Capítulo 22.

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La puerta de la casa de Katherine se abrió despacio, y una figura apareció en el umbral. Katherine, con una bata ligera y el cabello revuelto, frunció el ceño al ver a Lucas frente a ella a esa hora de la noche. Pero su expresión de confusión se transformó en pura alarma cuando vio el coche y, detrás de él, a Haël desplomado en el asiento trasero, con la mano cubriendo una herida sangrante.

—¿Qué... qué está pasando? —preguntó, su voz llena de preocupación, dando un paso hacia adelante mientras sus ojos se abrían con horror al reconocer la gravedad de la situación.

Lucas no perdió tiempo en explicaciones largas.

—Está herido. No podíamos ir al hospital. Necesita tu ayuda, Kate —dijo rápidamente, casi con súplica en la voz, sabiendo que ella era su única opción en ese momento.

El corazón de Katherine dio un vuelco al ver a Haël en ese estado. Por un instante, su mente se nubló con una mezcla de miedo y confusión. No estaba preparada para esto, para verlo vulnerable, sangrando. Su respiración se aceleró, pero algo en ella se endureció al ver la gravedad de la situación. No importaba lo que hubiera entre ellos, ahora solo importaba que él estaba herido y necesitaba ayuda.

—Llévalo adentro, rápido —ordenó con una determinación que sorprendió incluso a Lucas.

Juntos, ayudaron a Haël a salir del coche. El peso de su cuerpo cayó ligeramente sobre Katherine cuando ella lo sostuvo por un lado, sintiendo el calor de su sangre empapando su ropa. Haël apenas estaba consciente, pero cuando sus ojos se encontraron brevemente, algo en su mirada le dijo que él sabía exactamente dónde estaba, y por qué había insistido en ir allí.

Lucas y Katherine lograron meterlo en la sala de estar, tumbándolo en el sofá. El dolor en su costado se intensificó cuando cayó sobre los cojines, pero no dijo una palabra. Sus ojos se fijaron en Katherine, y aunque no podía hablar en ese momento, la intensidad de su mirada lo decía todo. Estaba obsesionado con ella, pero en esa quietud, también había algo más. Algo que Katherine nunca había querido admitir, y que ahora la envolvía por completo.

—Necesito algo para detener el sangrado —dijo Katherine, sacudiendo su cabeza para centrarse en lo práctico—. Y un botiquín. Debo limpiar la herida.

Lucas asintió, corriendo hacia la cocina en busca de lo que ella pedía. Katherine se inclinó sobre Haël, revisando la herida con manos temblorosas. El corte en su costado no era profundo, pero había sangrado bastante. Mientras presionaba la herida para contener el flujo de sangre, el contacto entre ambos fue intenso. La calidez de su piel, el temblor en su respiración... todo eso trajo recuerdos que ella había intentado mantener a raya.

—¿Por qué viniste aquí? —murmuró, más para sí misma que para él. Su voz sonaba incrédula.

Haël, con los ojos entrecerrados por el dolor, dejó escapar una leve risa que terminó en un gemido.

—Sabes por qué... —respondió con dificultad, su voz rasposa pero cargada de significado—. No confiaría mi vida a nadie más.

Katherine sintió un nudo formarse en su estómago. Sabía que esas palabras llevaban una verdad que siempre había intentado ignorar. No era solo obsesión lo que Haël sentía por ella. Había algo más profundo, algo que, en ese momento de fragilidad, ya no podía ocultar.

Lucas volvió con vendas, alcohol y todo lo que encontró para ayudar. Katherine tomó las vendas y comenzó a trabajar, sus manos aún temblorosas mientras limpiaba la herida con cuidado. La tensión entre ella y Haël era palpable, cada movimiento suyo estaba cargado de una preocupación que no podía disimular. Lucas, notando el ambiente, se apartó un poco, dándoles espacio, aunque no dejaba de mirar preocupado.

NIX.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora