Diluviaba afuera.
La ventisca que acompañó a la tormenta golpeaba con violencia las ventanas de su majestad, abriéndolas en dos o tres ocasiones incluso. Aire helado entraría entonces, despertando a cualquiera que estuviera durmiendo en tal habitación.
Sin embargo, Rhaenyra no dormía. Ya no.
Se arrullaba en un rincón con el repiqueteo de las gotas filtrándose por su techo y cayendo directo a un pequeño jarrón de metal que una sirvienta había acomodado ni bien terminó de prepararla para que descansara.
Semanas atrás, el ruido ni siquiera hubiera podido interrumpir el sueño de la reina.
Días atrás, la hubieran irritado lo suficiente como para que se mudara al ala este de su castillo para dormir en aposentos dignos de la reina de los Siete Reinos.
Hoy, eran lo único que evitaban que se volviera loca.
Mecía su cuerpo con una lentitud casi maternal, manteniendo sus ojos fijos en el contenedor de metal a su lado. Quizás antes de que todos fueran a dormir, sirvió su propósito de evitar empapar el suelo, pero ya era pasada la hora del lobo: el pobre jarrón estaba saturado, volcando agua hasta en un radio de un metro.
El camisón blanco de su majestad estaba mojado.
Bien. Eso también la ataba a la realidad. El frío en su piel cuando las ventanas se abrían era incluso cruel, pero aún temblando se rehusó a abandonar su posición fetal y su mecimiento paranóico.
En su cabeza tantas palabras se mezclaban que ya no parecía poder entenderlas a todas. El rostro de su hija se difuminaba en las facciones de Mysaria, y luego en las de Laenor. Intentaba hablarle, pero cuando abría la boca no era la voz de Dany, sino la de Jace.
"Tú no eres una reina" escupiría, envenendando cada sonido que brotara de ella. "No lo permitiré nunca, no cuando sé que tú asesinaste a mi padre y tuviste el descaro de decirme que estaría decepcionado de mí luego de permitirme encontrarlo a medio quemar".
"Dulce hija, déjame explicar-"
"Me traicionaste. Traicionaste mi amor. Traicionaste a mi confianza. Traicionaste a mi familia"
"Dany, dragoncita, por favor-"
"La guerra comenzó antes de que Luke muriera ¿No es así? La primera baja fue mi padre... y todo para que pudieras probar la verga de Daemon, para que no fuera yo tu único soldado" Rhaenyra se tapó los oídos con fuerza, cerrando sus ojos con igual intensidad mientras sollozos brotaban de su boca.
Pero la imagen de su hija ahí estaba.
"¿Crees que haya gramo en mi carne que desee servir a tu causa cuando me dañaste con tanta crueldad?" preguntaría, repitiendo la misma pregunta con la voz de Rhaenys, Laenor e incluso la suya propia.
"¡No! ¡No sabes de lo que hablas!" gritaría. Mas no importaba cuanto intentara callar o explicar lo ocurrido a su hija.
Ella estaba sola en Rocadragón.
Y no se podía silenciar a un fantasma que deambulaba en cada uno de sus pensamientos.
Si preguntaran cuándo fue que tal lamentable estado comenzó a aflorar en su majestad, no se sabría decir. Tal declive fue lento, dos lunas enteras pasaron antes de que la paranoia frente a Daenyra la consumiera.
No podemos decir que la consejera de susurros no hubiera jugado una parte en todo esto.
Mysaria había comenzado como una simple mujerzuela a la que Daemon alguna vez tomó y embarazó. Cuando estalló la guerra, fue ese mismo hombre el que la encerró en las mazmorras de Rocadragón, pero por la gracia de su majestad fue liberada, alimentada y pagada una pequeña suma para huir a Essos de así quererlo.
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𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯
Fanfiction❝ Una historia en la que Daenyra Velaryon, hija legítima de Rhaenyra y Laenor, deberá de pelear con 𝙛𝙪𝙚𝙜𝙤 𝙮 𝙨𝙖𝙣𝙜𝙧𝙚 para salvar a los que ama ❞. ♡° ┄─────── "𝙊𝙝 𝙢𝙮 𝙧𝙚𝙥𝙪𝙩𝙖𝙩𝙞𝙤𝙣'𝙨 𝙠𝙞𝙣𝙙𝙖 𝙘𝙡𝙤𝙪𝙙𝙚𝙙 𝙬𝙞𝙩𝙝 𝙙𝙞𝙧𝙩 ...