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Ya más noche, Jaekyung se removía incómodo en el sofá, envuelto en una sensación de desasosiego que no lograba sacudirse. Si bien los sillones de la sala eran cómodos y perfectos para dormir, Jaekyung se sentía incómodo pero no por el sillón, sino por las imágenes que se proyectaban en su cabeza.

En sus sueños, se encontraba de nuevo en su penthouse en Corea después de su primera cirugía de hombro. El silencio era sofocante. Esperaba encontrar a Dan allí, pero en cambio, lo único que encontró fue una carta en la habitación que este ocupaba.

La letra cuidadosa y conocida de Dan le traía un escalofrío inesperado. Con manos temblorosas, Jaekyung tomó la hoja, y a medida que sus ojos recorrían las líneas, una presión en su pecho aparecía.

Dan se disculpaba, por algo que no había sido probado, por un sabotaje del cual era inocente, pero no quería creerlo en su momento. Pero más allá de las disculpas, la renuncia de Dan era un golpe seco que resonaba en cada palabra escrita. Jaekyung había perdido a su fisioterapeuta, al mejor que había tenido y el que más le aguantó, pero lo que más le dolía era la sensación de perder algo más profundo, no sabía que era.

Dan se había encargado de todo, incluso había dejado contactos de otros fisioterapeutas, intentando asegurarse de que Jaekyung estaría bien, incluso sin él.

Pero no estaba bien. Nada había estado bien desde ese momento.

Al terminar de leer la carta, buscó desesperadamente por su penthouse, abriendo puertas y revisando habitaciones, el silencio le devolvía un eco vacío. No había rastro de Dan. Solo la fría realidad de que, una vez más, estaba solo.

El recuerdo del abandono lo golpeaba como una ola fría, despertando miedos enterrados profundamente en su ser. No solo había perdido a Dan, sino que en ese tiempo, otros también lo habían dejado. Miembros de su equipo, personas que alguna vez consideró leales, se habían ido buscando refugio en otros equipos, mayormente en el del Team KoMMA. La sensación de insuficiencia lo ahogaba, dejándolo sin aliento.

Jaekyung no sabía cómo llamar a ese sentimiento que lo abrumaba, pero era horrible, era como probar una desagradable y repugnante gota de hiel, Un vacío en su pecho, una mezcla de dolor y amargura que le recordaba que, a pesar de su apariencia fuerte, temía profundamente ser abandonado, temía no ser suficiente.

Despertó con un sobresalto, el eco de su propia soledad resonando en la oscuridad de la habitación probremente iluminada por un faro de la calle. Mirando al techo, sintió el peso de sus inseguridades aplastarlo, recordándole que aún no había superado esos miedos, que la herida del abandono seguía abierta, y que ahora, más que nunca, temía que Dan lo dejara nuevamente.

...

Dan se despertó al escuchar ruido en la sala. Se incorporó lentamente, frotándose los ojos antes de deslizarse fuera de la cama. La casa estaba en silencio, excepto por el sonido constante de la lluvia golpeando las ventanas.

Al llegar a la sala, encontró a Jaekyung sentado en un sillón junto a la ventana. La luz tenue del faro y la luna iluminaba su figura, y Dan notó cómo sus ojos estaban fijos en el jardín exterior, donde las gotas de lluvia caían sobre las flores, haciendo que sus pétalos brillaran bajo el agua. Había una tristeza melancólica en la forma en que Jaekyung observaba la escena, como si el paisaje reflejara algo profundo dentro de él.

Dan se acercó, sin hacer ruido, pero Jaekyung sintió su presencia y volteó a mirarlo. Sus ojos oscuros, habitualmente duros y seguros, por algún motivo, parecían más vulnerables.

— ¿Jaekyung?

Sin decir una palabra, Jaekyung se levantó, se acercó a Dan, extendió los brazos y antes de que Dan pudiera reaccionar, lo abrazó. El fisioterapeuta, sorprendido, sintió el calor del cuerpo de Jaekyung contra el suyo, la fuerza de sus brazos alrededor de él.

Jaekyung bajó la cabeza y escondió su rostro en el cuello de Dan, inhalando profundamente, como si buscara consuelo en su cercanía. Dan podía sentir la respiración entrecortada de Jaekyung y el peso de lo que fuera que estaba ocultando.

Quería preguntar, quería entender qué era lo que le perturbaba, pero antes de que pudiera formular una sola palabra, Jaekyung levantó la cabeza y lo miró intensamente. Sin previo aviso, como siempre, lo besó.

Era un beso profundo, pero lleno de una desesperación contenida, como si quisiera borrar la posibilidad de una conversación que lo obligase a confrontar sus miedos.

Dan sintió el calor y la urgencia del beso, y aunque parte de él quería detenerse y preguntar, se dejó llevar por el momento. Quizá era una forma de Jaekyung de pedirle que no dijera nada, de pedirle que estuviera allí, sin hacer preguntas.

Cuando finalmente se separaron, Jaekyung mantuvo su frente apoyada en la de Dan, respirando con dificultad. El silencio entre ellos era denso, cargado de emociones no expresadas. Pero Dan no presionó más. Acarició suavemente el cabello de Jaekyung, dejándole saber que estaba allí, que lo entendía, incluso si no decían nada.

Jaekyung lo miró nuevamente, y en ese instante, una nueva ola de emociones se desbordó en él. Sin decir nada, volvió a besar a Dan, esta vez con más suavidad, como si quisiera saborear cada segundo del contacto, buscando en él un consuelo que nunca había permitido darse.

Dan, sintiendo la desesperación y la sinceridad en el beso, no se apartó. En vez de eso, respondió con la misma ternura, envolviendo sus brazos alrededor de Jaekyung, sobre la tela tan suave de su sueter gris y dejando que el beso los envolviera en una especie de burbuja, donde miedos y dudas parecían disiparse, aunque fuera solo por un efímero instante.

Cuando separaron sus labios, Jaekyung buscó en los ojos de Dan alguna señal, alguna palabra que rompiera el silencio, pero todo lo que vio fue una comprensión mutua. Dan no se movió para regresar a su habitación. En cambio, se quedó allí, junto a Jaekyung, y sin decir nada, se acomodó en el mismo sillón donde Jaekyung había estado durmiendo

[FANFIC/AU] Prometo Hacer Las Cosas Bien: ACTO I (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora