Capitulo 12.

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"Nada hay en el mundo, ni hombre ni diablo ni cosa alguna, que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa. Nada hay que ocupe y ate más al corazón que el amor. Por eso, cuando no dispone de armas para gobernarse, el alma se hunde, por el amor, en la más honda de las ruinas ."
-Umberto Eco.

El gimnasio estaba impregnado de un aire de determinación y sudor. El sonido de los golpes resonaba contra las paredes mientras Haël se movía en el ring, lanzando golpes precisos al saco de boxeo. Su mirada era intensa, y cada golpe que daba era una forma de liberar la frustración que se había acumulado en su interior. Lucas, su mejor amigo, observaba desde un rincón, sabiendo que algo le preocupaba. La chispa en los ojos de Haël no era la misma, y él lo conocía lo suficiente para saber que algo más profundo estaba en juego.

—¿Qué te pasa? —preguntó Lucas mientras se acercaba, ajustándose los guantes. Su tono era casual, pero había una seriedad en su voz. Era evidente que había algo más que la simple rutina de entrenamiento en la mente de Haël.

Haël paró por un momento, respirando hondo antes de dejar salir las palabras.

—Anoche estuve en casa de Katherine —dijo, su voz más baja de lo habitual. La revelación parecía sacudir el aire entre ellos.

Lucas se detuvo, su expresión se tornó interesada.

—¿Te colaste en su casa? —la incredulidad se mezclaba con la curiosidad.

—Sí, me colé —admitió Haël con una frialdad inquietante—Tenía que verla. Algo no estaba bien.

Lucas frunció el ceño, sintiendo que había más en la historia de lo que Haël estaba dispuesto a compartir.

—¿Qué pasó?

Haël volvió a moverse, sus movimientos reflejando la tensión que lo envolvía.

—Hablamos. Sobre Kevin. —El nombre sonó como un eco en la habitación, y Lucas lo miró con atención—Me molestó que ese tipo se esté metiendo en su vida. No me gusta que la vea, que le haga creer que puede ser más que un amigo.

Lucas levantó las cejas, un atisbo de preocupación cruzando su rostro.

—¿Y cómo supiste que había quedado con él? ¿Y qué te hace pensar que ella quiere que saques a ese chico de su vida?

—No importa lo que ella quiera y le he puesto un micro en su móvil—replicó Haël, su voz firme y cortante—Solo sé que cuanto más sufra, más cerca estará de mí. Esa es la verdad. Y ese tipo puede entorpecer mis planes.

Lucas lo miró, reconociendo la frialdad en su amigo. Era una actitud posesiva, y él sabía que Haël podía cruzar límites peligrosos si no se contenía.

—Eso suena peligroso, Haël. No puedes forzarla a estar contigo.

—No tengo que forzar nada —respondió Haël, un destello de rabia brillando en sus ojos—Ella me pertenece a mí. Solo a mí. Y si eso significa hacer que se sienta sola o perdida, que así sea.

El gimnasio parecía volverse más pequeño mientras las palabras de Haël flotaban en el aire. Lucas sabía que era un camino oscuro, pero también comprendía que era parte de lo que hacía a Haël tan impredecible y, al mismo tiempo, intrigante.

—Tienes que tener cuidado con esa mentalidad. No puedes pensar que posees a alguien. La gente no es una propiedad.

Haël se encogió de hombros, sin mostrar ningún signo de arrepentimiento.

—¿Y qué si lo pienso? Me importa un comino lo que sienta Katherine. No voy a dejar que se interponga nada entre nosotros. No importa cuán doloroso sea para ella. Su sufrimiento solo la acercará a mí.

NIX.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora