Capítulo 60 - Lunas de verano

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Rhaenyra no deseaba otra cosa que no fuera volver a alejarse de la corte mientras podía hacerlo. De hecho, ni bien terminaron las festividades por el matrimonio de sus niños, nada quería más que llevarse a toda su familia lejos de este nido de víboras.

Sin embargo, su hija se rehusaba a moverse de la capital. Aseguró que tenía responsabilidades, que la reina finalmente la dejaría entrar en las reuniones de la corte para enseñarle todo lo que sabía sobre dirigir el reino, que las personas de la capital dependían de ella para comer y sanar.

Jace era su primogénito, su heredero. El lugar del muchacho estaba con su madre, la futura reina... pero Daenyra era ahora su esposa, y era su deber estar ahí para cuidarla de cualquiera que quisiera deshonrrarla.

La delicia del reino aceptó que se quedaran sólo cuando Rhaenys se acercó a ella y aseguró que nunca estarían solos, que ella se quedaría en la capital con ellos en tanto Rhaenyra se encargara que a su amado esposo, Lord Corlys, nada le faltara mientras intentaba recuperarse de sus heridas de batalla por los Peldaños de Piedra.

Dany vio a Syrax, Arrax, Tyraxes y Caraxes volar justo sobre la caravana de su madre y hermanos mientras se perdían en el horizonte, un sentimiento amargo aflorando en su pecho.

"¿En qué piensas?" preguntó su esposo a su oído. El hombre había estado saludando a sus hermanos hasta el último segundo, conteniendo sus deseos de ir a Pozo Dragón y sobrevolar con Vermax el camino de regreso de su familia tan solo para asegurarse de que estarían bien.

Ni bien estuvo en el balcón de su nueva habitación de casado, Jacaerys supo enseguida que algo estaba mal con Dany.

"Odio despedirme de ellos" contestó ella sin sacar la vista del camino del carruaje real.

Los brazos del joven envolvieron su cintura con una firmeza cálida que siempre la hacía sentir vulnerable. Aún abrazándola desde detrás, ella sabía que él sonrió levemente ante sus palabras.

"No es para siempre, Dan. Volverán para la boda de Luke y Rhaena en algunas lunas" aseguró él. "Aunque, quizás" comenzó a decir, permitiéndose bajar una de sus manos al vientre de su mujer. "podamos darles una razón más temprana".

Hacía tan solo dos lunas de la boda del par, y aún así, no parecían poder concebir ningún niño. Dany se culpaba. Jace la consolaba. La llegada de un nuevo ciclo de sangrado simplemente hacían que ella se sintiera inútil. Fracasaba en su único propósito como esposa, y... ella quería ser madre. Se dio cuenta que nada le gustaría más que tener un bebé propio para mimar, alimentar y amar con cada centímetro de su ser.

Aún así, seguía fallando.

"No confiaría en ello" contestó cortante, casi enseguida quitando la mano de su esposo de su viente. Le dolió hacerlo, le dolió no estar cumpliendo con su deber y teniendo esa actitud pero... ella estaba desesperanzada.

Escuchó al príncipe suspirar y quitarse de encima de ella, usando sus brazos esta vez para voltear con sumo cuidado a su mujer.

"Solo son dos lunas, Dan. Ya vendrá el día en que nuestros intentos darán fruto" la consoló, sosteniéndola ni bien la notó debilitarse hasta el llanto. Sus hermanos habían sido alejados de ella de vuelta, esta vez no por su elección. La corte estaba sobre sus cuellos pidiendo un heredero para legitimar su matrimonio y aún no habían podido cumplir.

"Lo sé, mi vida, lo sé" aseguró él en un susurro, acariciando el caballo de su mujer con extremada delicadeza y cariño."No estás haciendo nada mal, Dany. Nada de esto es tu culpa" insistió, abrazando aún con más fuerza a su amada.

Sabía que ella no pediría ayuda a nadie cuando fuera que estuviera mal, la conocía demasiado como para creer que iría a él cuando comenzar a sentir cosas similares a esta. Aún así, nunca necesitó preguntar tal cosa siquiera una vez, porque Jace siempre estaría ahí para ella.

𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora