Capítulo 47.

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El sonido del reloj en la pared era lo único que rompía el silencio en la habitación donde Katherine yacía inconsciente. La tenue luz que se filtraba por las cortinas hacía que el espacio pareciera más sombrío de lo que realmente era. Todo estaba en calma, al menos en apariencia, pero fuera de esas cuatro paredes, una tormenta estaba a punto de desatarse.

Haël regresó a la habitación, dejando a Lucas en el salón. Cerró la puerta tras de sí, observando a Katherine con una mezcla de culpa y posesión. Sabía que lo que había hecho cruzaba la línea, pero su necesidad de controlarlo todo, especialmente cuando se trataba de ella, lo superaba. Se acercó a la cama con pasos lentos, vigilando su respiración para asegurarse de que estuviera bien.

Tomó asiento en una silla junto a la cama, inclinándose hacia adelante, los codos apoyados en las rodillas mientras la observaba. Cada centímetro de ella le recordaba por qué estaba dispuesto a hacer lo que fuera para no perderla. Katherine era suya, lo había sido siempre, y el simple hecho de imaginarla lejos de él le resultaba insoportable. Aunque había dicho que lo hacía por su seguridad, sabía que, en el fondo, su motivación era mucho más egoísta.

Se inclinó hacia ella, susurrando su nombre, casi esperando una reacción, aunque sabía que no despertaría tan pronto. Pero necesitaba decirlo. Necesitaba que, de alguna manera, ella supiera lo que estaba dispuesto a hacer por mantenerla a su lado.

-No voy a dejar que te vayas -murmuró Haël, con la mirada fija en su rostro-. No importa lo que tengas que decir o hacer. Vas a quedarte aquí, conmigo.

El tiempo pasó despacio, cada segundo un eco interminable en la mente de Haël, quien no apartaba la vista de Katherine. El sonido del teléfono interrumpió el silencio. Lo sacó del bolsillo de su chaqueta y vio un mensaje encriptado, de esos que solo recibía para asuntos urgentes. Frunció el ceño al leerlo, notando que el contenido era una serie de coordenadas y un recordatorio del encuentro que tenía en menos de veinticuatro horas. El lugar y la hora estaban decididos. Haël apagó el teléfono y se puso de pie.

Aunque sabía que debía prepararse, su mente estaba en Katherine. Tenía que encontrar la manera de hacerla entender. Tendría que hacerle ver que todo esto era por su bien, que sin él, el mundo sería mucho más peligroso para ella. Pero también sabía que, cuando despertara, las cosas no serían fáciles.

Se acercó a la puerta, apoyando la mano en el pomo mientras echaba una última mirada a Katherine. Tenía que asegurarse de que todo estuviera bajo control antes de su encuentro.

-Volveré pronto -susurró en voz baja, antes de salir de la habitación, cerrando la puerta tras él.

Por ahora, el mundo exterior no podía esperar.

(...)

Katherine abrió los ojos lentamente, su mente aún confusa por el cloroformo. Su cabeza latía, y su cuerpo se sentía pesado. Trató de moverse, pero algo la detuvo. Miró hacia abajo y se dio cuenta de que estaba atada, sus muñecas y tobillos firmemente sujetados a los barrotes de la cama. El pánico la golpeó de inmediato, y una oleada de adrenalina recorrió su cuerpo.

-¡Haël! -gritó, su voz quebrada por la furia y la desesperación- ¡Maldito hijo de puta, suéltame ahora mismo!

Tiró de las correas con todas sus fuerzas, pero los nudos no cedían. El miedo y la rabia la inundaban, y con cada segundo que pasaba, la sensación de traición se volvía más insoportable.

-¡Haël! -volvió a gritar, con la voz cargada de odio- ¡Te juro que voy a matarte! ¡Voy a hacerte pagar por esto!

Escuchó pasos fuera de la habitación, acercándose. Su corazón latía desbocado, esperando ver a Haël aparecer por la puerta, listo para enfrentar su furia. Pero cuando la puerta se abrió, fue Lucas quien entró.

NIX.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora