Capítulo 40.

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Las palabras de Haël apenas flotaron en el aire antes de que Katherine lo atrajera hacia ella de nuevo, con más urgencia esta vez. Sus labios se encontraron en una oleada de necesidad, cada beso más intenso que el anterior, como si ambos estuvieran perdiéndose el uno en el otro.

Haël deslizó su mano lentamente por la curva de su espalda, acercándola aún más, su cuerpo cubriendo el de ella, ambos perdiendo el control. La respiración de Katherine se volvió entrecortada cuando sintió el peso de Haël sobre ella, sus cuerpos moviéndose con una sincronía innegable, como si hubieran nacido para estar así, juntos, a pesar del caos que los rodeaba.

Cada toque de Haël hacía que su piel se encendiera, y Katherine no pudo evitar dejar escapar un suspiro ahogado mientras sus manos recorrían la musculatura firme de su torso, moviéndose bajo su camiseta, deseando sentirlo más cerca, más profundo.

Los labios de Haël se movieron por el cuello de Katherine, dejando un rastro ardiente con cada beso que depositaba en su piel. Su respiración era pesada, su corazón golpeando en sus costillas, cada vez más rápido, más fuerte. Sabía que esto estaba mal, que había tantas razones para detenerse, pero Katherine era la única cosa que hacía que todo en su mundo tuviera sentido, aunque fuera solo por momentos como este.

-Haël... -susurró ella, sus dedos entrelazándose con el cabello de él, tirando ligeramente hacia atrás para mirarlo a los ojos. Los suyos ardían con deseo, y la mirada de Haël no se quedó atrás.

Se quedaron unos segundos así, respirando el mismo aire, con las palabras atrapadas entre sus labios y los cuerpos aún conectados, como si una fuerza invisible los mantuviera juntos. Pero ese instante de pausa solo avivó más el fuego.

Katherine lo empujó suavemente hacia atrás, lo justo para subir a horcajadas sobre él. La forma en que lo miraba era suficiente para que Haël perdiera el aliento. Ella sonrió, pero no era una sonrisa dulce; había algo más oscuro, algo peligroso en la forma en que lo miraba, como si fuera consciente del poder que tenía sobre él, del control que ambos perdían juntos.

-No puedo resistirme a ti -murmuró Katherine, con su voz ronca y cargada de deseo, mientras sus manos se movían de nuevo por su cuerpo, explorándolo con una mezcla de delicadeza y voracidad.

Haël, sin palabras, respondió con sus manos, aferrándose a las caderas de Katherine, atrayéndola aún más cerca, sintiendo la tensión entre sus cuerpos. El calor de sus pieles y la creciente intensidad entre ellos los estaba llevando a un punto sin retorno.

Ella se movía lentamente, empujando sus caderas rozando su intimidad con la de Haël, la erección del mayor chocaba contra ella, encendiendo aún más la tensión.

Kate agarró la hebilla de su cinturón, intentado desabrocharlo, pero Haël, desesperado se deshizo él mismo, aliviando así la presión que crecía bajo sus pantalones.

Katherine no perdió tiempo y sus manos se deslizaron por el torso de Haël mientras él terminaba de deshacerse del cinturón, la urgencia palpable en cada uno de sus movimientos. El calor entre ellos era insoportable, cada roce intensificaba la electricidad que recorría sus cuerpos, y Katherine sentía cómo su propio deseo se encendía aún más con cada segundo que pasaba.

Con un movimiento decidido, Haël la atrajo de nuevo hacia él, sus manos aferrándose a las caderas de Katherine, guiándola mientras ella se movía sobre él con más intención, sus cuerpos alineándose en esa danza cargada de tensión. El contacto entre ellos, a través de la tela que aún los separaba, era una dulce tortura que ambos parecían estar saboreando.

Katherine inclinó su cabeza hacia atrás, sus labios entreabiertos mientras su respiración se volvía más pesada. El roce de sus cuerpos, el ritmo lento pero intensamente cargado, hacía que sus sentidos se desbordaran. Haël, aún bajo su control, la miraba como si estuviera a punto de perderse por completo en ella.

NIX.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora