El coche frenó suavemente frente a la entrada lateral del club, y Katherine apagó el motor con la precisión de alguien que había hecho esto mil veces antes. Conducía como si fuera una extensión de su propio cuerpo, cada giro y frenada perfectamente calculados, como si las calles fueran solo otro escenario donde podía mantener el control. Haël lo sabía, lo había visto antes, pero aun así no dejaba de admirarla. En medio del caos, Katherine siempre encontraba una manera de mantener la calma, incluso cuando él no podía.
El letrero de neón del club titilaba sobre sus cabezas, proyectando luces rojizas y azuladas en el pavimento mojado por la lluvia reciente. Los latidos de la música electrónica se filtraban por las paredes, vibrando en el aire nocturno. Katherine notó cómo Haël se enderezaba un poco más cuando salió del coche, su cuerpo tensándose, listo para lo que viniera. Incluso herido, no permitía que nadie lo viera débil.
Al cruzar la entrada, los guardias —dos tipos enormes y conocidos por no dejar pasar a cualquiera— los recibieron con un asentimiento respetuoso. Katherine pudo sentir las miradas curiosas y aliviadas que se dirigían hacia Haël. Para todos ellos, su regreso al club significaba que seguía en pie, que no estaba acabado. Y eso era importante. Para Katherine, no solo era un regreso simbólico; era una declaración. Haël estaba de vuelta, y con él, ella.
—Todo bien, jefe —dijo uno de los guardias, abriendo la puerta que llevaba al interior.
—Perfecto —respondió Haël, su voz más suave de lo que Katherine esperaba, pero cargada de una autoridad inquebrantable.
El interior del club era un contraste de luces y sombras, el ambiente cargado de energía. Personas bailaban, bebían, reían, sin saber que fuera de esas paredes se estaba librando una batalla en la que sus vidas podían estar en juego. Katherine siguió a Haël a través del tumulto, notando cómo la multitud se apartaba discretamente a su paso. Era como si el simple hecho de estar allí alterara la atmósfera del lugar.
—Lucas está arriba —dijo Haël de repente, su tono neutral, pero con un dejo de urgencia.
Katherine asintió y lo siguió hacia una puerta discreta que conducía a las oficinas del club, el área reservada solo para el círculo más cercano de Haël. Allí, todo era diferente: menos música, más vigilancia. Mientras subían las escaleras, Katherine podía sentir el peso de lo que estaba por venir. Lucas, el mejor amigo de Haël, su mano derecha, era alguien que siempre estaba al tanto de todo. Si había información, si algo estaba a punto de explotar, Lucas sería el primero en saberlo.
Al llegar a la última puerta, Haël se detuvo un segundo, inhalando profundamente antes de empujarla y entrar. La habitación estaba tenuemente iluminada, y Lucas estaba de pie frente a una mesa llena de papeles, mapas y pantallas que parpadeaban con información en tiempo real. Su expresión, siempre serena, se endureció un poco cuando vio las vendas en el torso de Haël, pero no dijo nada al respecto. En lugar de eso, lo recibió con una leve inclinación de cabeza, un gesto de reconocimiento y preocupación contenida.
—Haël, me alegra verte de pie —dijo Lucas, aunque sus ojos rápidamente pasaron de él a Katherine, reconociendo su presencia con un leve asentimiento—. Tenemos mucho que discutir.
—Lo sé —respondió Haël, cerrando la puerta tras de sí—Cuéntamelo todo.
Lucas no perdió tiempo. Sacó un cigarrillo, lo encendió y comenzó a hablar mientras daba vueltas alrededor de la mesa.
—Vincent no está trabajando solo. Se está moviendo rápido, reclutando gente de fuera. Y no es solo una cuestión de territorio, esto va más allá. Está recibiendo apoyo de alguien más, alguien con los recursos suficientes como para querer verte fuera del juego, y no solo a ti. Están buscando desestabilizarlo todo, derribarnos desde dentro.
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NIX.
Teen FictionKatherine siempre había sido el alma de la fiesta, una joven llena de sueños y risas. Pero cuando un extraño, Haël, comienza a seguirla en secreto, su vida da un giro inesperado. Aunque no se conocen, la intensidad de la obsesión de Haël por ella se...