Capítulo 52 - Acero fundido

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Dany nunca necesitó tanto despejar su mente como lo hizo luego de la charla con su madre.

Intentó pasar más tiempo con sus sobrinos, tener constantes encuentros con su mejor amiga, volar en sus dragones.

Nada ayudaba tanto como lo hizo entrenar.

Día y noche, golpe tras golpe y bloqueo tras bloqueo. Cuando sir Erryk no podía arremeterse a un duelo con ella - o si simplemente su cuerpo no le permitía seguir-, ella practicaba con los muñecos de paja con los que sus hermanos practicaron de niños.

Las primeras veces, se empeñaba en entrenar hasta el completo agotamiento. Cuando ni una sola pizca de su cuerpo no pensaba únicamente en necesitar descansar. No quería que en su cabeza hubiera espacio para otras ideas, para lo que el futuro le deparaba.

No, no lo haría.

Jace se había enterado la misma noche que ella respecto a su destino, pero, a diferencia de ella, hacía tiempo que esperaba que esto pasara.

Sin embargo, su corazón acelerado no podía evitar achicarse. Ella aún se empeñaba en evitarlo, aún creía que no merecía ser amada, que él no estaría satisfecho con morir a su lado si lo último que fuera a ver en esta vida fuera ella.

Le emocionaba que Dany que conocía fuera su esposa, la chica que se burlaba de sus mejillas rojas cuando se avergonzaba, la que buscaba sus brazos para sentirse segura, la que volvió a besarlo incluso después de que él hubiera parado. No sabía dónde era que escondía todo eso, no sabía cómo podía soltar palabras hacia él como si nunca hubiera pasado, como si intentara convencerse a ella misma de que no quería las cosas que confesó desear.

Por eso, el príncipe Velaryon se limitaba a mirarla desde la tribuna donde típicamente el rey se sentaría. Observaba el salvajismo de sus movimientos, la precisión de sus ataques. Daemon había estado enseñándole en ausencia de su hermana, reforzando sus posiciones de ataque y la velocidad de su defensa. Se había vuelto bueno, en realidad, pero el nivel de su hermana era... completamente increíble. No que pudiera decírselo, en verdad.

"Parece que tu oponente se rinde" resaltó la voz de Daemon algunos pasos detrás de Dany. Ella estaba sudada, con la respiración agitada y las manos destrozadas por tantos tiros de flechas, dagas y golpes.

"No tengo el lujo de darle un descanso: aún me queda mucho por practicar" reflexionó Dany sin voltear a mirar a su tío mientras se tomaba su tiempo en volver a envolver sus nudillos en la venda improvisada que había logrado hacer para evitar que molestos cortes llegaran a ellos.

"Práctica conmigo, entonces" propuso él, haciendo resonar el sonido de Dark Sister por todo el patio de entrenamiento. Tal cosa no hizo solo que Dany girara sobre su propio eje para encontrar la mirada desafiante de su padre, sino que también atrajo la atención de algunos guardias y sirvientes presentes.

Jacaerys estaba, también, igual de interesado en el enfrentamiento que el resto. Vio a Dany negar levemente con la cabeza y luego sonreír.

"Prepárate para perder frente a todos, Canalla" se burló ella, sintiéndose de vuelta una niña de doce años que peleaba con toda su fuerza para vencer por una paliza a su padrastro.

Esto era lo que ella era, esto era lo que la había convertido en esto.

El príncipe simplemente rio ante sus palabras, conociendo perfectamente que tenía la ventaja por sobre su hija. Por su frente bajaban algunas gotas de sudor, la cola de caballo alto - la cual de baja caer algunos mechones rebeldes en la parte de adelante- estaba igual de empapada que su frente y ropa, si no era que más.

No iría más despacio con ella.

Dany tomó las dagas del destrozado sujeto de paja y las liberó de un cómodo tirón.

𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora