Capítulo 93.

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La puerta del motel chirrió suavemente al abrirse, dejando entrar a Haël, que apenas podía sostenerse en pie. Había pasado todo el día en la calle, intentando mantener su mente ocupada mientras su cuerpo se recuperaba de las heridas recientes. A pesar de la sangre que aún manchaba su camisa y la fatiga que pesaba sobre sus hombros, había una ligera esperanza en su pecho al pensar en Katherine. El deseo de verla y sentir su cercanía lo había mantenido en movimiento.

Sin embargo, al cruzar el umbral de la habitación, esa esperanza se desvaneció rápidamente. La luz tenue del lugar revelaba un ambiente inquietantemente vacío. La cama estaba hecha, las sábanas ordenadas, pero la ausencia de Katherine era como un vacío palpable que le oprimía el pecho.

-Kate -llamó, su voz resonando en la habitación como un eco de desesperación. No hubo respuesta. Caminó hacia el pequeño escritorio, buscando señales de su presencia, pero no encontró nada. La ducha no estaba en funcionamiento, y la ropa de ella no estaba por ninguna parte. Aceleró el paso, su corazón palpitando con una mezcla de preocupación y miedo.

Sus ojos se posaron en la mesa de noche, y allí, entre el desorden habitual de llaves y objetos personales, vio una carta. La recogió con manos temblorosas, sintiendo que algo no estaba bien. La lectura de esas líneas se convirtió en un ritual que sintió en cada fibra de su ser, y cuando leyó el mensaje, el mundo se detuvo.

"Lo siento, no puedo seguir con esto."

El golpe fue devastador. La carta resbaló de sus manos y cayó al suelo, pero no fue eso lo que atrajo su atención, sino lo que estaba junto a ella: el anillo que le había dado a Kate. Un delicado círculo de plata que había simbolizado tanto en su vida, que ahora yacía allí, como un recordatorio de promesas que ya no se cumplirían.

Haël sintió como si el aire se le escapara de los pulmones. Se arrodilló frente a la mesa, extendiendo la mano temblorosa hacia el anillo, sus dedos acariciando el frío metal. La desesperación lo invadió mientras las preguntas se agolpaban en su mente. ¿Por qué? ¿Qué había sucedido para que ella decidiera irse? Cada instante que había pasado junto a ella, cada susurro compartido, se desvanecía en una niebla de confusión y dolor.

-No, no, no -murmuró para sí mismo, intentando hacer que la realidad se detuviera. Sabía que había riesgos en su relación, que la oscuridad que los rodeaba siempre había estado presente. Pero siempre había creído que su amor era más fuerte que eso. Que ella era más fuerte que eso.

Se levantó de un salto, la rabia y la tristeza transformándose en un torrente de energía. Tenía que encontrarla. Tenía que entender. Sus pasos resonaron en el suelo mientras abandonaba la habitación, decidido a enfrentar a quien fuera que hubiera intervenido en su historia, a deshacer el nudo que lo atormentaba.

Mientras cruzaba el umbral de la puerta, la única certeza que lo acompañaba era que no permitiría que la historia entre ellos terminara así.

La frustración y el miedo se entrelazaban en el pecho de Haël mientras salía corriendo del motel, la carta y el anillo de Katherine grabados a fuego en su mente. Sabía que no podía quedarse ahí parado, atrapado en la impotencia. Con cada paso que daba, la sensación de que se le escapaba algo esencial se intensificaba.

Desesperado, se dirigió hacia la habitación de Lucas y Jake, el único lugar donde podía encontrar algún tipo de apoyo. Sabía que Lucas había estado cerca de Katherine, que podía tener alguna pista sobre su paradero. Sin embargo, al mismo tiempo, su instinto le decía que no podía confiar ciegamente en nadie, ni siquiera en su mejor amigo.

Al llegar a la puerta, golpeó con fuerza, sin detenerse a pensar en la manera en que podría sonar eso. Un segundo después, Lucas abrió la puerta, su rostro sorprendido al ver la expresión descompuesta de Haël.

NIX.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora