Capítulo 59 - Campanadas de victoria

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*Advertencia: Este capítulo contiene escenas +18 al final, se pide leer bajo propia discresión"

Daenyra estaba nerviosa.

Lo habló mil veces con Jace, y mil veces él estuvo de acuerdo con cada palabra que dijera. Acordó con su hermana de no-sangre, obtuvo la aprobación de sus hermanos, incluso sus primas insistieron en acompañarla. Aún así, no podía evitar sentir un cosquilleo molesto subir por su espina.

Caminó por los pasillos escuchando sus propios pasos y los de Helaena retumbar. Había sido de gran ayuda que su mejor amiga fuera tan impecable bordadora, nunca en toda su vida Dany podría haber elaborado tan finas piezas como ella.

Los lobos aullaron, entonces.

La hora del lobo.

Daenyra Velaryon estaba llegando tarde.

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Rose rogó día y noche para que su madre le permitiera atender a la boda real.

Incluso cuando estuviera atendiendo a algún cliente en su habitación, ella entraría para volver a pedir la misma cosa. Se ganó un buen par de castigos, es verdad, pero luego de días insistiendo, al fin consiguió su cometido.

Estuvo toda la tarde anterior a la boda real juntando flores a las afueras de la ciudad para poder armar una linda corona a la que ofrecer a la princesa.

No sabía que pensar de ella, sinceramente. Su madre le contó historias cuando era más pequeña de cómo sus dragones habían quemado vivo a su padre, pero recientemente le dio a conocer que su tía estaba viva gracias a la valentía que la hija de Rhaenyra había tenido al enfrentar a tantos hombres ella sola.

Rose siempre tuvo un... don, si así se le quisiera decir. Entendía mejor a las personas que otros, le era más fácil saber qué pasaba por sus mentes y del verdadero color que era su alma.

Quería ver de qué estaba hecha la próxima reina consorte de poniente que heredaría la corona de su madre y del príncipe Daemon.

En la mañana, se levantó a primera hora y se vistió con el vestido amarillo que tanto esperó poder usar. Ató el lazo celeste que marcaba el fin de su ajustado torso y liberaba una falda amplia, se puso unas botas marrones, tomó la corona de flores, y salió corriendo al Gran Septo de Baelor.

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Jacaerys caminaba de un lado a otro.

Su prometida alguna vez se había reído de lo obvio que hacía sus nervios, pero el hombre simplemente no sabía qué otra cosa hacer.

Habían estado varias semanas organizando este... pequeño encuentro. Sus hermanos insistieron en encargarse de todo, asegurando que podían tomarlo como un regalo de bodas adelantado de su parte.

Los lobos aullaron, y con ellos, el septon que habían conseguido para la ceremonia llegó a paso tranquilo.

Lo único que faltaba era la novia.

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Muy pronto - más rápido de lo que Rose y su madre creerían que podía pasar- se llenaron las afueras del gran templo de la fe de los siete. Miles y miles de personas intentaban ver por sobre la barrera de guardias que los mantenía alejados de los últimos de pisos de escalera.

A Rose no le importaba, no en realidad.

No cuando vio la caravana real llegar tirada por un caballo con manchas que parecían parches y una yegua completamente blanca.

La primera en bajar fue la princesa Rhaenys, la segunda, la gemela dragón Baela, la tercera la gemela dragón Rhaena, la cuarta, la princesa Rhaenyra.

𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora