Capítulo 47 - Historia de una despedida

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La cabeza de Dany daba vueltas en exactamente la misma conversación vez tras vez. Se preguntaba si podría haber dicho algo distinto, si esas eran realmente las palabras que usó o si su ebria mente le hacía mezclar sonidos que no eran.

"¿Y qué pasó después, princesa Daenyra?" preguntó un niño de la primera fila, levantando la mano para que la joven de la realeza pudiera verla.

Claro.

La historia. El orfanto. Los niños.

"El joven rey Jahaerys y la princesa Alysanne montaron sobre sus dragones y volaron hasta Rocadragón, pudiendo sellar su amor en una boda secreta. La mano del rey, Rogar Baratheon estaba furioso, pero la ferocidad de los leales guardias del rey y la nueva reina impidió que los separara" en verdad, su casa tenía algunas experiencias de lo más fascinantes, pero no podía decirle todo eso a los pequeños frente a ella. Lo gráfico de la crueldad de su antepasado Maegor el cruel, ni las tecnicaturas de la consumición de un matrimonio eran de gran importancia para jóvenes tan alejados de ese mundo.

No eran nobles, mucho menos Targaryen. Tales cuestiones eran omitidas por su edad, pero también porque nunca comerían de ese plato.

"¡Quiero ser un guardia del rey también!" gritó una niña de una de las filas más al fondo, causando enseguida que los muchachos presentes se rieran y que las chicas se indignaran.

Bueno, nunca serían nobles, pero ellas siempre serían mujeres y ellos siempre serían hombres.

"¡Las chicas no pueden ser guardias reales, Lilibeth!" le contestó con voz burlona otro pequeño, uno más bien ubicado en las filas centrales. Parecía estar destacando una obviedad, algo que todos sabían.

Su niña interior no podía tolerar algo así.

"Oh, en eso tienes razón, jovencito" dio la derecha Dany, escuchando enseguida cómo él presumía de lo que la princesa le había dicho a la valiente niña. "Pero podemos ser igual de letales. No necesitas ser un guardia para saber cómo blandir una espada o cómo disparar una flecha".

"¡¿Enserio?!" se escuchó a la pequeña gritar desde el fondo,su voz llena de un nuevo tipo de esperanza.

"¡Yo quiero ser una Septa!" aportó la amiga de Lilibeth, enseguida alentando al resto de las chicas y chicos a decir lo que quisieran hacer en el futuro.

Dany enserio deseaba que los dioses favorecieran sus deseos. No podría soportar el verlos disfrazados de ella en un burdel, complaciendo a mujeres u hombres demasiado tétricos para sus inocentes personalidades.

El bebé sobre sus brazos comenzó a moverse, señal de que los ruidos quizás se volvían un poco muy intesos como para que pudiera continuar su sueño.

"El rey Viserys es gentil, mi madre heredó es de él. Hablaré de ustedes a ellos para poder cumplir estas grandes metas" Dany ya se había levantado del suelo y caminaba de vuelta hacia una de las responsables del lugar. Era tarde, su familia estaría seguramente por irse.

Los tres días pasaron más rápido de lo que ella hubiera deseado.

El primero fue el más... caótico, si así se le quisiera decir. Fue el que encendió en ella algo que no podía explicar, algo que la dejaba pensando en cosas que no debería pensar.

Fue en el que habló cosas que no debía hablar.

Juró nunca más beber una sola gota de vino.

El segundo y el tercero fueron más amenos, sin dudas. Lord Cregan Stark y sir Gwayne Hightower la entretuvieron la mayor parte de su tiempo, y aunque diría que el norteño era sin dudas en el que más confiaba, el caballero podía sacarle una o dos risas.

𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora