Antes de que saliera el sol, Dan se encontraba empacando sus cosas. La habitación estaba en penumbra, apenas iluminada por la tenue luz de la madrugada. Cada objeto que guardaba en su maleta era un recordatorio de su vida en Gureumhae, un lugar que había sido su refugio después de la muerte de su abuela. Guardó con cuidado las fotos, la ropa y los pequeños recuerdos que había acumulado durante su estancia en la casa de la señora Kang.
Cuando terminó, se tomó un momento para dar un último vistazo a la casa. Las paredes llenas de historia, el aroma de las plantas que la señora Kang cuidaba con tanto esmero, y la calidez del lugar lo llenaban de una profunda nostalgia. Este hogar le había sido concedido por la anciana cuando se enteró de que Dan no tenía dónde vivir, y había sido un lugar de consuelo en tiempos difíciles.
Dan cerró la puerta por última vez, el sonido del cerrojo resonó en la quietud de la mañana. Con una maleta nueva que le había comprado Matthew, comenzó a caminar.
La playa estaba tranquila, el agua apenas susurraba contra la orilla. Se detuvo en el punto exacto donde él y su abuela se habían parado el día que llegaron al pueblo. El recuerdo de su abuela, de su sonrisa y sus palabras de aliento, lo inundó. Respiró hondo, dejando que la brisa marina llenara sus pulmones, y luego siguió su camino.
Mientras caminaba hacia el pueblo, la claridad del amanecer comenzó a teñir el cielo de colores suaves. El aire fresco y la paz de la mañana temprana le dieron un momento de serenidad.
Dan, con su maleta en mano y una mezcla de emociones en su corazón, se dirigió al cementerio del pueblo para una última visita a la tumba de su abuela. El cielo estaba cubierto por una suave capa de nubes, y el aire tenía ese aroma característico del campo, fresco y limpio. Caminó lentamente, cada paso resonando con el peso de la despedida.
Al llegar a la tumba de su abuela, se arrodilló frente a ella. La lápida, pulida y limpia, mostraba el nombre de Hyejin con una inscripción que recordaba su bondad y amor eterno. Dan dejó la maleta a un lado y tomó un ramo de flores que había traído consigo, colocándolas con cuidado sobre la tumba.
— Abuela... —susurró Dan, su voz estaba temblando... quedó en silencio por un momento, mirando la lápida, tratando de encontrar las palabras adecuadas, respiró hondo y empezó — Voy a irme, abuela continuó, sus ojos estaban comenzando a llenarse de lágrimas — Me iré a Londres... Un chico me está ayudando para mis trámites de la licencia médica... Buscaré una oportunidad de trabajo y... siento que es lo correcto, pero me duele tener que dejarte aquí...
Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, pero Dan no hizo ningún intento por detenerlas. Este momento era suyo, un último adiós cargado de amor y gratitud.
—Gracias por todo lo que hiciste por mí... — dijo Dan con la voz entrecortada— Desde que era niño, cuando mamá y papá murieron, siempre estuviste allí para mí, me cuidaste, me guiaste y me amaste incondicionalmente... No sé qué habría hecho sin ti.
Dan tomó una bocanada de aire, tratando de calmarse, pero los recuerdos seguían fluyendo. La imagen de su abuela sonriendo, cocinando sus comidas favoritas, consolándolo en los momentos difíciles, estaba grabada en su mente y en su corazón.
—Te prometo que haré todo lo posible para hacerte sentir orgullosa — prosiguió — Sé que esto es lo que habrías querido para mí, que encontrara mi camino y que fuera feliz... Te voy a extrañar todos los días, pero sé que estarás cuidándome desde donde estés.
Se inclinó hacia adelante y besó suavemente la lápida, un gesto de amor y despedida.
—Descansa en paz, abuela — susurró— Siempre serás una parte de mí... Te amo.
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[FANFIC/AU] Prometo Hacer Las Cosas Bien: ACTO I (Jinx)
Fanfiction[La mayor parte de los personajes no me pertenecen, solo los estoy usando para crear una historia. Créditos a sus respectivos creadores] [ESTA SÍ ES UNA HISTORIA JAEDAN] Joo Jaekyung se encuentra luchando contra sus propios demonios internos y las c...