Capítulo 14 - Bomba de tiempo

443 47 0
                                    

Aegon amaba a su madre. Era un amor retorcido, inusual, pero lo hacía. Buscaba que estuviera orgullos de él, que pudiera verla a los ojos y que ella lo mirara igual que mira a su hermano, Aemond.

Incluso Daeron, a miles de kilometro de distancia, conmovía a Alicent.

Él no.

Debe admitir que toma en exceso, que tiene necesidades que las mujeres del burdel no tiene problema en resolver. Odiaba sus responsabilidades de príncipe, no le interesaba el alto valirio ni la habilidad con la espada, le aburría escuchar las lecturas de su septa. Conocía lo complicado de su personalidad, pero ella era su madre. Esperaba que eso aunque sea la compadeciera lo suficiente como para quererlo.

Sin embargo, cuando lo piensa bien, ¿Acaso ella sabe cómo es amar a alguien? Sin dudas esta orgullosa de Aemond y Daeron, pero Helaena, su hermana, era su favortia. La que más "amaba". Y la comprometió sin problema alguno con él, el que su corazón despreciaba, el que sus ojos evitaba.

¿Trataba de equilibrar la balanza? Uno odiado por otra... ¿menos odiada?

Alicent Hightower era una mujer complicada.

Rencorosa. Ambiciosa. Manipulable.

Aegon haría lo que fuera para que le dijera que lo quería.

Esa noche, supo qué tan lejos podía llegar. Cuando la vio entrar en camisón a su habitación, vela en mano y con sir Criston detrás de ella, lo supo bien.

La mujer no vendría a verlo sin una razón en particular.

"Aegon" lo llamó, poco importándole su migraña por tanto beber. Siempre fue así, de todas formas, por lo que nunca se preparó para recibirle de otra manera.

"¡Querida madre! Me da gusto que visites estos humildes aposentos. ¿Deseas una taza de té o-?"

"Debes volver a Daenyra Velaryon en contra de Rhaenyra"

Generalmente, uno se asustaría con tal pedido. Jugar con el lazo que compartían dos princesas de sangre Targaryen, poseedoras de más dragones que toda su familia junta, herederas el trono de hierro por derecho de nacimiento y compromiso.

Aegon solo estalló en carcajadas. Todavía estaba lo sufcicientmente conciente para hacerlo. Reir. Era estúpido, completamente estúpico. No sentía ninguna afección por su media hermana y sobrina, pero, vamos, era algo imposible. La niña no confiaba en él, mucho menos su madre.

"Ella odia a Aemond, Daeron está demasiado lejos para hacer cualqueir cosa y tu hermana no mataría a una mosca para salvar su vida" le explicó.

"¡Oh, ya veo como es! Te quedaste sin opciones y vienes a por tu única esperanza" se burló, aún riendo entre palabras. Si era porque las palabras de su madre lo hirieron, por el alcohol o por lo estúpido el plan, no supo decir.

La reina verde no tenía mucha paciencia ese día. No que alguna vez la tuviera con su hijo mayor. Dejó la vela sobre un candelabro cerca de la cama del príncipe Targaryen y lo miró.

"Es algo sencillo, hijo. Daenyra es una niña ingenua, inocente. No será muy dificil que un casi adulto plante algunas... ideas originales en su cabeza. La necesitamos de nuestro lado, Aegon. Si llegase a una guerra, tendríamos tres dragones que prometen ser enormes en poco tiempo"

Risas, aún reía. Si, la escuchaba. No, no entendía cómo pensó que él podría hacer tal cosa. Sus morales eran pocas, pero su inteligencia manipulativa no existía.

Jugaba con fuego.

Por eso ardió su mejilla.

Su madre estaba se había acercado a él y lo cacheteó.

𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora