Capítulo 8.

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"Luchar hasta el último aliento."
-William Shakespeare

Katherine respiró hondo, intentando calmar la ira que hervía en su interior. A medida que se adentraban en el bar, la atmósfera se tornaba más pesada. El ruido de las conversaciones y las risas se desvanecía lentamente, dejando solo un murmullo de curiosidad y tensión. Haël caminaba con confianza, como si fuera el rey de un reino oscuro, y ella lo seguía, sintiendo cómo su piel se erizaba bajo las miradas de los hombres que se detenían para observarlos.

Finalmente, Haël se detuvo frente a una puerta al final de un pasillo. Con un movimiento de su mano, empujó la puerta abierta, revelando una habitación mal iluminada. La visión que se le presentó a Katherine le hizo el estómago un nudo. En una cama desvencijada, Carlos, el padre de Haël, estaba tendido. Su rostro estaba cubierto de moretones, y su ojo derecho estaba completamente hinchado. Sangre seca se acumulaba en la esquina de su boca. La escena era devastadora, y la angustia la invadió al instante.

—¿Carlos...?—susurró, acercándose rápidamente a la cama.

Carlos levantó la mirada, y aunque el dolor era evidente, también había un atisbo de orgullo en su expresión.

—Katherine, gracias por venir. No quería preocuparte...

—No querías que me preocupara. Esto es horrible. ¿Qué ha pasado? —preguntó, su voz llena de preocupación mientras evaluaba las heridas del antiguo amigo de su padre.

—Una lucha por el liderazgo del club —respondió Carlos con un suspiro cansado—Ya sabes cómo son estas cosas.

Katherine apretó los labios, sintiendo que la rabia comenzaba a crecer de nuevo.

—¿Y tú decidiste participar en el juego?

Carlos se encogió de hombros, una expresión resignada en su rostro.

—No tenía otra opción. Sabía que iba a ser difícil, pero no esperaba que fuera así.

Haël, que había permanecido en silencio en la entrada, finalmente habló.

—No es mi culpa que te hayas metido en esto. Tú decidiste pelear.

—¡Tú eres el que debería haberlo impedido!—Carlos gritó, la rabia brotando de sus labios. Katherine sintió que la tensión aumentaba en la habitación.

—¿Y cómo se supone que iba a hacer eso? —replicó Haël, dando un paso adelante, su voz tensa—Siempre has estado buscando demostrar tu poder, deberías haberte resignado.

Katherine miró a Haël, viendo cómo la frustración se transformaba en desdén. Sabía que había una historia complicada entre padre e hijo, y no estaba dispuesta a ser parte de ese enfrentamiento.

—Por favor, esto no ayuda. Carlos, solo déjame atenderte —dijo, tratando de calmar la situación.

Carlos respiró hondo, intentando recuperar el control de su temperamento.

Katherine se giró hacia Carlos, sintiendo la preocupación intensificarse.

—De acuerdo, voy a curarte. Pero necesito que ambos se calmen.

Mientras se agachaba para atender las heridas de Carlos, sintió la mirada de Haël fija en ella, un mensaje silencioso de advertencia en su expresión. No había duda de que estaba disfrutando de la tensión entre él y su padre, como si fuera un espectáculo que no quería perderse.

—¿Por qué peleaste, Carlos?—preguntó Katherine mientras limpiaba una herida en su frente.

—Porque este lugar se ha vuelto un campo de batalla, Kate. Siempre hay alguien dispuesto a derribarte —respondió Carlos, su voz grave y cansada—Si dejaba que Haël tomase el mando así como así habría sido una humillación.

NIX.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora