Capítulo 46 - Escamas pantanosas

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"Princesa Daenyra Velaryon".

"Sir Gwayne Hightower".

"Esperaba poder ocupar unos minutos de su tiempo".

En un mundo donde todo el mundo quiere tener poder, no es inteligente el confiar en las personas. Historias de familia traicionando a su propia sangre son lo único consistente a lo largo de todas las obras que los maesters han escrito, lo único que todo buen lord debe de enseñar a sus herederos si no quiere que su casa se extinga tras su muerte. 

Un primogénito tiene esa carga desde el día en que nace, pero un segundo hijo tiene responsabilidades un poco más... flexibles. Por supuesto que era debido que sepan las reglas básicas para la supervivencia en la corte, pero no tenía el foco opresivo de sus padres como lo hacía el primer hijo.

¿Qué es lo que dicen los sabios? Nunca amas a alguien tanto como amas a tu primer hijo. Sin embargo, el más amado sería siempre por igual el más sacrificado.

Tanto el hombre como la celebrada no heredarían nunca nada. Ella por ser segunda hija, él por ser hijo de un segundo hijo. Las personas tendían a olvidar lo duro que era el verte siempre opacado por la grandeza ajena.

Por suerte, Daenyra estaba comprometida con un futuro rey.

Por suerte, Gwayne siempre quiso ser un caballero.

"Por supuesto, mi lord" contestó ella a la petición del muchacho, apartándose de la pista de baile para evitar estorbar a cualquiera que sintiera que sus zapatos no estaban apuñalando una y otra vez a sus pies.

El caballero, para su sorpresa, encontró un rincón tranquilo y solitario en la mesa de su casa. Allí fue donde se sentaron, donde él le dio la bienvenida pidiendo a un sirviente que les trajera dos copas de vino. 

No espero que, cuando llegaran, el hombre le sonriera antes de levantarse a gritar a los hombres de su mesa "Propongo un brindis". El barullo que había entre los habitantes del oeste pronto se extinguió, dejando espacio a que las palabras del hijo de Otto Hightower fueran las que lo llenaran.

"¡Por la princesa Daenyra, Perla de Poniente!" con una disparidad graciosa, tanto hombre como joven como niño se levantó de su asiento con su copa llena en mano, vitoreando a su futura reina con increíble ánimo.

Ella estaba acostumbrada a la atención, de alguna forma. Fuera por su carácter fuerte, su cicatriz o por haber asesinado a cientos, siempre la miraban, algunos mejor que otros. Sin embargo, nunca pensó que esos ojos juzgantes se cambiarían por unos esperanzados, admirados.

No se dio el lujo de mostrar su desconcierto. De hecho, sonrió antes de tragar aquel líquido bordó. Su trago, digamos, no fue tan largo como fue el de aquellos hombres, pero fue igualmente suficiente como para que su garganta ardiera ante la amargura del vino.

Volvió a sentarse poco después, casi al mismo tiempo que el autor de tal famoso brindis. "¿La perla de poniente?" Preguntó, tanto divertida como confusa ante el apodo.

"Su cabello, su vestido... si no está usando perlas su cabello disimularía una. Bueno, eso sí las perlas fueran un poco más amarillentas" quizá - y solo quizá- sir Gwayne haya tomado algunos tragos ya antes de presentarse a la princesa. Su padre le había ordenado ser más sutil con sus técnicas de acercamiento, pero era una fiesta, no iba a quedase aburrido en un rincón para sobre pensar las cosas que podrían pasar.

No cuando sir Criston Cole desnudaba a su hermana con los ojos.

Dany rio ante el comentario del caballero, enseguida ganándose un gesto espejo por para de él.

"Me sorprende, mi lord, que se haya interesado en robarme algunos minutos de mi tiempo".

"No debería: es la mujer de la que todos hablan hace semanas. Estoy seguro que no hay ningún invitado que no quiera acapararla" claro que diría eso. De primera jinete de dragón apartada de sus bestias a responsable de masacre a la que curó enfermos en las calles.

𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora