Capítulo 67 - Oveja entre cuervos

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Jacaerys era un hombre.

Conocía la diferencia entre un matrimonio consumado y uno que no, entre bastardía y legitimidad, entre una muerte piadosa y otra dolorosa.

Eso le daba miedo, de hecho. El conocimiento. Especialmente en este momento.

Cuando sabía que los que entraban a la habitación en la que fue encerrado solo podían tener una orden.

Bien, pues que nadie diga que no peleó por volver a ver a su familia.

Que nadie diga que, en su cabeza, había otra más que Dany.

———

Sus pasos rápidos resonaron por los pasillos de la Fortaleza incluso cuando no quería que así fuera. Aún estaban detallándose los preparativos para la coronación de Aegon, era normal que las personas corrieran de un lado para otro. Así había sido cuando eligieron a Viserys sucesor. Sin embargo, ninguna sirvienta llevaría una capa sobre su cabello.

"Por aquí, princesa" indicó sir Erryk a la reina que nunca fue, doblando por lugar de la Fortaleza Roja que ni ella conocía bien.

Su misión era una: rescatar a sus nietos y a su bisnieto. Escaparían a Rocadragón, buscarían refuerzos en Rhaenyra y Daemon, se reuniría con su esposo y su imponente flota.

Podrían derrotar a los verdes en una sola noche, pero necesitaban reagruparse.

Primero, necesitaban escapar.

Pero pronto los pasos de la princesa Targaryen se detuvieron, imitando la helada pose del caballero. Frente a ella, una aterrada Helaena.

Era difícil perturbar la paz de alguien como la esposa de Aegon. Ella se contentaba en su mundo de incoherencias y en la soledad de sus aposentos, solo permitiendo visitas de sus hijos, Daenyra y su familia. Su propio esposo se vería excluido, de ella poder conseguirlo.

Era difícil perturbar a alguien como Helaena, y aún así, estaba completamente pálida, sus ojos violetas muy abiertos y sus cejas formando el más aterrado gesto en su rostro.

"Princesa-" intentó negociar sir Erryk a la par que levantaba una mano, como si quisiera domar a un animal salvaje. Sin embargo, la mujer no miraba al caballero. Miraba a Rhaenys.

"Quieren matarlos".

———

Dany era una princesa. Futura reina. Mujer caritativa. Sanadora.

Hoy, antes que todo eso, era madre.

Por eso, a pesar de saber que sería inútil, a pesar de saber que golpear la puerta vez tras vez solo le conseguiría moretones y cansancio, lo intentó.

Vez tras vez.

Dos. Cinco. Cien veces.

No había caso.

Aun había una alternativa para ella, pero ¿qué bien le haría llamar a sus dragones y montar en sus lomos? Rhaellon y Jace aún estaban en la Fortaleza, aún quemaban ante el fuego. Su abuelo quemaba ante el fuego. Helaena, Jahaerys, Jahaera y Maelor quemaban ante el fuego. Tampoco podía escapar ¿Qué clase de persona abandona a los que ama?

No, se rehusaba a llamar a sus dragones. Incluso escuchando sus rugidos a lo lejos, pretendía mantenerse lo suficientemente calmada como para no alertarlos.

No podrían tocar a su familia. El pueblo los amaba: un solo pelo herido de su esposo o hijo y la plebe se alzaría contra la corona a su favor, la ayudarían como ella lo hizo por tantos años.

Y aún así, por todo lo que sabía ambos podían estar muertos.

Ya no tenía objetos que arrojar, no tenía lágrimas que derramar. Solo veía rojo.

𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora