Capítulo 33 - El verde está por todas partes

242 35 2
                                    

A tan solo un par de días del cumpleaños número quince de Daenyra, Helaena entró en labor de parto.

Estaba bordando frente al fuego con su madre cuando su bolsa se rompió. Pronto, su habitación estuvo llena de personas que no conocía, todos tocándo sus hombros o intentando acariciarla para decirle que todo iría bien, que ella era alguien fuerte. Incluso la reina intentó consolarla.

Algo raro, en verdad. En especial porque ella sabía que no poseía tanta fuerza como el resto de su familia. Esta asustada, sobreestimulada por tanto tacto extraño, acalorada por las caminatas por la habitación con dolores en sus piernas, esplada y viente.

Y aunque rogara a las sirvientas que fueran a buscar a su amiga, siempre recibía la misma respuesta.

Su hermana de no-sangre no estaba por ningún lado.

---

Esta vez, la hija de Rhaenyra no practicaba con lo que solía practicar. Conocía defensas y ataques como su propio nombre, no hacía falta que volviera a repasar cómo hacerlo.

Hacía un par de años - ella tendría diez u once - el príncipe canalla había recibido su primer corte por parte de la princesa Velaryon. Estaba orgulloso, claro, pero también dolorido. Así que a la pequeña no se le ocurrió otra mejor idea que ofrecerse a darle puntadas ella misma.

Mucho tiempo había pasado desde la última vez que practicó sus habilidades de curación. Solía recomendar a su familia algunas mezclas para ciertos dolores, pero nunca realmente volvió a ser permitida el unir la piel de otro con un hilo.

Desde Harrenhal no lo hacía con frecuencia. Desde que llegar a aquí directamente lo había dejado.

En su cabeza, tenía sentido que debiera volver a practicar. Le vendría útil si se metía en algún embrollo y no tenía a nadie cerca para que cuidara de sus heridas y conciencia.

Habra estado ¿Cuánto? ¿Una hora, dos? Y los puntos quedaron horribles. Al ver tal resultado en el cuerpo de su esposo en la cena, prohibió a su hija volver a hacer algo así.

Ahora, la teoría para tés anticonceptivos, cremas antisépticas y aceites relajantes la conocía, pero llegara ella a sangrar desde un corte profundo, no sabía cómo coser su piel para evitar morir drenada o curarse con cicatricez feas - tal y como la que había en el antebrazo de Daemon-.

Solo le hizo falta sumar dos más dos para darse cuenta que no había ninguna heredera al trono que le impidiera hacer eso ahora.

Así que allí estaba, sentada en el pasto, cosiendo con su aguja de bordado y el hilo rojo que le había sobrado del pequeño regalo que hizo al futuro niño de su amiga, cosiendo hojas luego de hacerles cortes de cualquier forma y tamaño. Tuvo la suerte de encontrar a un trío de conejos que escaparon con éxito de lo que sea que quería comerlos, pero estaban al borde de la conciencia, su pelaje más rojo que blanco.

El mismo lugar que compartió con sus dragones, Vermax y Jace se había vuelto ahora una enfermería. El caballo pinto - el cual había descubierto se llama Parche por las manchas en su piel que parecían tal - la esperaba atado a un árbol. Solo ellos dos estaba presentes.

Bueno, ellos y los tres pequeños pacientes de Dany.

Había aprendido por las malas que siempre debía llevar consigo tres pequeños frascos con crema de amapola y salvia, hojas secas de menta, manzanilla y ajo, y acite de tomillos, romero y miel. El primero era una mezcla inventada por ella, propia para el adormecimiento del dolor y para una cicatrización prolija y rápida. El seguno simplemente era por su necesitara ayudar haciendo algún té o hubiera aceite disponible para mezclarlo, para hacerselo tomar al herido. El tercero era un antiséptico y antiinflamatorio por excelencia.

𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora