Capítulo 18 - No rompas este abrazo

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Cabello enrrulado y blanco. Largo.

Leal. Amable.

De ojos... ¿Verdes? No, no podía sera. Quizá eran violetas, como los de su esposo. No, no tenía sentido.

¿Azules? ¿Marrones? ¿Ámbar?

No podía recordarlo.

Algunas horas del funeral de Laena Velaryon y Laenor no recordaba siquiera el color de sus ojos.

¿Qué clase de hermano era?

Pensó que le mar podría ayudarlo a recordar. Después de todo, era en él que el ataúd con los restos de su hermana y su sobrino no nacido descansaban. Toda la noche estuvo intentando convencerlo de que las olas lo ayudaran a recrear la imagen completa.

Nada.

¿Cómo podía ser el mundo tan cruel con él?

Era forzado a vivir en una familia donde solo una de sus cuatro hijos era su sangre, donde su esposa no lo amaba y él no podía amarlo, donde sus verdaderas pasiones y gustos debían de ser reprimidos.

Y ahora también le quitaban a su hermana.

La única que conocía cada uno de sus latidos. La única que estuvo con él desde que fueron concebidos en el vientre de su madre. La única que sabía lo que él era, hacía y pensaba y nunca lo juzgó.

Se sentía amado con ella. Acompañado.

Ahora, estaba solo, mojado y con frío. Su pecho parecía apenas y lograr que algo de aire llegase a sus pulmones, su corazón estaba liviano, pues una parte de él había sido arrebatada por el cadaver de la antigua esposa del príncipe canalla.

El mar era cruel.

Los dioses eran crueles.

Sus padres eran crueles.

¿Cómo pudieron permitirle casarse con Daemon Targaryen a una niña tan pequeña, tan inocente? ¿Cómo pudieron permitir que el hombre se la llevara tan lejos y la hiciera vivir una vida que ella no merecía?

Los odiaba. A todos, a todo.

¿Realmente lo hacía? No podía sentir nada. No conocía el odio hacia ninguno de todos los nombrados: no guardaba rencor ni le causaba tristeza alguna la situación.

Quizá era por Daenyra.

Por primera vez en todo el día, Laenor pensó en su hija.

Noche, madrugada y mañana.

Y sólo al mediodía la recordó.

Su luz, su razón de ser, su pequeña dragona. El joven Velaryon no conocía lo mucho que necesitaba ser padre hasta que conoció a aquella beba cubierta en sangre y fluídos recién nacida del vientre de Rhaenyra. No conocía lo inservible de su vida sin ella hasta que la vio casi muerta entre las llamas.

"Es igual a ti, ¿sabes?" dijo a las olas para que estas le llevaran el mensaje a su hermana. "dicen que se parece a mi, pero yo sólo puedo verte a ti en ella"

A lo mejor, era por eso que se aferraba tanto a la niña. Era su nueva compañía, su cable a tierra en cualquier momento desesperante. 

"Te hubiera caído bien" sonrió levemente, permitiendo a su mente divagar con la imaginación por momentos que nunca pasarían.

Porque Laena estaba muerta.

Porque Daenyra no.

Para el almuerzo, Laenor decidió que debía volver al mundo real. Recomponerse, superarse, volverse el hombre que siempre había querido ser. Por su familia lo haría.

𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora