Capítulo 94.

2 1 0
                                    

Katherine despertó con un dolor punzante en la cabeza, un zumbido que la rodeaba como un eco incesante. Al abrir los ojos, la visión se enfocó lentamente en un lugar oscuro y sombrío. La habitación carecía de luz, iluminada solo por una bombilla parpadeante que colgaba del techo, creando sombras inquietantes en las paredes.

Intentó moverse, pero una sacudida de miedo la paralizó. Se dio cuenta de que estaba atada a una silla, sus muñecas y tobillos firmemente asegurados con cuerdas gruesas que le mordían la piel. La respiración se le aceleró, y la adrenalina comenzó a fluir en su sistema, pero antes de que pudiera pensar con claridad, una figura emergió de las sombras.

El hombre que se acercó era corpulento y tenía un rostro marcado por cicatrices que parecían contar historias de violencia. La sonrisa cruel que se dibujaba en sus labios la hizo sentir una oleada de pánico. Era uno de los hombres de Carlos, uno de aquellos que había mirado a Katherine en el club con deseo y desdén.

-Despierta, muñeca -dijo, su voz era grave y burlesca, como si disfrutara del miedo que irradiaba de ella.

Katherine tragó saliva, sintiendo el corazón latir con fuerza en su pecho. No entendía qué estaba pasando ni por qué había terminado allí. Sin embargo, la última imagen que había tenido antes de perder el conocimiento era de Carlos, sus ojos llenos de malevolencia y poder, y la sensación de traición que la había invadido.

-¿Dónde está Haël? -preguntó, intentando mantener la voz firme a pesar del terror que sentía.

El hombre se rió, un sonido seco que resonó en la habitación.

-No te preocupes, cariño. Tu amante está a salvo... por ahora. -Sus ojos destilaban desprecio mientras se acercaba más, inclinándose hacia ella-Pero tú... tú estás aquí para aprender una lección.

Katherine sintió el estómago revolverse. La conexión entre ella y Haël la mantenía viva, pero la idea de que estuviera en peligro la consumía.

-Carlos no quiere que te preocupes por él. Quiere que te concentres en lo que tienes que hacer. -Dijo el hombre, dando un paso atrás y sonriendo con malicia-Vamos a hacer que entiendas lo que significa estar bajo el mando de Carlos.

En ese momento, la puerta se abrió de golpe y Carlos entró, su figura imponente iluminada por la luz que entraba en el cuarto. Sus ojos se fijaron en Katherine con una mezcla de interés y desdén.

-¿Aún darías tu vida por Haël? -preguntó, su voz resonante llenando el espacio, desafiándola.

Katherine sintió una punzada de desafío ante su pregunta. La indignación ardía en su interior.

-No importa lo que me hagas. Siempre daré mi vida por él -respondió, con más valentía de la que sentía.

Carlos sonrió, pero no era una sonrisa amigable. Se acercó a ella, su mirada fría como el acero.

-Eso es precisamente lo que necesito que digas. Pero aquí está el problema, querida. El amor no es suficiente. En este mundo, necesitas obediencia. -Se giró hacia el hombre que estaba a su lado-Dale una lección.

El hombre asintió, y Katherine sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sin esperar más, lanzó un puñetazo directo a su abdomen. El dolor la sorprendió, y se arqueó hacia adelante, jadeando.

NIX.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora