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Dan, de muy mala gana, se colocó su ropa y su chaleco verde con azul...

Consiguió dos trabajos después de llegar al pueblo para pagar el hospicio en el que se encontraba su abuela...

La bodega de la tienda de conveniencia del pueblo, con sus estantes desordenados y cajas apiladas, se había convertido en su refugio temporal... Vivía ahí en secreto.... Aquella bodega era un lugar donde podía escapar del mundo exterior y enfrentarse a sus pensamientos más profundos.

Sin embargo, a pesar de la tranquilidad aparente, no podía escapar del todo de sus preocupaciones. El peso de la deuda que había acumulado y la incertidumbre sobre su futuro seguían pesando sobre él, recordándole los desafíos que enfrentaba.

— Ahí vamos... El último pago del mes y le enviaré este dinero al Sr. Joo — dijo Dan, con una monotonía aterradora.

Monótona. Así era ahora la vida de Kim Dan, una rutina desoladora.

Cada día era una repetición de la anterior, sin ningún propósito que lo alentase.

Se despertaba en una colchoneta improvisada que servía como su cama dentro de la bodega de la tienda, con los ojos aún cargados de sueño y el corazón pesado por la ausencia de su abuela.

Se arrastraba fuera para empezar otro día en la tienda de conveniencia, donde las horas pasaban lentamente entre las paredes estrechas y los estantes desordenados.

Su mente estaba ausente, perdida en un mar de pensamientos oscuros y recuerdos dolorosos que lo atormentaban constantemente.

Después de su turno, caminaba hacia la gasolinera más cercana, ese era su segundo trabajo, sus pasos eran demasiado mecánicos y carentes de emoción.

El brillo en sus ojos se había desvanecido, reemplazado por una mirada vacía y sin vida que reflejaba su vacío emocional.

Las comidas ahora eran simples actos de alimentación, sin sabor ni satisfacción. Eso si quería comer, porque había días en los que no tenía apetito alguno. La soledad lo consumía desde adentro.

Al final del día, regresaba de la gasolinera, en silencio, hacia la tienda de conveniencia donde encontraba un débil consuelo en la oscuridad de la noche. Se acurrucaba en su colchoneta, con la mente llena de pensamientos turbulentos y el corazón lleno de dolor.

Así pasaban los días para Dan, una existencia sin sentido y sin esperanza, siendo prisionero de su propia tristeza y de una depresión se había apoderado lentamente de él, tejiendo su red oscura alrededor de su corazón como una sombra que lo envolvía por completo.

Desde la muerte de su abuela, un abismo de dolor y tristeza reemplazó su corazón.

Cada día era una batalla cuesta arriba, con la carga pesada de dolor, culpa,  soledad y pérdida sobre sus hombros.

Las noches eran las peores, cuando el silencio oscuro de la bodega se llenaba con los ecos de los recuerdos de su abuela y el vacío abrumador de su ausencia.

La tristeza se había convertido en su compañera constante, envolviéndolo en un abrazo frío y nada confortante que parecía no tener fin.

El mundo a su alrededor parecía desvanecerse en tonos grises y sombríos, perdiendo su brillo y vitalidad. La comida ya no tenía sabor, la música que sonaba por las bocinas de la tienda ya no traía consuelo y sus sonrisas ante cumplidos de clientes, no resonaban con alegría genuina. Todo lo que una vez había significado algo para él ahora carecía de ello.

Cada día se sumergía más en la oscuridad de su propia mente, incapaz de encontrar una salida a su dolor abrumador.

Aunque intentaba ocultar su sufrimiento, la depresión había dejado su huella indeleble en su rostro y en su espíritu. Ya no era el mismo Dan alegre y optimista que solía ser; ahora, era solo una sombra de lo que era, luchando por encontrar una luz en medio de la oscuridad.

Dan esperaba hallar un rayo de esperanza, añorando que algún día encontraría una manera de salir adelante, de superar los obstáculos que se interponían en su camino. Incluso si su vida fuera el precio a pagar.

Al día siguiente de recibir su pago, y es su descanso posterior a su turno, mientras comía unos fideos ligeramente picantes, observaba distante la pantalla de la televisión de la tienda, donde una cápsula mostraba imágenes de Jaekyung. El corazón de Dan latía con un ritmo lento y pesado mientras escuchaba las noticias sobre su antiguo paciente, empleador, y el hombre que le destrozó el corazón.

Las imágenes mostraban a Jaekyung entrenando, a pesar de no poder pelear debido al castigo y su cirugía.

Su figura poderosa se movía con gracia y destreza, recordando los días en los que solían trabajar en el gimnasio.

Dan no pudo evitar sentir una punzada en el pecho al ver a Jaekyung tan decidido y enfocado en su recuperación.

Una mezcla de emociones turbulentas se agitaba dentro de Dan mientras continuaba observando la pantalla. Por un lado, sentía un arrepentimiento y algo de resentimiento hacia Jaekyung por los eventos que habían llevado al deterioro de su relación y por las acusaciones injustas en su contra; también sentía admiración por su dedicación para superar los obstáculos y volver más fuerte que nunca.

Sin embargo, el castaño sabía que ya no formaba parte de ese mundo de luchadores y peleas. Su vida había tomado un rumbo completamente diferente, alejándolo de ese ambiente competitivo y lleno de conflictos. Con un suspiro resignado, apartó la mirada de la pantalla y volvió a sumergirse en la monotonía de su propia existencia.

— ¿Hay alguien aquí? — dijo una voz familiar que sonó después de la pequeña melodía que indicaba que un cliente entraba o salía — ¿Hola?

Dan dejó lo que estaba haciendo, dejó los palillos en el recipiente de plástico y corrió de regreso al mostrador.

— Lo siento... estaba com... — Dan no pudo hablar, más que abrir completamente los ojos, encontrándose con una sorpresa no tan grande pero impactante al mismo tiempo —¿Yoongu?

— ¡Dan Hyung!

[FANFIC/AU] Prometo Hacer Las Cosas Bien: ACTO I (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora