Capítulo 30 - El filo del papel

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No hubo mucho que hacer el resto del día, si Dany era sincera.

Helaena había sido ordenada por el maester desacompasar un poco dada su condición de embarazada. La princesa Velaryon no pudo discutir con esta orden esta vez, poco había leído sobre embarazos y cómo ayudar a mujeres en tal forma.

Simplemente la invito a pasar a su habitación - la cual era bastante grande teniendo en cuenta que era para invitados y no para la familia real - y estuvieron charlando por horas.

Su amiga le contó sobre su matrimonio: cómo era que había llegado hasta ese punto y algunas de las cosas horribles que le había hecho sus hermanos o su madre.

Y Daenyra la escuchó, acumulando a cada nueva experiencia traumática otra razón para acabar con ellos cuando el momento llegara.

Para la noche, un sirviente tocó a la puerta de sus aposentos. Killian, dijo llamarse. Killian Rivers. Anunció que el rey lo mandaba para avisar que no asistiría a la cena esta vez y cómo sentía tal cosa. Ademas, insistió que sería buena idea que Helaena volviese a su habitación y se preparara para la comida.

Dany le advirtió que no iría a cenar con todos si su abuelo no estaba antes de que su amiga se fuera. Ella, asintiendo, simplemente dijo "lo sé".

Simplemente pidió que le trajeran un par de bayas rojas, quesos y una copa del vino más dulce que tuvieran para cenar.

Comió con tranquilidad, realmente. Nadie estuvo para hablar, ni para hacerla reír, ni para molestar con sus chistes tontos.

Solo ella y sus pensamientos. Algo peligroso sin dudas.

La noche anterior se repetía en su cabeza una y otra vez, casi haciendo que se memorizara los tonos de voz y los gestos del muchacho con el que había discutido. Cómo pasó de una mirada herida al enojo, luego a la furia y finalmente al dolor. 

Pensó en las palabras que usó, en cómo no tardó en tacharla como una princesa malcriada y egoísta cuando estaba haciendo algo muy similar a lo que él mismo hizo toda su estadía en Rocadragón. 

Su hermano siempre fue alguien amable en su cabeza. Conocía su naturaleza correcta y vergonzosa como conocía la propia palma de su mano. 

Pero ahora se preguntaba si lo hacía realmente. 

¿De verdad sentía esas cosas horribles que le dijo? 

¿De verdad sentía esas cosas tiernas que le dijo? 

¿Cómo era posible que en menos de cinco muntos haya sido un imbécil y un tierno?

Confesó que necesitaba que ella esté a salvo, no que lo deseaba. Dos palabras muy distintas para alguien que había sido criador para elegirlas lo que fuera a decir con cuidado. 

¿Qué sentía ella respecto a esa información que se le acababa de revelar? No lo sabía

Jacaerys Velaryon siempre fue su mejor amigo, el lugar a donde ir si se sentía insegura, la persona en cuyo hombro llorar si llegar a no poder contenerse mucho más, el oído en quien confiar para absolutamente cualquier cosa que debiera decir. 

No sabía en qué momento él resignificó lo que eso era. 

Dany no sabía lo que era enamorarse, nunca lo había estado. No se molestaba en responder a los hombres cuando estos le coqueteaban - de todas formas aparecerían muertos o no aparecerían de nuevo - no solo porque ya estaba determinado para ella que se casaría con el joven que la llamó egoísta, tonta y débil, pero porque tampoco sabría qué decir. 

𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora