El aire en el puerto estaba cargado de tensión. Haël y Lucas estaban apostados tras un contenedor de carga, revisando los paquetes de drogas que habían sido apilados de forma ordenada. Era un lugar habitual para ellos, un punto de encuentro en la oscuridad donde el peligro y la oportunidad solían entrelazarse.
—Esto debería ser suficiente para el trato —dijo Lucas, mientras revisaba una de las cajas, su expresión seria. Las sombras jugaban en su rostro, y la luz tenue del atardecer apenas iluminaba su figura.
Haël asintió, su mente centrada en la transacción, pero el instinto de supervivencia en él estaba alerta. Había una sensación en el aire, algo que le decía que las cosas no iban a salir como planeaban. Miró a su alrededor, intentando leer la situación.
Justo cuando estaba a punto de decir algo, un ruido distante rompió la calma del puerto. Sonaron motores y sirenas que parecían acercarse rápidamente.
—¿Escuchas eso? —preguntó Lucas, su mirada fija en la dirección del sonido.
Antes de que Haël pudiera responder, una multitud de coches de policía apareció, las luces intermitentes parpadeando como faros de un barco en la tormenta. En cuestión de segundos, los hombres a los que estaban a punto de vender la mercancía sacaron sus armas, transformando el aire de ansiedad en un estallido de caos.
—¡Cúbrete! —gritó Haël, empujando a Lucas detrás de él mientras un torrente de balas comenzaba a silbar a su alrededor.
La adrenalina golpeó a Haël como un puñetazo, pero su instinto lo llevó a proteger a su amigo. Se puso de pie, cubriendo a Lucas con su propio cuerpo mientras buscaba un lugar más seguro para refugiarse. Las balas rebotaban en el metal del contenedor, el sonido estruendoso resonando en sus oídos.
—¡Mantente agachado! —ordenó Haël, su voz firme mientras echaba un vistazo a la situación. Los tipos que habían venido a comprarles estaban intercambiando disparos con la policía, y la escena se tornaba cada vez más violenta.
Lucas, aún en shock, solo pudo asentir mientras se presionaba contra el suelo. El caos que rodeaba la escena era abrumador, pero Haël sabía que debía actuar rápidamente. Los segundos se convertían en minutos, y no podían permitirse ser atrapados en medio de un fuego cruzado.
Con un movimiento ágil, Haël se asomó entre el contenedor y la pared, buscando una salida. La voz de Lucas resonó débilmente a su lado.
—¿Qué hacemos, Haël? Esto es una locura.
—Tenemos que salir de aquí —respondió, su mente funcionando a toda velocidad mientras calculaba las posibilidades. No podían quedarse en medio de la balacera.
Sin tiempo que perder, Haël hizo una señal a Lucas para que lo siguiera, y ambos comenzaron a moverse, esquivando balas y buscando una salida entre la confusión que los rodeaba. Era un momento de vida o muerte, y Haël sabía que lo que estaba en juego iba más allá de una simple entrega. Había una lección más profunda en juego, una que había jurado no olvidar.
La luna apenas asomaba entre las nubes espesas que cubrían el cielo de la ciudad portuaria. El aire olía a sal y peligro. Haël y Lucas caminaban rápido, sus pasos resonando en el pavimento húmedo mientras se acercaban a la lancha. Lo que debía ser un intercambio sencillo de mercancía se había convertido en un desastre. Una confusión, un malentendido, y de pronto las sirenas comenzaron a ulular, anunciando la llegada de la policía.
—¿Qué mierda acaba de pasar? —murmuró Haël entre dientes, su mirada barría el muelle en busca de la embarcación.
—Creo que alguien habló de más —respondió Lucas, echando un vistazo rápido por encima del hombro, donde las luces de las patrullas ya iluminaban el callejón. El eco de los disparos resonaba a lo lejos, y el estruendo de las sirenas se hacía más fuerte.
ESTÁS LEYENDO
NIX.
Roman pour AdolescentsKatherine siempre había sido el alma de la fiesta, una joven llena de sueños y risas. Pero cuando un extraño, Haël, comienza a seguirla en secreto, su vida da un giro inesperado. Aunque no se conocen, la intensidad de la obsesión de Haël por ella se...