Capítulo 68.

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Haël se tambaleaba bajo la tenue luz de una farola rota, el aire frío de la noche apenas mitigaba el calor abrasador que sentía en el costado. La herida en su abdomen, una puñalada profunda que no había tenido tiempo de tratar, supuraba sangre que empapaba su camiseta negra. Apenas sentía el dolor, o al menos, lo ignoraba. El cuerpo tirado a sus pies era el último de los que había eliminado esa noche, el último obstáculo de una banda que ya no existía.

Respiraba con dificultad, pero su mirada permanecía fija, intensa. Había buscado a Katherine entre esos desgraciados, presionando, amenazando, arrancando información a punta de pistola. Y aunque había logrado arrasar con la banda rival, el único dato que había obtenido no lo acercaba más a ella. Todo lo que tenía era un nombre, y no era suficiente.

Apretó los dientes, pasando una mano ensangrentada por su costado mientras intentaba estabilizarse. Los músculos de su cuerpo ardían con la fatiga, pero la necesidad de seguir lo mantenía de pie. La búsqueda de Katherine era lo único que importaba, y detenerse ahora no era una opción.

El eco de pasos se aproximaba desde el callejón oscuro. Haël levantó la mirada, listo para lo que viniera. Sin embargo, no eran enemigos. Lucas apareció a través de la penumbra, con la mirada fija en la herida de Haël, sus ojos llenos de preocupación.

-Estás jodido -dijo Lucas, acercándose con rapidez, aunque mantuvo un tono que dejaba ver la urgencia que intentaba contener-Tienes que dejar que te atiendan, Haël. No puedes seguir así.

-No voy a parar -espetó Haël, la rabia latente en cada palabra. Se apartó un poco de Lucas, como si rechazar su ayuda fuera una manera de demostrar que todavía podía seguir en pie-No descansaré hasta encontrar a Katherine. Si me detengo, pierdo tiempo, y ella no tiene tiempo.

Lucas frunció el ceño, sabiendo que discutir no llevaría a nada. Sabía que la obsesión de Haël por encontrar a Katherine lo estaba consumiendo, pero también sabía que cualquier intento de razonarlo sería inútil. Haël no iba a ceder, ni aunque le costara la vida.

-Has eliminado a toda una banda esta noche -continuó Lucas, intentando ser más pragmático-Necesitas pensar con claridad. No puedes seguir peleando si te desangras.

Haël apenas lo escuchaba. El dolor en su costado era una molestia distante comparado con el fuego que ardía en su interior. Katherine estaba ahí fuera, en algún lugar, y cada minuto que pasaba era otro que la alejaba más. No podía permitirse la debilidad, no cuando ella dependía de él.

-Voy a seguir -dijo con determinación, su mirada oscura fija en el horizonte, más allá de la sangre y los cuerpos-Aunque me cueste todo.

Lucas lo observó en silencio, notando el rastro de sangre que Haël dejaba tras cada paso. Era consciente de la furia que lo consumía, y aunque compartía la preocupación por Katherine, sabía que su amigo estaba empujándose más allá de lo que cualquier persona podía soportar. Su cuerpo estaba al borde del colapso, pero la obsesión era lo único que lo mantenía en pie.

-Si sigues así, no vas a llegar a tiempo, Haël -dijo Lucas finalmente, su tono más duro esta vez-No puedes salvar a Katherine si terminas desangrado en cualquier callejón. Y sabes que no te lo perdonaría si te perdieras por esto.

Haël se detuvo, su mano todavía presionando el costado herido, la sangre fluyendo a un ritmo preocupante. El peso de las palabras de Lucas lo alcanzó por un segundo, pero no lo suficiente como para hacerlo retroceder. Cerró los ojos un instante, su mandíbula tensa, controlando el impulso de soltar un grito que no aliviaría nada.

-No importa, Lucas -murmuró con voz ronca-No voy a parar hasta encontrarla. No puedo... no puedo perderla otra vez.

El silencio entre ambos se volvió denso, cargado de emociones que nunca se decían en voz alta. Lucas conocía a Haël desde hacía mucho, sabía lo que Katherine representaba para él, lo que había hecho a lo largo de los años para mantenerla a salvo, aunque fuera desde la distancia. No era solo amor, era una obsesión que rozaba lo destructivo. Y ahora, esa obsesión estaba consumiéndolo vivo.

NIX.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora