El aire aún vibraba con la tensión del ataque, los ecos de los disparos aún resonaban en su cabeza. Katherine no tenía tiempo para procesar lo que había pasado, solo sabía que tenía que salir de ahí. Rápida y silenciosa, arrastró a Dugg y a Jake hacia la salida trasera del club, buscando cualquier oportunidad de escapar antes de que los atacantes decidieran dar otro golpe. Las luces tenues del patio trasero parpadeaban, y la amenaza seguía latente.
-Vamos, rápido -dijo Katherine, manteniendo la voz baja pero firme. Sus ojos buscaban entre las sombras, vigilando cada rincón mientras sus pasos resonaban levemente en el suelo empedrado. Dugg seguía a su lado, nervioso, sus manos temblorosas apenas podían sostener la pistola que había encontrado. Jake, más tranquilo, parecía haber entrado en modo automático, observando cada posible punto de peligro.
Cuando llegaron al coche, Katherine empezó a desbloquear la puerta, el sonido metálico de la llave girando resonando en la quietud de la noche. Apenas lograron abrirla cuando una figura apareció de las sombras, armada, con la pistola levantada y apuntando directamente hacia Katherine. Sus ojos, fríos y calculadores, se fijaron en ella.
-¡Katherine! -gritó Dugg, pero fue demasiado tarde.
Antes de que pudiera reaccionar, Jake se lanzó hacia ella con el instinto de protección bien arraigado en su ser. En un solo movimiento, empujó a Katherine hacia el lado, tomando el disparo en su lugar. El sonido del impacto fue brutal, un golpe seco que hizo eco en la calle desierta.
Katherine, en shock, apenas alcanzó a gritar el nombre de Jake antes de verlo caer, su cuerpo torpemente golpeando el suelo mientras la sangre comenzaba a brotar de su lado. La pistola del atacante quedó en su mano, el hombre aún mirando con expresión implacable, como si el disparo fuera lo más natural del mundo.
-¡Jake! -Katherine se arrodilló a su lado, tomando su rostro entre sus manos, la desesperación apoderándose de ella. El golpe había sido fuerte, y la sangre no paraba de manar. Sus ojos, normalmente tan controlados, se llenaron de miedo.
Dugg, aún en estado de shock, no sabía si salir corriendo o quedarse. Sus piernas temblaban mientras miraba a Jake, luego a Katherine, incapaz de procesar lo que acababa de suceder.
El hombre que los había atacado se mantenía firme, la pistola todavía levantada, pero parecía que había perdido interés en seguir disparando. Su rostro era inescrutable, pero el peligro seguía ahí, en el aire.
Katherine miró a Dugg, su respiración entrecortada y su mente corriendo a mil por hora. El dolor de ver a Jake herido la estaba nublando, pero la realidad era clara: el hombre aún seguía allí, y no podía permitirse el lujo de caer en la desesperación.
-¡Dugg, ayúdame! -gritó, intentando mantener la calma, pero su voz traicionada por el pánico. Tenía que mantener a Jake vivo, tenía que sacarlo de allí. Tenía que protegerlo. Sin embargo, al mirarlo, su mente estaba en guerra con lo que debía hacer y lo que quería hacer.
El hombre, viendo que su objetivo ya había sido alcanzado, giró lentamente, empezando a caminar hacia la oscuridad, dejando que los ecos de su presencia se desvanecieran en la nada. No hubo más disparos, no hubo más amenazas. Solo una sombra que se desvanecía.
-¡No lo dejes... no lo dejes morir! -susurró Dugg, mirando la sangre que empapaba la ropa de Jake.
Katherine se inclinó sobre él, su mano apretando el lugar de la herida, desesperada por detener la hemorragia. Las lágrimas se mezclaban con el sudor y el polvo en su cara, mientras trataba de encontrar alguna solución. Sabía que no podía esperar mucho, que cada segundo que pasaba era crucial.
-¡Jake, por favor! -murmuró, su voz quebrada mientras se inclinaba más cerca de él, sintiendo su pulso débil, como una luz que se apagaba lentamente.
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NIX.
Teen FictionKatherine siempre había sido el alma de la fiesta, una joven llena de sueños y risas. Pero cuando un extraño, Haël, comienza a seguirla en secreto, su vida da un giro inesperado. Aunque no se conocen, la intensidad de la obsesión de Haël por ella se...