Capítulo 13 - Lo que una vez fue

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La recepción de la ceremonia se sentía... extraña. No solo porque a cada respiro Dany podía percibir el duelo de los presentes, el peso de la pérdida, pero porque muchos no se enfocaban en eso siquiera.

"La sal corre por la sangre de los Velaryon. La nuestra es sangre espesa. Es sangre verdadera. Y nunca debe diluirse"

A este punto, ninguno de los dos hijos mayores de Rhaenyra eran ajenos a lo que el resto del mundo hablaba de ellos. Para Dany, convivir con sir Harwin fue lo que le delató la verdad. Él mismo fue el que confesó lo que en realidad ocurría con sus hermanos.

Tres muchachos Strong.

Jacaerys había vivido aquel momento de "revelación" con mucha más pena que su hermana. Cuando Daenyra partió a Harrenhal, encaró a su madre. Fue en la noche, en un momento de dolor por pensar haber sido abandonado por la princesa Velaryon. Dijo cosas horribles, era verdad, pero terminó tan atragantado en sus propias lágrimas que no pudo hablar mucho.

La heredera al trono, siempre tan gentil, lo sostuvo entre sus brazos hasta que su pena desanudó su garganta.

"¿Soy un bastardo?" le preguntó. No venía al tema, pero debía saber. El hueco que dejó su hermana en la familia había hecho que los rumores a los que hacía oídos sordos todo el tiempo, comenzaran a carcomerlo. Su fuerza era la niña ausente, su lugar seguro eran aquellos pequeños brazos. Ahora, estaba solo. Se sentía solo.

"¿Q-qué? Tu... ¿Por qué dirías eso, Jace?"

"Por favor, responde ¿Mi padre es sir Harwin Strong?"

Se solía enseñar a los nobles que a veces era mejor callar que hablar. No podían ganar todas las batallas, por eso debía aprender a elegir cuales valía la penaa pelear.

Su madre no tenía forma de salir victoriosa de este momento.

Ella lo sabía.

Él no.

En lo profundo de su corazón, Jace anhelaba que su cabello oscuro se debiera a los genes Baratheon diluidos en sus sangre de parte de la madre de su abuela Rhaenys, Jocelyn. Se decía a sí mismo que todos estaban equivocados, que su legitimidad se probaba en sus antepasados.

No esperaba que Rhaenyra tomara su cara entre ssu manos, y tras dejar un beso en su frente dijera "Eres un Targaryen: la sangre del dragón corre por tus venas. Eso es lo que importa"

Se apartó tan rápido como pudo de su madre.

¿Cómo se atrevía? Nadie la juzgaba cuando caminaba por la Fortaleza Roja: ni los sirvivientes, ni sus medio-hermanos, ni otros nobles. Jacaerys vivía acostumbrado a que las risitas, el murmullo molesto y los ojos juzgadores llenaran cualquier habitación en la que estuviera. No podía escaparlos nunca: no había lugar en los siete reinos que no conocieran al "Bastardo de Desembarco del Rey".

¿Cómo pudo ser tan tonta? ¿Cómo pudo hacerle algo así? ¿Nunca pensó en que sus actos de rebeldía terminarían por rendirle cuentas en algún momento?

Estuvo casi dos años sin hablarle. Frente a cualquier sujeto ajeno a su familia, ellos lucían igual de unidos que siempre. Los únicos que podían refutar tal cosa eran los sirvientes que los acompañaban cada vez que ellos dos quedaban solos en una habitación.

Rhaenyra simplemente omitió los detalles sobre su vida en las cartas que mandaba a Dany. No quería preocuparla, no podía escribir tal cosa.

De todas formas, Jace logró aceptarlo. Su madre tenía razón: él era un Targaryen. Su dragón era prueba suficiente de que era digno de ser el heredero de su madre.

𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora