Al llegar a la casa de Katherine, la atmósfera seguía impregnada de esa chispa de complicidad que habían compartido en el parque. La luna brillaba en el cielo despejado, iluminando la entrada de su hogar. Katherine, aún sintiendo la emoción en su pecho, se volvió hacia Haël con una sonrisa juguetona.
—¿Quieres pasar a tomar algo? —preguntó, intentando parecer casual, aunque su corazón palpitaba con más fuerza de lo que le gustaría admitir.
Haël arqueó una ceja, sorprendido pero claramente interesado.
—¿Dentro de tu casa? —dijo con un tono de diversión en su voz—Esto se está volviendo interesante.
Katherine se sintió un poco avergonzada ante su insinuación, pero se obligó a mantener la sonrisa.
—No es nada del otro mundo, solo algo para beber. Creo que a penas hemos podido hablar de verdad esta noche.
—Tienes razón —respondió Haël, y su expresión se suavizó—Me encantaría.
Katherine abrió la puerta y entraron juntos, sintiendo cómo la energía entre ellos se transformaba. Al entrar, el aroma a flores frescas y a un toque de vainilla que había en la casa la relajó un poco. Se dirigió a la cocina y le lanzó una mirada a Haël por encima del hombro.
—¿Te apetece algo? Tengo agua, refrescos, o, si te atreves, un poco de vino.
—Un vino suena perfecto —dijo Haël, apoyándose en el marco de la puerta, observándola con una mezcla de curiosidad y admiración.
Katherine fue a la nevera y sacó una botella de vino, sirviendo dos copas mientras pensaba en lo que había pasado esa noche. La tensión y el juego entre ellos habían sido electrizantes, y la idea de pasar más tiempo a solas con él le hacía sentir una mezcla de emoción y nervios.
—¿Qué tal si brindamos? —sugirió ella, levantando su copa mientras se acercaba a él.
—Brindemos —replicó Haël, chocando suavemente su copa contra la de ella. La conexión entre sus miradas fue instantánea, y Katherine sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Se sentaron en el sofá, con las copas en las manos y la luz tenue del salón creando un ambiente acogedor. Katherine sintió que la conversación empezaba a fluir de manera más natural, como si la atmósfera entre ellos se hubiera despejado.
—Así que, cuéntame más sobre ti —dijo Katherine, intentando romper el hielo—¿Cómo ha sido tu día en el trabajo?
—Sinceramente, un poco aburrido hasta que me encontré contigo —contestó Haël, guiñándole un ojo—Pero en serio, ha sido un día largo de reuniones y más reuniones. La misma rutina de siempre, ¿sabes?
—Te entiendo —respondió ella, pensando en sus propios días en el hospital—A veces siento que no tengo tiempo para hacer nada más que trabajar y volver a casa.
—¿Te gustaría hacer algo más emocionante? —preguntó Haël, inclinándose hacia adelante, su mirada fija en ella—Hay un montón de cosas que podríamos hacer.
Katherine sintió que sus mejillas se sonrojaban ante la insinuación en su voz. Era como si, de repente, todo lo que habían estado jugando se volviera un poco más serio. Sin embargo, ella no estaba segura de hasta dónde quería llevar la conversación.
—No estoy segura de que seas la mejor influencia, Haël —dijo, intentando mantener un tono ligero, aunque la verdad era que parte de ella estaba intrigada por lo que él podía proponer.
—A veces las mejores cosas surgen de las malas influencias —respondió él, un destello de desafío en sus ojos.
Katherine dejó escapar una risa suave.
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NIX.
Teen FictionKatherine siempre había sido el alma de la fiesta, una joven llena de sueños y risas. Pero cuando un extraño, Haël, comienza a seguirla en secreto, su vida da un giro inesperado. Aunque no se conocen, la intensidad de la obsesión de Haël por ella se...