Haël abrió la puerta de su habitación, sus pasos pesados resonando en el suelo de madera. El aire dentro estaba cargado de silencio, solo roto por su respiración profunda y el leve crujido de la madera bajo sus botas. Allí, en la penumbra, Katherine yacía despierta, sus ojos fijos en él, reflejando una mezcla de desafío y resignación. Seguía atada, los brazos inmovilizados contra los barrotes de la cama, pero su postura tensa dejaba claro que no había perdido ni un ápice de su espíritu combativo.
-Estás de vuelta -dijo Katherine, su voz suave, pero con un filo que no pasó desapercibido para Haël-¿Qué hora es?
-No importa la hora -respondió él, acercándose a la cama, sus ojos recorriendo cada detalle de su figura, como si quisiera asegurarse de que estaba bien, de que nadie la había tocado más allá de sus límites-Estás aquí y eso es lo único que importa.
Katherine resopló, apartando la mirada hacia el techo, pero las palabras que salieron de su boca fueron más prácticas que desafiantes.
-Necesito ir al baño -dijo, la incomodidad evidente en su tono-No puedo quedarme aquí así por más tiempo.
Haël se detuvo a su lado, observando sus muñecas atadas con precisión. Durante un largo momento, la habitación quedó suspendida en ese silencio cargado de tensión entre ellos. Él sabía que no podía liberarla, no aún, pero tampoco podía ignorar su petición.
-Está bien -dijo, acercándose a la cama para levantarla con facilidad-Te acompañaré.
Katherine sintió sus brazos fuertes envolverla, levantándola con una naturalidad que la hizo estremecer, una mezcla de ira y vulnerabilidad recorriendo su cuerpo. No podía hacer nada mientras él la sostenía, su control sobre ella total, inquebrantable. A pesar de la incomodidad, había algo en esa fuerza que no podía negar que la perturbaba, pero también la atraía.
La llevó al baño con paso firme, sus movimientos controlados pero decididos. Una vez dentro, la ayudó a sentarse en el inodoro, sin soltar las cuerdas que aún mantenían sus manos atadas. La intimidad forzada de la situación la hizo morderse el labio, pero no podía negarse. No había escapatoria.
-Esto es humillante -murmuró Katherine, mientras él la observaba con su habitual indiferencia ante su incomodidad.
-Es necesario -replicó Haël, su voz firme, pero no carente de cierta suavidad-No confío en que no intentes huir en cuanto te deje sola.
Ella lo miró con furia, pero su silencio confirmaba que no podía negar esa acusación. Claro que huiría si tuviera la oportunidad. Su espíritu seguía buscando una salida, una forma de escapar de su control. Pero la sensación de impotencia era abrumadora.
Una vez que terminó, Haël la levantó de nuevo, esta vez con más cuidado. La llevó hacia la ducha, sin siquiera preguntar si quería hacerlo. Él mismo abrió el grifo, dejando que el agua tibia comenzara a correr, creando una nube de vapor que envolvió el cuarto de baño.
-¿Qué haces? -preguntó Katherine, su voz agitada, sin poder evitar sentir una mezcla de sorpresa y confusión.
-Te ayudaré a bañarte -respondió Haël sin inmutarse-No voy a desatarte, pero no te dejaré en este estado. Si no lo hago, no lo hará nadie.
Ella lo observó con incredulidad mientras él se desvestía, sus movimientos seguros, precisos. Los músculos de su torso se tensaban con cada gesto, una presencia dominante que la envolvía por completo. Katherine tragó saliva, sintiendo cómo la tensión aumentaba en su pecho.
Haël se acercó, aún desnudo, y la llevó bajo el agua. El calor de la ducha golpeó su piel, envolviéndola en una sensación de alivio que contrastaba con la incomodidad de sus muñecas atadas. Él estaba cerca, demasiado cerca. Sus manos la recorrieron con una mezcla de ternura y control, asegurándose de que el agua limpiara su cuerpo, sin darle espacio para moverse.
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NIX.
Teen FictionKatherine siempre había sido el alma de la fiesta, una joven llena de sueños y risas. Pero cuando un extraño, Haël, comienza a seguirla en secreto, su vida da un giro inesperado. Aunque no se conocen, la intensidad de la obsesión de Haël por ella se...