61- Oscuridad infinita

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La oscuridad les había invadido por completo, al punto en que no podían ver ni su propia mano y no escuchaban nada del exterior.

—¡¿Jess, Elliot?! ¡¿Lewis, Daniel?!

Por mucho que Erick gritara, el único sonido que escuchaba era su propia voz. Intentó pisar con fuerza el suelo para verificar que estuviera en el mismo terreno, pero no sentía que estuviera tocando tierra.

—Erick...

Escuchó una voz conocida cerca de su oído, Erick se dio la vuelta inmediatamente en guardia, pero no vio nada.

—Yo de verdad te amo...

Volvió a escuchar esa voz en otro lado, luego se dio cuenta que el paisaje por completo había cambiado. El pasaje que vio era un campo de flores sin fin, su mirada cambió a una aterrada, el campo de flores era el mismo en donde él había muerto.

Cuando su mirada se enfocó al frente, quién estaba delante de él era Amelia, con el mismo rostro dulce que la caracterizaba.

—¿Vamos a ver las flores juntos?

Erick apretó los dientes y sus ojos se inyectaron en sangre.

—¡Esta es una maldita ilusión! ¡Da la cara cobarde!

Gritó enfurecido a la nada, pero Amelia lo vio con un rostro extrañado y su sonrisa cambió a una psicótica.

—Eso es, mi amor por ti siempre fue una ilusión.

Amelia tomó el cuello de Erick y lo lanzó hacia el suelo, luego sintió el mismo dolor en su pecho cuando fue atravesado por la magia que Damián le había lanzado por detrás.

Su cuerpo estaba paralizado, no podía apartar a Amelia, quién ejercía presión con sus dos manos sobre el cuello de Erick.

—Esto no...

—¡Por supuesto que esto no es una ilusión! ¡Fue tan divertido verte caer como un idiota! ¿Qué te parece? Nunca quise tener relaciones sexuales contigo porque me dabas asco, pero me tratabas con tanto cuidado cuando volvías, sin darte cuenta de que de mi vagina salía el semen de tu hermano, ¡Debiste ver cuán idiota eras!

Las sensaciones en su cuerpo eran vívidas, la voz de Amelia era real para él, incluso su frío toque. Un fuerte trauma de ese día volvió a él y trató de apartarla, pero su cuerpo no respondía y comenzó a tener un colapso y a hiperventilar a causa de la presión mental.

Mientras que Elliot, en plena oscuridad siguió intentando crear el hielo, pero no podía verlo y sentía que el poder divino inyectado en él lo abandonaba inmediatamente. Elliot incluso intentó purificar el lugar liberando su propio maná, pero era como si le estuvieran succionando.

"¿Qué diablos es esto? Nunca había pasado... esto es malo, mi única defensa es el hielo, pero si algo me ataca ahora, es muy posible que muera".

Elliot se sintió asustado y en peligro por segunda vez, la primera vez fue en su lucha con Eli, mientras que ahora, algo podría herirlo de gravedad en cualquier momento.

Su cuerpo empezó a temblar y estaba tenso, miró a todas partes y sus sentidos se habían elevado al máximo, causándole un gran estrés.

—No pudiste...

Escuchó la voz de una mujer, era una voz que conocía perfectamente.

—¡¿Elizabeth?! ¡¿Estás ahí?!

Miro a todas partes intentando ver en esa oscuridad, pero hubo algo que comenzó a ver lentamente, eran unas antorchas. Luego se vio a si mismo en frente de una celda, donde había una mujer con todo tipo de heridas en su cuerpo, esa mujer se encontraba encadenada, era imposible que no la reconociera.

El camino de un héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora