felicidad, compartido entre un nieto amoroso y su abuela, en una playa que siempre sería especial para ellos.

Dan abrazó a su abuela con fuerza, sintiendo el cálido abrazo de ella a su alrededor mientras la brisa marina acariciaba su piel. Pero cuando abrió los ojos para mirar a su abuela, se encontró con el vacío.

El lugar donde ella estaba parada, estaba vacío, y solo quedaban las suaves huellas de sus pies en la arena. Dan se quedó paralizado por un momento, su corazón lleno de una profunda sensación de pérdida y desesperación.

Con lágrimas en los ojos, Dan se despertó, sintiendo el dolor de la realidad golpeándolo como una ola.

Había pasado un mes desde la muerte de su abuela, pero el dolor de su pérdida seguía siendo tan fresco y abrumador como el primer día. Todo había sido solo un sueño.

Se quedó acostado en la colchoneta en la que dormía por un momento, dejando que las lágrimas brotaran libremente mientras el recuerdo del sueño se desvanecía lentamente en su mente.

Aunque había sido solo un sueño, la sensación de cercanía y amor que había experimentado con su abuela seguía siendo palpable en su corazón.

Con un suspiro pesado, Dan se levantó de la colchoneta y se enfrentó al día que se extendía ante él. Aunque su abuela ya no estaba físicamente presente, sabía que su amor y su recuerdo vivirían para siempre en su corazón.

— Ya es tarde... Me debo preparar — dijo Dan, aún con la voz un poco temblorosa.

[FANFIC/AU] Prometo Hacer Las Cosas Bien: ACTO I (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora