Katherine se despertó con una sensación de peso en el pecho. El aire en la habitación era denso y viciado, y el cuerpo de Jake, dormido a su lado, parecía un ancla que la mantenía en el lugar. La claridad del día apenas se filtraba a través de una rendija en la pared, proyectando un débil rayo de luz que iluminaba la oscuridad a su alrededor.
Con cuidado, se deslizó fuera del sucio colchón donde había pasado otra noche inquieta. El cuerpo de Jake se movió ligeramente, pero no despertó. Su respiración era pesada, casi igual de agitada que la suya. Katherine lo miró por un instante, una mezcla de agradecimiento y desesperación cruzando por su mente. Él siempre había estado ahí, soportando las mismas condiciones, pero ella sentía que llevaba un peso aún mayor: la incertidumbre, el miedo a lo que pasaba fuera de esas paredes.
Con pasos lentos y temblorosos, se dirigió al pequeño y destartalado baño que había en la esquina de la "jaula" en la que los tenían encerrados. La puerta chirrió al abrirse, y el olor rancio de la humedad impregnaba el aire. Cerró la puerta con cuidado, apoyándose en ella por un momento, respirando profundo. No había privacidad en ese lugar, ni siquiera allí, pero en ese pequeño espacio encontraba una especie de refugio. Un lugar donde, aunque fuera por un segundo, podía estar sola con sus pensamientos.
Se acercó al espejo agrietado que colgaba sobre el lavabo oxidado. La imagen que la devolvió el reflejo le era extraña, como si no fuera ella misma. Estaba demacrada, sus ojos rodeados por ojeras profundas que resaltaban contra su piel pálida. Sus labios estaban secos, agrietados, y la suciedad manchaba su rostro y su cuerpo, acumulada tras días de encierro y de ser movida de un lugar a otro sin poder asearse.
Katherine pasó la mano por su cabello, enredado y grasiento, y sintió un nudo en la garganta al reconocer lo lejos que estaba de sentirse como la mujer que había sido. Antes, siempre había tenido control. Su vida, aunque caótica, era suya. Ahora, todo estaba fuera de su alcance.
Se inclinó sobre el lavabo, dejando que el agua fría saliera a trompicones del grifo oxidado. Mojó sus manos y salpicó su rostro, tratando de sacudirse el agotamiento y la desesperación que la consumían. Pero el alivio era mínimo. Volvió a mirarse al espejo, sus ojos cansados buscando algo que la reconectara con quien era antes de todo esto. Pero solo veía una sombra de sí misma, una mujer atrapada, no solo en esa habitación, sino en el miedo que la asfixiaba.
Pasó los dedos por sus labios secos, recordando cómo se sentían antes, cuando estaba con Haël, cuando su vida aún tenía sentido, aunque fuera en el peligro. ¿Dónde estaba él ahora? ¿La estaría buscando? ¿O ya había perdido la esperanza?
Sacudió la cabeza, tratando de disipar esos pensamientos. No podía permitirse perderse en el miedo, no ahora. A pesar de su apariencia, de su agotamiento, sabía que aún tenía que ser fuerte. Jake confiaba en ella, y más allá de eso, ella confiaba en que Haël no la dejaría. Pero los días pasaban, y la duda comenzaba a crecer en su interior.
Cerró los ojos por un momento, apoyándose en el borde del lavabo. La sensación de estar atrapada se hacía cada vez más intensa, pero no podía dejar que la consumiera.
Katherine cerró los ojos, dejando que su mente vagara por recuerdos que, en ese instante, le parecían lejanos. La risa de Haël resonó en su memoria, suave al principio, pero luego transformándose en algo más grave, más profundo. Recordó la última vez que lo había visto, su expresión tensa, pero vulnerable. "Prométeme que tú no me abandonarás como hizo mi madre", había dicho, su voz cargada de dolor. Esa promesa había sellado algo entre ellos, una conexión que iba más allá del caos en el que vivían.
Y ahora, en medio de esa oscuridad y desolación, esas palabras la golpeaban con más fuerza. No podía fallarle, no podía dejar que su historia terminara allí, en ese agujero olvidado por todos. Algo dentro de ella, algo primitivo y fuerte, se rebelaba contra la idea de rendirse. Haël estaría buscándola, lo sabía. Y si no llegaba a tiempo, entonces ella tendría que encontrar una manera de escapar.
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NIX.
Roman pour AdolescentsKatherine siempre había sido el alma de la fiesta, una joven llena de sueños y risas. Pero cuando un extraño, Haël, comienza a seguirla en secreto, su vida da un giro inesperado. Aunque no se conocen, la intensidad de la obsesión de Haël por ella se...