Katherine apenas había dado un paso hacia el pasillo cuando sintió algo inesperado. Una mano fuerte la agarró por la muñeca, deteniéndola bruscamente. Todo pasó en un segundo: antes de que pudiera reaccionar, Haël la había atraído hacia él, su cuerpo cálido y firme pegado al suyo.
El aliento se le escapó en una mezcla de sorpresa y deseo cuando, sin previo aviso, los labios de Haël se encontraron con los suyos. El beso era intenso, lleno de la urgencia y la pasión contenida que ambos habían estado evitando por tanto tiempo. Katherine sintió su cuerpo tensarse, una parte de ella queriendo resistirse, pero la otra, la parte que había estado luchando contra sus sentimientos por Haël, simplemente se rindió.
Las manos de Haël, aunque aún débiles, se aferraban a ella con determinación, como si no quisiera dejarla ir, como si este fuera el único momento en el que todo lo que sentían pudiera salir a la superficie sin restricciones. El sabor metálico del dolor aún estaba presente, pero Haël lo ignoraba, centrado únicamente en Katherine, en ese beso que lo consumía tanto como la herida en su costado.
Katherine respondió, al principio con vacilación, pero pronto, su resistencia se desmoronó por completo. Sus manos, que primero intentaron apartarse, ahora se aferraban a los hombros de Haël, como si también temiera que este momento pudiera escaparse. El calor que emanaba de él, la forma en que la envolvía, la hacía olvidar todo: el miedo, las dudas, el peligro. Todo lo que quedaba era la pasión que ambos habían tratado de suprimir por demasiado tiempo.
Haël profundizó el beso, sus labios moviéndose con una fuerza que apenas parecía propia de alguien tan herido, pero su necesidad de Katherine lo sobrepasaba todo. Cuando finalmente se separó, solo por un instante, sus ojos la miraron con una intensidad que la hizo estremecer.
—No vuelvas a alejarte de mí —susurró, su voz ronca, cargada de deseo y algo más profundo, algo que Katherine reconoció como el reflejo de su propia lucha interna.
Katherine no pudo responder de inmediato, su respiración entrecortada y su mente nublada por todo lo que acababa de suceder. Sabía que estaban cruzando una línea de la que no podrían regresar, pero al mismo tiempo, no podía ignorar lo que acababa de sentir. Las barreras que había levantado entre ellos se estaban desmoronando, y ahora, con Haël tan cerca, se dio cuenta de que quizás ya no quería mantenerlas en pie.
—Haël... —empezó a decir, pero no pudo continuar. Él la miraba con la vista nublada.
La pelinegra sintió una corriente traspasando todo su cuerpo.
—Prometo que no me iré a ninguna parte, ¿vale? Ahora por favor, acuéstate, no quiero abusar de un herido—respondió atropelladamente aún nerviosa por la cercanía del castaño.
Pero Haël hizo caso omiso a Katherine y volvió a besarla.
Katherine apenas había vuelto a tumbar a Haël en el amplio sofá cuando aún con la mano aferrada a la suya, la atrajo de nuevo hacia él. Esta vez, no hubo espacio para dudas. Sin decir nada, la miró con una intensidad ardiente que hizo que el aire se volviera más denso entre ellos. La herida de Haël ya no importaba; solo quería sentirla cerca de nuevo.
Sus labios se encontraron de nuevo, pero esta vez el beso era más apasionado. Era una fusión de deseos reprimidos y emociones contenidas. Los cuerpos de Katherine y Haël se acercaron, y ella sintió cómo su corazón latía desbocado mientras sus manos buscaban el rostro de él, acariciando su mandíbula y perdiéndose en su cabello. Cada roce, cada susurro de piel sobre piel, encendía una chispa que había permanecido oculta demasiado tiempo.
Katherine se entregó por completo, abrumada por el calor que emanaba de él. La necesidad de estar más cerca era incontrolable, y su cuerpo se inclinó hacia Haël, como si un imán invisible los atrajera. Se deslizó sobre su cuerpo, sintiendo el contorno de su pecho contra el de ella. La boca de Haël era firme y demandante, y el beso se convirtió en un intercambio de pasión desenfrenada. Ella sintió cómo él la sostenía con fuerza, como si la protegiera de todo, como si el mundo exterior ya no existiera.
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NIX.
Genç KurguKatherine siempre había sido el alma de la fiesta, una joven llena de sueños y risas. Pero cuando un extraño, Haël, comienza a seguirla en secreto, su vida da un giro inesperado. Aunque no se conocen, la intensidad de la obsesión de Haël por ella se...