Capítulo 21 - Perdóname por no escuchar

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El funeral de Laenor Velaryon fue mucho más discreto que el de Laena.

No había mucha gente para visitarlo. Ninguno era cercano a él y la familia realmente no se había molestado en invitar a nobles de todo el reino. Además, no llegarían a tiempo, aunque lo hicieran, todos estaban volviendo a sus hogares luego del evento de hacía algunos días.

Vaemond fue, nuevamente, el elegido para dirigir la ceremonia.

No hizo ningún comentario fuera de lugar, no dijo más de lo que debía. Perder a sus dos sobrinos en tan poco tiempo era algo que parecía haberle afectado.

Los que tenían mayor dolor encima eran los padres del muchacho, Rhaenys y Corlys. Perdieron a sus gemelos en menos de una semana. Ambos muertos en situaciones horribles, solos.

A Baela y Rhaena, quienes aún estaba de luto por su madre, les tocaba hacer a un lado su dolor y consolar a sus cuatro primos.

Luke no podía evitar llorar. No importaba cuánto su abuelo le corrigiera que los hombres no debían hacerlo. Intentaba esconder sus sollozos con tos, frotándose sos ojos antes de que salieran de ellos.

Joffrey aún era muy pequeño para entender lo que pasaba. Rhaenyra había optado por dejarlo al cuidado de dos sirvientas adentro del castillo. No saldría para molestar el luto del resto de sus hermanos.

La princesa heredera se sentía culpable. Laenor era su amigo, el único en toda la Fortaleza Roja al que podía considerar como tal. Lamentaba que esta haya sido la decisión que él tomó para sí mismo. Podría haberlo tenido todo con sir Carl, lejos de todo este conflicto por la corona, de hijos que ambos sabían no eran suyos. Le advirtió que la única posible salida de esto era la muerte, si no aceptaba.

Y no lo hizo. Por Daenyra.

La niña había no había mejorado mucho desde que vio a su hermano. Sólo a él le permitía pasar a su habitación. Era el único contacto que tuvo por tres días con el resto del mundo. Comió solo lo que él le ayudaba a comer. Durmió solo cuando él se quedaba con ella.

Accedió a ir al funeral sólo porque quería despedirse una última vez de su padre. En el cuarto día, sirvientas entraron para ayudarla a bañarse y cambiarse, puesto que la niña aún no podía moverse. Su estado mental estaba tan deteriorado por su autocastigo a la soledad, que poco decía, poco se movía, poco se quejaba.

Lucerys había corrido a abrazarla luego de volver a verla. No lloró cuando la vio, no enseguida. Se tomó algunos segundos para decirla cuánto la quería y que quería estar ahí para ella como pensaba que ella había estado para él.

No habló con su madre, abuelo, abuela o primas.

Ignoraba sus comentarios, no importaba la cosa que dijeran. Aún no estaba lista para afrontarlos.

Jacaerys era el que mejor mantenía la compostura. Pose derecha, cabeza en alto, ropa impecable. Se había asignado a sí mismo la tarea de ser fuerte por los sus dos hermanos que no podían. Debía enaltecer la línea de su padre, demostrar que su apellido lo volvía tan Velaryon como al propio Corlys.

Sin dudas sería un buen rey.

Los vientos de la costa de Driftmark golpeaban contra las capas de los jóvenes príncipes como lo hacía con el vestido de la princesa.

Jace había tomado la mano de su prometida sin importarle lo que otros opinarían de ellos en ningún momento. Sabía que ella necesitaba alguien, conocía su forma de vivir el dolor como conocía la palma de su mano. Necesitaba a alguien, quiera decirlo o no.

La vio jugar con el collar que había llegado por parte de su padre todo el rato, solo parando con él para jugar con el anillo plateado en su dedo índice.

𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora