Capítulo 32 - No preguntes, no respondas

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La segunda noche en la Fortaleza Roja fue mucho más tranquila que la primera.

Dany estaba sentada a los pies de la cama de su abuelo, un libro en mano y la cabeza de su mejor amiga reposando en su regazo.

Habían sido convocadas por el rey luego de su cena privada - la princesa Velaryon aún no estaba dispuesta a sentarse a comer en la misma mesa que el resto de los verdes - para leerle uno de aquellos cuentos que solían recitar cuando apenas tenían cinco y ocho.

Viserys guardaba tales momentos en un lugar especial en su corazón. Cuando era que las veía juntas a aquellas dos niñas, veía lo que debería de haber sido entre sus nietos e hijos. Así tenía que lucir su familia: unida, feliz, conformes con los actos sencillos. Sin embargo, los genes caóticos de su sangre no se lo permitirían nunca.

Por eso, disfrtuaba de una amistad ajena.

Al menos ellas podrían ser todo lo que el resto de los Targaryen y Velaryon no eran.

Para Dany, volver a estar leyendo en voz alta las batallas de los conquistadores en la cama de su abuelo luego de cenar y con algunas tazas de té era como volver a ser una niña. Tal vez, si cerraba los ojos, incluso podría escuchar a sus hermanos entrenando con sus tíos y a su madre conversando con sir Harwin o su padre.

Cuando la historia llegó a su fin, Viserys sonrió, satisfecho "Tu lectura ha mejorado mucho desde la última vez".

"Ya son casi diez años, abuelo. Si no hubiera mejorado mi madre me habría vuelto el alimento de Syrax" la pequeña broma hizo reír al anciano y, por contagio, a las dos chicas también.

"Oh, mi hermosa Rhaenyra ¿Cómo está ella? He oído sobre los dos recién llegados" ante la mención de su media hermana,  Helaena se sintió un poco extraña. Su padre era una persona con un favoritismo hacia ella evidente, pero nunca la trató mal a la mujer Targaryen. Al contrario, siempre la mimó, malcrió y amó... a su peculiar manera.

"No es mi lugar presentártelos, pero son exactamente iguales a Daemon" comentó Dany, obteniendo un suspiro preocupado por parte del monarca.

"Oh, que los dioses nos liberen de eso" de nuevo, risas. Era natural sentirse contento cuando en la habitación solo habían tres personas que se querían mutuamente.

"Les gusta que les cante antes de que se vayan a dormir. Tomaron algún día la costumbre y ahora ya no pueden hacerlo sin mí" la voz de la joven Velaryon fue apagándose poco a poco mientras pensaba en lo mucho que deberían de estar llorando en esos momentos en su ausencia. No entenderían por qué se fue, por qué no aparecía para dormirlos.

Notando la tristeza de su amiga, Helaena tomó las riendas de la conversación "¿Tú cantas?"

"No muy bien, pero hago lo que puedo por ellos. Una... amiga, me enseñó una canción y yo la reescribí a Alto Valyrio para comenzar a enseñarles la lengua" dijo Dany, no sintiendo la necesidad de llamar a Gilly por su oficio. Claro, era su sirvienta, pero luego de tantos años en su servicio simplemente no podía verlas así. Sería como una hermano mayor, como una amiga.

"¿Te molestaría... cantarla? Voy a ser madres y aún yo... yo no sé ni una canción de cuna" una petición boba, si lo pensabas. Helaena tendría a disposición todo un escuadrón de mujeres para cuidar a su hijo por ella, para darle de lactar, para dormirlo.

Aún conociendo que el niño en su vientre era fruto de un abuso de su prometido, ella quería intentar darle lo mejor de sí.

Sin dudas era una mujer de luz.

Asintiendo con la cabeza, Daenyra reunió todo el valor que pudo  - pues nunca había realmente cantado frente a un público adulto algo de bebés - y comenzó cantando:

𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora