Capítulo 3 - El dragón emprende vuelo

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Cuando su hermano y tíos entrenaban con la espada, ella los observaba junto a su abuelo. No se perdía ninguna de sus clases. Siempre estaba allí, alentando con gritos y vitoreos a su prometido.

A Viserys no le molestaba el comportamiento de la niña. Le causaba gracia incluso. Solo comenzó a corregirla cuando su mano, Lord Lyonel Strong mencionó lo inapropiado del comportamiento de la muchacha: Ella era una princesa y debía actuar como tal.

Entonces y solo entonces, el rey comenzó a corregir a su nieta. Le explicaba que, el día en que fuera reina debería mantener una cierta imagen. Nadie en la corte querría una dama mal comportada, por lo que se tomaba las molestias de, con gentileza, remarcarle que no debía gritar, silenciar sus vitoreos, enderechar su pose, recomendar peinados más prolijos, o marcar cualquier defecto en la niña.

Ella a veces se molestaba, pero nunca se enojaba. Su abuelo solo le decía esas cosas por su bien, porque la quería.

"Recuerda, mi dulce nieta: eres una princesa Targaryen. La sangre del dragón corre por tus venas. Debes dar una cierta imagen en la corte si quieres sobrevivir a sus aburridas demandas" el rey no trataba de ordenarle a la niña cambiar su forma de ser, pero intentaba explicarle que, en un mundo tan complejo como este, las mujeres siempre serían objeto que muchas demandas estéticas y conductuales.

Dany solo tenía cinco años. Aún no veía con claridad el por qué de las palabras de su abuelo. Ella solo pudo asentir, sonriendo solo lo " adecuado" - o eso le había dicho su septa-.

Su abuelo, complacido, tomó su mano en la suya y la besó. Eso disipó cualquier tensión o confusión en el aire y lo reemplazó por risitas de la pequeña princesa.

No volvió a soltarle la mano, ni siquiera cuando se dirigió a Lord Strong "Esto es correcto, Lyonel: Jóvenes que aprenden juntos, entrenan juntos y se derriban y luego se levantan. Ellos formarán un vínculo que será de por vida, ¿no crees?"

"Esa es la idea, su majestad" afirmó el hombre.

Abajo, su hermano mayor peleaba contra muñecos de paja, repitiendo movimientos de ataque y defensa una y otra vez. Siempre que escuchaba a su hermana alentarlo, volvía su mirada hacia ella, saludando con su mano y sonriéndole. Quizá ella fuera la razón por la falta de concentración del príncipe en cada una de las clases.

Jace nunca se quejaría. Le gustaba ver a Daenyra en el palco junto a su abuelo. Le recordaba la razón por la que le importaba ser bueno con la espada.

Sus tío siempre se burlaban de él. Haciéndolo tropezar, empujándolos, chocando sus hombros al pasar. Dany intentaba intervenir y apelar al rey para que lo detuviera. Sus peticiones siempre iban a oídos sordos.

No dudaba del amor que Viserys tenia hacía ella, pero se daba cuenta poco a poco que aquel hombre tenía la esperanza de que solo se tratara una broma entre amigos.

Qué estúpidos que pueden ser los hombres a veces.

Aemond, al menos, no estaba todo el tiempo sobre su hermano, pero Aegon si.

Aegon, aquel insolente - realmente Dany no sabía lo que significaba esa palabra, pero cuando su septa lo decía estaba enojada, por lo que dedujo que era algo malo- solo hecha miradas coquetas hacia la servidumbre. A ella le enojaba, por supuesto que él tuviera la oportunidad de entrenar y ella no. Estaba claro que en su tío no se despertaba el mínimo interés por el arte de combatir. En ella si. Seguido.

"Gané mi primer combate, sir Criston. Mi oponente demandó piedad" se burló el insolente tras haber sido atrapado sin practicar las movimientos enseñados. El guardia real rio levemente, y yendo a buscar una espada de madera que había sobre la mesa, anunció "Ahora tiene un nuevo oponente mi príncipe guerrero. Veamos si puede tocarme: usted y su hermano".

𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora